Eva Duarte, “Evita”

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La imagen y el recuerdo de Eva Duarte, “Evita”, en este nuevo aniversario quizás cobre nueva fuerza como símbolo de la resistencia y el odio a la oligarquía, esa misma que hoy cuenta sus obscenas megas ganancias con un gobierno de ultra derecha donde el oídio a Evita está corporizado en el desprecio a los pobres y a la “maldita justicia social” a decir del propio Javier Milei.

Los héroes de Milei son aquellos que detentan el poder concentrado, aquí y en el mundo, ese pequeño grupo de poderosos que trasciende los gobiernos porque tiene espaldas para chantajear y pisotear a los que inclinan su espalda para ser pisoteados.

Nuestros héroes, por el contrario, están en las causas y dirigentas nobles como Eva Perón. En ella y tantas otras que marcaron la otra cara de un país que se forjó a fuerza de sacrificio y lucha, pero donde el papel de las mujeres hizo más heroica y solida aquella tarea de construcción soberana.

Pero el camino de Evita es el de la certeza en cuanto a que si se les concede a los sectores de la oligarquía vienen por más, porque sus fortunas y poder lo construyeron sobre la explotación y sometimiento de los pueblos.

Esta certeza no escuchada fue también la que trajo a este gobierno de ultra derecha luego del fracaso del Frente de Todos.

Con la muerte de Eva el proyecto nacional encabezado por el General Perón sufrió un golpe anímico y político muy importante, se puede decir que empezaba la cuenta regresiva de lo que iba a suceder en aquellos trágicos días de junio de 1955 con el bombardeo infame a Plaza de Mayo y el golpe de estado posterior en septiembre de ese año.

Luego ya nada volvería a ser igual porque los enemigos declarados se impusieron por su fortaleza y los errores del gobierno popular cuando se debía confiar mas que nunca en el pueblo, organizarlo y armarlo para defender lo conquistado en esa década ganada.

Las enseñanzas son claras. Los enemigos del pueblo y de la patria se ensañan con aquellas personas que encarnan las conquistas y derechos del pueblo, aún con sus limitaciones. A estos le dedican su brutalidad que esconde su inmenso miedo a perder posiciones. Pero también se ensañan con aquellos débiles que no se animan a enfrentarlos más allá de su retórica. A estos le dedican todo su desprecio y lo pisotean como un felpudo.  

Evita es símbolo de lo público y fue “culpable” de planificar desde el gobierno obras urgentes en los barrios, mejorando las condiciones de vida expresada en obras de comedores y merenderos, hogares de tránsito para mujeres y quienes viniendo del interior no tenían donde vivir. Se construyeron policlínicos en el conurbano bonaerense y decenas de ciudades del interior. Fueron construidas miles de escuelas, hogares para ancianos y hogares para huérfanos, colonias de vacaciones, jardines de infantes, residencias para estudiantes del interior. Promovió el deporte como política de Estado vinculado a la salud y el esparcimiento. Junto con Ramón Carrillo por entonces ministro de Salud dieron el puntapié inicial de los “Torneos Evita”.  

Pero además se identificó siempre con la clase obrera, la relación con la CGT fue muy fluida, fue la central que la propuso como postulante a vicepresidenta de la Nación en el histórico Cabildo Abierto de agosto de 1951. 

Un camino soberano

Fueron muy claras las posturas de Evita sobre el país y el papel del imperialismo y la oligarquía subordinada a ellos y no se callaba y lo denunciaba. Estas son las razones de fondo del odio visceral a su figura. 

Evita decía: “¡Los imperialismos! A Perón y a nuestro pueblo les ha tocado la desgracia del imperialismo capitalista. Yo lo he visto de cerca en sus miserias y en sus crímenes. Se dice defensor de la justicia mientras extiende las garras de su rapiña sobre los bienes de todos los pueblos sometidos a su omnipotencia. Se proclama defensor de la libertad mientras va encadenando a todos los pueblos que de buena o de mala fe tienen que aceptar sus inapelables exigencias”.

Y agregaba: “Pero más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos. Yo los he conocido también de cerca. Frente a los imperialismos no sentí otra cosa que la indignación del odio, pero frente a los entregadores de sus pueblos, a ella sumé la infinita indignación de mi desprecio. Muchas veces los he oído disculparse ante mi agresividad irónica y mordaz. ´No podemos hacer nada´, decían. Los he oído muchas veces; en todos los tonos de la mentira. ¡Mentira! ¡Sí! ¡Mil veces mentira…! Hay una sola cosa invencible en la tierra: la voluntad de los pueblos. No hay ningún pueblo de la tierra que no pueda ser justo, libre y soberano. ‘No podemos hacer nada’ es lo que dicen todos los gobiernos cobardes de las naciones sometidas. No lo dicen por convencimiento sino por conveniencias”.

Los enemigos de hoy

Los verdaderos enemigos declarados del pueblo, los negacionistas, los lavadores y endeudadores seriales, los que amasan su poder económico y político a costa del sufrimiento del pueblo para llevarse sus ganancias a los paraísos fiscales. Esa es su “república” y lo muestran sin tapujos hoy desde el gobierno.

Aquellos enemigos declarados de los pueblos, pretenden terminar su faena imponiendo un “cambio de época” donde sus valores sean consolidados. Quieren más privatizaciones, la flexibilidad laboral, la quita de derechos a mujeres y demás géneros e identidades, quieren terminar de destruir la educación y la salud pública, mientras fomentan sus valores basados en el individualismo, “la excelencia”, la falta de solidaridad, el desprecio con los débiles y lo soberano.

Supieron construir con la ayuda de los medios una base electoral muy importante. No los subestimamos, son muy peligrosos, pero no invencibles y es justamente aprendiendo de la historia, construyendo desde abajo, luchando y entrelazando las expresiones de dignidad en cada territorio para emprender el camino donde el pueblo se vuelva a imponer por el camino de la lucha, las puebladas o las elecciones.

Y es aquí donde el ejemplo de Eva Duarte, “Evita” renace porque es presente y es futuro de un pueblo liberado.