El mundo está conmocionado por la llegada nuevamente de los Talibanes al poder en Afganistán por sus atroces leyes en particular hacia las mujeres y disidencias, tras el derrocamiento del presidente Ashraf Ghani.
Pero la mirada mundial dominante no comienza por el significado de la derrota estrepitosa de los EEUU en ese país, al que ocupó durante 20 años y donde deja a su paso al menos más de 71 mil ciudadanos civiles que perdieron la vida durante este período. Esta es la peor derrota de EEUU después de Vietnam, cuando en 1975 fueron vencidos en manos del Ejército Popular de Vietnam y el Viet Cong liderados por Ho Chin Mint.
Poco se dice de la violación de los DDHH donde los soldados ocupantes de EEUU tenían botines de guerra en las mujeres y niñas afganas. Poco se habla de la persecución y la tortura a los opositores que enfrentaron el régimen títere y las tropas de EEUU.
La principal potencia militar sobre la tierra destinó más de 120 mil millones de dólares anuales durante 20 años para mantener sus tropas de ocupación y saquear las riquezas petroleras y controlar el opio en el principal país que lo produce en el mundo. Como diría acertadamente Eduardo Galeano, “Los EEUU cada vez que salvan a un pueblo, lo dejan convertido en un cementerio o en un manicomio”.
Pero la desgracia de EEUU es la gracia de millones, y nuevamente, aunque sea en el contexto de una nueva realidad muy dura, el pueblo afgano se ha vuelto a imponer, esta vez, sobre su cuarto o quinto imperio opresor, (se confirma así, la “lógica de los pueblos a decir de Mao Tse-Tung).
Mucho se habla de los lazos que une a los talibán con los EEUU, puede ser, pero el mundo no es una foto que permanece impávida durante 20 años, y menos las fuerzas de la resistencia que se unen y se desunen una y otra vez.
EEUU invadió el país luego del atentado a las Torres Gemelas en el 2001, el enemigo número uno era Osama Bin Laden, de origen árabe, pero llamativamente Bush no tomó ninguna represalia con ese país y fue directamente por Afganistán. Esta ofensiva constituía la primera gran movilización de tropas luego de erigirse como vencedor de la guerra fría con la ex URSS quien había sucumbido bajo la resistencia afgana con un saldo 1 millón de muertes y al menos 10 mil rusos. Quedó en evidencia la ayuda militar y económica de Estados Unidos a sectores de la resistencia con un despliegue de inteligencia por parte de la CIA en una de las más importantes operaciones militares llamada “Viento Sagrado” (1984) que posibilitó el surgimiento a la vida pública de aquel líder muyahidín de origen saudí, Osama Bin Laden. Un año después “romperían” y posteriormente, antes que los soviéticos abandonaran el país este fundaría Al Qaeda.
Esta derrota del imperialismo yanqui, es la consecuencia de su crisis de hegemonía en el mapa mundial evidenciada por su retroceso durante la crisis económica mundial del 2008, la más importante de la historia del capitalismo que tuvo su epicentro en EEUU. La administración de Barak Obama fue el emergente de esa crisis que llevó a que esa contracción económica y la resistencia armada en varios países marcaran seriamente las pretensiones de EEUU. Rusia aprovecharía tiempo después para consolidar sus posiciones en la región, en particular en Siria.
La administración Trump profundizó esa debilidad apuntando a terminar con el cansancio de las «guerras interminables», como lo manifestaba en su campaña electoral que le dio el triunfo admitiendo de hecho como paga esa potencia hacia adentro, las bolsas mortuorias de los marines que llegan de Medio Oriente en los conflictos de Afganistán e Irak. El 29 de febrero de 2020, el enviado del gobierno de Estados Unidos, Mike Pompeo y los talibanes firmaron en Doha, Qatar, el acuerdo que fijó un calendario para la retirada definitiva de Estados Unidos y sus aliados tras casi 20 años de conflicto. El país venía arrastrando una crisis sin precedentes, agudizada al extremo por la pandemia.
El propio Biden advertía en la campaña electoral de las consecuencias que traería la política de Trump de mirar sólo los problemas internos, (no pequeños, por cierto, con más de 40 millones de desocupados y el colapso de un sistema de salud solo para aquellos que puedan pagarlo). Pero Biden hacía referencia al abandono de la política internacional que posibilitó el avance de su principal adversario, China, entre otros lugares en Medio Oriente.
Ahora el presidente Biden deberá enfrentar también las consecuencias internas en cuanto a que después de veinte años, con tantas vidas perdidas de militares y tantos miles de millones de dólares gastados, son el precio que paga el pueblo las aventuras imperialistas por el control de los recursos en la rapiña de los monopolios que sostienen el Estado de ese país. Un alto costo, sin dudas.
LA GEOPOLÍTICA DE MEDIO ORIENTE
Hay dos datos a tener en cuenta, por un lado el papel de Afganistán en la geopolítica de la región, donde limita entre los países mas importantes, con Pakistán, Irán y China. Como podemos ver Afganistán ocupa un lugar central en la disputa de posiciones en la región.
Decíamos que las contradicciones que atraviesan al mundo, ponen como centro la disputa interimperialista y la resistencia de los pueblos a la opresión imperialista. Estas son las que llevan a permanente movimiento y cambio de fisonomía de las estructuras de los países disputados.
El retroceso durante largos años de Rusia, el desgaste de los EEUU y el surgimiento de China como una potencia imperialista “joven y hambrienta” ha llevado a nuevos reposicionamientos de países que “antes posaban de una manera en la foto”. Pakistán sigue teniendo buenas relaciones con los EEUU, pero ahora es parte de los aliados estratégicos de China en su política de “La franja y ruta” (o la nueva ruta de la seda).
¿Quien se podría perder las bondades de la demanda china y su ayuda económica? Si a esto le sumamos que nuevamente Pakistán jugó un papel logístico clave en el apoyo a los Talibán, no es una casualidad que China mire con buenos ojos la llegada de estos al poder en Afganistán de quienes dicen que son “más aperturistas que cuando gobernaron anteriormente”. Los Talibán ya hicieron gestos de acercamiento al gigante asiático teniendo en cuenta que la economía del país se caracteriza por la extrema fragilidad y dependencia de la ayuda internacional.
Antes de que los talibanes retomaran el control el gobierno saliente destinaba para gastos en defensa y seguridad la exorbitancia del 29% del PBI, mientras el 60% de los ingresos de los hogares en Afganistán vienen de una producción agrícola muy limitada.
Los reservorios de petróleo, gas y minerales son extraídos por empresas internacionales dejando migajas en el país, sumando el abandono de muchos monopolios ante la escasez cada vez mayor de esos recursos. La economía informal e ilegal es moneda corriente. Diversas empresas mineras actúan en el mercado legal pero también en el ilegal libre cargas tributarias. La producción de opio y su contrabando asociado son fundamentales para la economía y el sostén de los sectores que lo controlan a costa del empobrecimiento de la población. De aquí salen también los recursos que sostienen a algunas guerrillas armadas entre ellas los Talibán.
Afganistán es rica en cobre, cobalto, carbón y hierro. China pone el particular interés en poder penetrar en la explotación de cobre y litio, que tiene una alta demanda para la producción de baterías para celulares y vehículos eléctricos. Años atrás, desde el departamento de defensa de EE.UU. habían descripto en un informe que el país podía convertirse en la «Arabia Saudita del litio».
Estos datos sobre las riquezas naturales que cobija Afganistán dan la pauta del grado de disputa inter-imperialista por el control de los reservorios en el país y la región.
UNA HISTORIA DE RESISTENCIA
Fue Alejandro Magno en el 327 AC quien, en su camino hacia los reinos de la India, cruzó el territorio de Afganistan, destinando mucho tiempo y recursos para dominarlo pero no le fue nada bien. Después la disputa continuó entre sus sucesores.
En su “Historia de Alejandro Magno”, el historiador romano Quinto Curcio dejó constancia de cómo fue la conquista del territorio afgano. “A cada paso que daba, el monarca se topaba con la enésima tribu atrasada, extremadamente incivilizada incluso para los bárbaros”. Unos pueblos conocidos también por su férrea resistencia a la autoridad y a la presencia de extranjeros. Hay que decir que aquella ferocidad, unida a la falta de alimentos y a la escasez perpetua de agua, la accidentada geografía, convirtió hace mucho al país del que hoy se marcha Estados Unidos en una trampa mortal.
Alejandro Magno se zambulló de lleno en una región plagada de caudillos locales y se enfrentó a una guerra de guerrillas insostenible que desmoralizó a sus hombres. Ni dejar un ejército permanente de ocupación le ayudó a doblegar a aquellas gentes. La conclusión es que el rey de reyes no pudo marcharse victorioso.
Hasta el propio Gengis Kan en su afán conquistador, incursionaría posteriormente en el territorio, pero primó la prudencia al constatar que no se saldría con la suya. Es conocido el desenlace donde los mongoles optaron por destruir todo a su paso de aquellos territorios.
Más acá en la historia, en los umbrales de la época dominada por los monopolios, se da una gran disputa durante gran parte del siglo XIX cuando los ingleses eran dominantes en Asia Central. El primer conflicto comenzó en 1839, cuando el imperio británico envió a 16.000 de sus hombres a conquistar Kabul para evitar que Rusia se expandiera todavía más por la zona y pusiera en peligro “la perla” británica: India. «El Gran Juego» como se lo conoce, fue la expresión de duros enfrentamiento entre el Imperio británico y el ruso controlado por el Zar.
Durante el siglo XIX se desarrollan las 2 guerras anglo-afganas: la primera entre 1839 y 1842, y la segunda de 1878 a 1880. La primera tendría un resultado catastrófico para la corona británica donde perdió todo su ejército. Luego, desde el control de India, Gran Bretaña volvería a intentar años más tarde con una victoria que lo llevó a gobernar hasta 1919. Luego en una tercera guerra Afganistán saldría victoriosa y concretaría su independencia.
Rusia invade Afganistán a finales del año 1979, aprovechando la derrota de EEUU en Vietnam, pero también apurándose para que ese imperialismo no pasara a controlar ese país. La ex URSS sostenía al gobierno de la República Democrática de Afganistán gobernada por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) quien había pedido la intervención militar de la ex URSS.
55 mil hombres, tanques, helicópteros, KGB, aviones y demás pertrechos utilizaron para la invasión. Pero no fue suficiente, nuevamente iba a probar de la medicina de las guerrillas islámicas que sostuvieron los enfrentamientos durante diez largos años.
Retirada de las tropas rusas en 1989
Una de las características del pueblo afgano, aún con sus diferencias marcadas entre sus tribus, es quizás el rechazo a todo aquel que venga del extranjero porque lo consideran expresión de aquellos países que han burlado sus fronteras, sus culturas y su vida.
Esta es quizás una de las explicaciones más recurrentes en cuanto a la férrea y paciente resistencia. La geografía del país ha ayudado a esa resistencia donde la guerrilla de los muyahidines ocultos y organizados en las montañas volvió locos a las tropas invasoras. En 1989 los rusos derrotados emprendiendo la retirada.
La derrota y retirada de la ex URSS, “social-imperialismo ruso” (como bien lo definiría Mao Tse-Tung: “socialista de palabra e imperialista en los hechos”), fue junto a la caída del “Muro de Berlín” lo que millones en el mundo vivieron como el “fracaso del socialismo real”, ampliamente difundido por los medios internacionales y por las propias clases dominantes rusas en una clara ofensiva anticomunista mundial.
Esa resistencia fue porosa por los numerosos grupos guerrilleros, pero en unidad contra el principal enemigo que era el invasor ruso. Imperialismos como EEUU y Gran Bretaña jugaron un papel destacado en la ayuda a grupos insurgentes, otros se mantuvieron independientes, aprovecharon las contradicciones pero no se entregaron a los EEUU. Paquistán jugaría un papel clave en el alojamiento, entrenamiento y sostén de numerosos grupos en particular los Talibán.
LA GUERRA CIVIL. EL SURGIMIENTO TALIBÁN
Una vez derrotada la ex URSS, se desató una guerra civil entre los diferentes grupos étnicos por el control del país que llevó a los grupos que componen a los Talibanes a la conquista del poder.
El bombardeo de ciudades muestra una debacle absoluta. Es un período muy terrible. Esta sangría interna también le venía bien a los intereses de EEUU. Además, un montón de familias se habían exiliado en Pakistán. Fue en ese país vecino en donde surgió la organización ultraconservadora: los Talibán, que en pastún, talib significa “estudiante”. “Los estudiantes”.
“Un montón de jóvenes exiliados, que habían visto lo peor de la guerra, que conocían muy de cerca la muerte, se juntaban en las mezquitas a escuchar a algunos clérigos muy conservadores, que les decían que lo único que serviría para organizar Afganistán y sacarlo del caos sería la religión y el orden”.
“Los valores estaban completamente perdidos: sólo una interpretación rígida y radical del Corán podría salvarlos. Esa gente había perdido toda fe en el futuro. Pero las palabras de los clérigos los encienden, les dan vida, ímpetu, fervor” (Fernando Duclos, en “El Retorno de los Talibanes” publicado en el portal “revistalate.net”)
Para entender un poco el origen y arraigo popular en vastos sectores por parte de los Talibán, como muchas organizaciones, también tienen sus mitos fundacionales -sigue relatando Duclos-, “cuenta la historia que en la primavera de 1994, en un pueblo cercano a Singesar, se corrió la voz de que un señor de la guerra había secuestrado a dos adolescentes y las había llevado a un campamento donde fueron violadas en varias ocasiones por muchos soldados. Entonces, los talibanes liberaron a las niñas y ahorcaron al “warlord” del cañón de un tanque”.
Esto ayuda a entender un poco porque las medidas de los Talibán tuvieron más arraigo en el interior del país y en los pueblos más pobres, porque sus vidas ya eran así desde antes y porque, comparado a lo que había sido la guerra civil, ganaron en seguridad y certezas. “Entre tanto caos y un país que se descomponía, ¡Ellos venían a poner orden!”
“Así, el movimiento talibán, con esas acciones, gana cada vez más adeptos; principalmente, en el sur del país, el cinturón pastún”.
“De nuevo, traten de colocarse en la piel de un afgano en esos tiempos: el país se cae a pedazos, te pueden matar en cualquier momento…y de repente, viene una milicia organizada a restaurar el orden con métodos sanguinarios y sin pensárselo dos veces. Además, Afganistán es un país muy religioso, y ellos levantan la bandera de la fe y el Corán contra el libertinaje y la putrefacción social”.
“Visto a la distancia, y conociendo lo que luego serían los Talibán, es difícil entender su éxito, pero en ese momento, para mucha gente, la aparición de este grupo fue casi una salvación”.
Conquistan Kandahar, la gran ciudad del Sur. Se expanden rapidísimo: tienen la moral altísima, tienen armas, no los pueden vencer. En un abrir y cerrar de ojos, controlan medio país. Es inevitable que lleguen a la capital, Kabul.
Es bueno recordar cómo restauraron el orden en la ciudades que ocuparon y cuando controlaron el país. Y es claro por qué el éxodo masivo de miles de ciudadanas y ciudadanos de Kabul principalmente, la capital y ciudad más “abierta”. En el interior los Talibán son más aceptados, por la ortodoxia religiosa escasa de derechos que predomina en muchos pueblos pastores y campesinos. Pero sin dudas la coerción y el terror invadió a gran parte de la ciudadanía al ver las ejecuciones públicas en los estadios a cualquiera que infrinja las normas establecidas por el orden y la moral. Las lapidaciones a los adúlteros/as. A los ladrones las manos cortadas o a los bebedores de alcohol, la flagelación.
Hoy se restauraron esos “códigos sagrados”. La Ley Marcial Talibán bajo la interpretación que ellos hacen de las reglas. Los programas de radio y TV transmiten sólo las noticias que ellos filtran, la música en las radios es religiosa y se ha prohibido el uso de internet y los cines. Se reza cinco veces al día y la uniformidad en la vestimenta para los hombres que deben abandonar la “moda occidental”, deben llevar barba y pelo corto. Se deja de celebrar el 1° de Mayo por considerarlo una “celebración comunista».
El lema que impusieron de hecho fue: «contra el caos, rectitud». Al costo que fuera. Ahora lo repiten. “En esa rectitud impuesta por los Talibán, sumado al viejo código de ética que manejan los pastún y la interpretación radical de los preceptos religiosos, quienes peor la pasaron fueron las mujeres. Ya de por sí, Afganistán era, y siempre, fue una sociedad conservadora. Pero los Talibán se encargaron de correr los límites aún más”. (Fernando Duclos, El Retorno de los Talibanes)
El papel de las mujeres, para ellos, es el de encargarse de la cohesión familiar. No pueden hacer nada, absolutamente nada que atentara contra ello, o fuera de esos objetivos.
“¿Hacer ruido de zapatos al caminar? El “toc-toc” provocaría a otros hombres y despertaría deseos lascivos. Prohibido”.
“¿Cantar? Tampoco. ¿Para qué sirve?. ¿Salir solas a la calle? Por supuesto que no y, en todo caso, sí o sí con burka, ¿Hacer deporte, pintar?”
“Tampoco pueden ir a la escuela”: “allí verían hombres que no eran de su familia”. Había que hacer escuelas separadas, pero no existían los recursos. Entonces que se queden en sus casas”. (F. Duclos, El Retorno de los Talibanes)
En durísimas condiciones las mujeres se fueron abriendo paso, donde una de las organizaciones de gran repercusión y arraigo en Kabul y otras ciudades fuela Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, fundada en 1977 por Meena Keshwar Kamal. Una organización que nace en la lucha por los derechos de las mujeres y por una sociedad laica y democrática. Denunció abiertamente al gobierno títere ruso que controlaba Afganistán en aquellos años, así como se enfrentó a los Muyahidiines (1992-2002) y posteriormente a los talibanes y tras su derrota, a EEUU.
La organización denunció públicamente el carácter de estos últimos en los vejámenes de los soldados invasores, así como argumentaban que aún con el gobierno del presidente Hamid Karzai, (2001 al 2009) en la mayor parte del país, las violaciones contra los derechos de la mujer seguían produciéndose como en tiempo de los talibanes. Debido a su oposición a todas las formas de fundamentalismo religioso y a su no-alineamiento con los gobiernos de turnos fue combatida tanto en Afganistán como en Pakistán. Su líder Meena fue asesinada en 1987. Hay otras organizaciones de mujeres que siguen adelante y han protagonizado expresiones de resistencia en las calles en los últimos días.
De esta manera gobernaron de 1996 al 2001 los Talibanes. En ese período también buscaron como anuncian hoy, “abrirse al mundo” y tratar de hacer acuerdos financieros y de negocios. En un principio los Estados y monopolios de países imperialistas apoyaron. De hecho una delegación Talibán visitó Houston en EEUU y Buenos Aires, donde entablaron vínculos con Carlos Bulgheroni, dueño de Bridas, quien en esos años se fusionó con la cuarta empresa estadounidense, Amoco que era dueña de una de las principales reservas de gas del planeta ubicada en Turkmenistán. Desde allí Bulgheroni planeaba proveer a los mercados de India, China y Japón, pero debía pasar por varios países de Medio Oriente, entre ellos Afganistán que estaba en guerra.
La política opresora de los Talibán, el derrumbe económico de un país arrasado por la opresión externa y la guerra civil fueron debilitando sus bases de apoyo, factor que aprovechó EEUU tras el atentado a las Torres Gemelas para invadir en la “cruzada antiterrorista mundial” y bajo el pretexto de que los Talibán protegían a Bin Laden, el supuesto autor del atentado y cabeza del grupo terrorista Al-Qaeda y también “terminarían con sus aliados en el poder y regresaría la república y las libertades”.
Lo que sucedió luego es conocido.
UN NUEVO PERIODO POLÍTICO
Ahora tras largos 20 años se abre una vez más un nuevo periodo político con los talibanes nuevamente en el poder. Una vez más, las nubes que desatará la tormenta de una guerra civil se cierne sobre Afganistán. Los talibán necesitan afianzarse en el poder pero con un país quebrado y arrasado necesitan ayudas financieras que les posibilite ganar tiempo. En este terreno se jugará también la disputa internacional. China ya manifestó su voluntad de ayudar al nuevo régimen.
Por otra parte sectores y funcionarios del gobierno derrocado, encabezados por su vicepresidente, han manifestado su deseo de reagruparse y prepararse para una guerra larga en el país. El epicentro vuelve a ser el valle de Panjshir, a150 kilómetros del noreste de Kabul (capital de Afganistán), hoy el último reducto de la resistencia contra el dominio talibán, un valle de empinadas montañas que no ha pisado ninguna fuerza invasora en más de 40 años. Aquí la guerrilla resistió la ocupación de las tropas soviéticas que no pudo penetrar en los ‘80 (1979-1989), pero tampoco pudieron los talibanes posteriormente en los ‘90 (1996-2001), convirtiéndose en un bastión de oposición.
Ahora, en una muestra de “amplitud y pacificación”, los Talibán han anunciado una amnistía general a los partidarios del gobierno saliente y simpatizantes de EEUU e incluso han ofrecido cargos a funcionarios salientes e históricos dirigentes afganos, algo que ayudaría a calmar la situación en el país. También se sabe que los talibanes llevan adelante una apertura inclusiva para la gran mayoría de las sectas religiosas en un proceso político para alejar los enfrentamientos y hostilidades que podrían derivar en una nueva crisis política.
Todo esto está en marcha, y a la espera de la retirada definitiva de las tropas estadounidense anunciada para el 11 de septiembre, aunque hay una gran desconfianza en cuanto a los números que divulga el Pentágono de alrededor de 2.500 soldados, pero otros sectores afganos afirman que son más de 3.500 marines desplegados en el país.
También es sabido que EEUU dispone de 16 mil contratistas sobre el terreno en Afganistán, vinculados a los negocios petroleros y otros de servicio. Entre esos servicios se encuentra la logística militar a las tropas y armamento desplegado. Nada se ha hablado del retiro de estos contratistas, ni de los más de mil soldados no divulgados. Todo esto hace suponer que la retirada de EEUU será lenta y tendrá períodos de nuevos esfuerzos para volver, utilizando su poderío militar y el chantaje financiero. Sin dudas volverá a aprovechar y estimular la división y el enfrentamiento interno entre los sectores en pugna.
Pero lo cierto es que la derrota de los EEUU estimula y trae nuevos aires a un pueblo que lleva sobre sus espaldas una gloriosa tradición de ser indomables. Ese mismo aire seguro ayudará a los sectores verdaderamente antiimperialistas, democráticos, feministas y otros que ya empiezan a desafiar en durísimas condiciones, las brutales reglas impuestas hacia las mujeres y otras expresiones públicas para que no se cambie la bandera nacional por la que imponen los talibanes. Nuevos aires que ayudarán a reorganizarse y avanzar en la lucha para levantar un país hundido en la miseria, saqueado y disputado por ocupaciones imperialistas y gobiernos que han oprimido a su pueblo, en particular a las mujeres, diversidades de géneros y minorías étnicas.