En una dirección revolucionaria

Córdoba, 12 de mayo de 1970. Más de 400 obreros tomaban la planta de la matricería Perdriel de IKA-Renault, encabezados por sus delegados, entre ellos Agustín Funes. Rechazaban el traslado de tres candidatos a delegados a otra planta, pactado entre la empresa y la dirección del SMATA de Elpidio Torres; maniobra mediante la que intentaban evitar que sean elegidos. Se profundizaba el proceso abierto con el Cordobazo un año antes. Luego de 3 días de toma, junto a una amplia solidaridad obrera y popular, triunfaron.

La clase obrera mostró lo que estaba dispuesta a hacer para defender las direcciones clasistas, antiimperialistas y antidictatoriales que crecían en el movimiento obrero.

Luego de la toma, los obreros y sus delegados, en una Carta Abierta explicitaron sus objetivos políticos y su balance:

“Al levantar nuestro conflicto no nos mueve ninguna pretensión jactanciosa, sino el simple deseo de transmitir a todos, lo que entendemos es un camino de victoria. No sólo por el positivismo de haber logrado lo que nos pertenece, y que nos habían quitado, sino que impusimos un método a nuestro accionar: el haber enfrentado a la violencia del régimen con nuestra violencia organizada, única garantía de que hoy se nos pueda escuchar.

“Para ello debimos violar la sacrosanta propiedad privada, metimos presos como rehenes a personeros de quienes nos explotan, y valga la experiencia: hasta dónde llegará la intransigencia patronal, que sabiendo el riesgo al que estaban sometidos sus personeros más fieles, que era el mismo de todo el conjunto de compañeros que allí se jugaban, seguían analizando la forma de negar una solución. Durante 55 largas horas que estuvo ocupada la empresa, hemos sido los dueños de ese territorio, dispuestos a jugar la vida en defensa de un principio tantas veces pisoteado: la democracia sindical. […]

“Compañeros: hemos comprobado cuánto más fuertes somos cuando estamos unidos alrededor de una dirección y una línea, una posición que no concilia, que no vende nuestras reivindicaciones, que sólo negocia desde posiciones de fuerza, manteniendo nuestra independencia de clase.

“Sabemos que cuando la clase obrera se pone en movimiento aparece un enjambre de políticos burgueses o de militares ‘patriotas’ que quieren montarse y mantenerse arriba de nuestras luchas para satisfacer sus apetencias de poder y llenarse los bolsillos. Dejamos claro que nuestras luchas no sirven a tales políticos y tales generales. Que nuestra lucha se opone férreamente, duramente, a la dictadura de Onganía. Como lo hiciéramos en Perdriel, a riesgo de nuestras vidas, en el rechazo a toda forma de opresión económica y social, en la búsqueda para instaurar un gobierno cuya cabeza y columna vertebral sea la clase obrera junto a otros sectores populares.”

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