«Si salimos, llegamos; si llegamos, entramos; si entramos, triunfamos».
Esa fue la certeza de los revolucionarios encabezados por Fidel Castro en 1956 en México, preparando el Granma para luego zarpar hacia Cuba…hacia la hazaña revolucionaria que cambiaría la historia.
Tres años después triunfaba la gloriosa Revolución Cubana en 1959, liderada por Fidel Castro y los revolucionarios, entre los que se encontraba el Che Guevara de gran protagonismo junto a Camilo Cienfuegos, Raúl Castro y otros.
La revolución había triunfado llevando adelante la lucha armada protagonizada por el campesinado, combinada con la insurgencia en la Habana y las principales ciudades de la isla. El levantamiento popular fue un bastión fundamental para que triunfase la revolución en esa pequeña isla del Caribe, a escasas millas del imperialismo norteamericano.
Ese pequeño bastión se transformaría en un faro para los pueblos que buscaban sacudirse las cadenas del imperialismo y las oligarquías locales. Porque ellos fueron más allá, con el triunfo de la revolución no solo habían derrocado la dictadura de Batista, sino que emprenderían desde las simientes el cambio en la economía con la reforma agraria y el proceso independiente en la industria partiendo de la nacionalización de las empresas estratégicas mientras se preparaban los cambios en la superestructura política, en la justicia, las FFAA y la cultura. El pueblo tenía un gobierno legítimo porque gobernaba para la inmensa mayoría.
“Quizás ni nosotros mismos estábamos plenamente conscientes de cuán gigantesco paso significó en la historia de nuestra patria y del continente americano, aquel Primero de enero de 1959, que estaba llamado a ser también un acontecimiento extraordinario en el desarrollo del movimiento revolucionario mundial”.
Fidel Castro
Mas a fondo, construyendo y “abriendo las cabezas”
La invasión de Bahía de Cochinos y el bloqueo económico llevaron a acentuar cada vez más la radicalización del proceso, expropiando todas las compañías imperialistas y de los capitalistas cubanos.
Y llevó también a la profundización de las relaciones con los países del Tercer Mundo, China y también la Unión Soviética. La URSS, (que se había transformado en una potencia imperialista) se dio una fuerte política de acercamiento a Cuba, comprando su producción azucarera, proveyéndoles petróleo y apoyo militar pero a la vez, buscando ganar terreno estratégico en su disputa imperialista con EEUU. El estancamiento en la industria y la llamada “crisis de los misiles” en parte lo explicarían.
En este período se abriría un debate en el seno del gobierno y el pueblo en torno a la independencia económica y política de Cuba, donde el Che jugaría un gran papel desde el Ministerio de Industria creado en 1961 a favor de un proceso de sustitución que permitiera ir cambiando el monocultivo de la caña de azúcar desarrollando una industrialización independiente, en un duro proceso de aprendizaje con idas y vueltas sobre la marcha en cuestiones estratégicas para el destino del país.
En el mismo año, Fidel proclamaría el carácter socialista del proceso revolucionario. El Estado cubano prácticamente había tomado el control de toda la economía de la isla, lo que sentaba las bases para la construcción socialista.
Así se iniciaba un proceso novedoso en América Latina, no solo en cuanto a sostenerse después de los embates imperialistas, sino en la construcción del socialismo, pero al mismo tiempo abriría grandes debates, ¿cuál era el camino a seguir en un país atrasado y dependiente donde se imponía el bloqueo norteamericano, que impedía a muchos países comerciar con Cuba?Y, más aún, ¿Qué significaba construir el socialismo?
¿Se podía mantener y desarrollar la independencia económica como base de la soberanía política o solo quedaba subordinarse a la división internacional que imponía la lucha inter-imperialista contra el imperialismo yanqui?
Como aquellos revolucionarios, ¡somos optimistas!
La revolución cubana no morirá porque es fruto de una epopeya popular histórica que deja para la actualidad invalorables enseñanzas, pero sobre todo para aquellas fuerzas que sostenemos la necesidad transformadora de los actos revolucionarios.
La realidad muestra, cómo fue en Cuba hace 64 años pero también en otros procesos triunfantes e inconclusos en la región, que no solo basta que haya opresión y desigualdades, hambre, pobreza y explotación, también y fundamentalmente hace falta la acción de lucha llevada a expresiones elevadas, revolucionarias, insurreccionales donde la vanguardia juega un papel decisivo en el proceso de la conquista del poder.
Una vanguardia necesaria para entender aquello que explicaría Mao Tse-Tung respecto a la lógica de los pueblos sobre “Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo, volver otra vez a la lucha, y así hasta la victoria”. En cada oleada los revolucionarios se harán más fuertes porque sacarán enseñanzas en la interminable lucha por cambiar un sistema social por otro más avanzado en todos los sentidos y ordenes de la vida.
Desde esta óptica miramos y aprendemos de los aciertos y errores de las epopeyas como la revolución cubana y otras experiencias que muestran esa lógica de los pueblos en tiempos presentes donde predominan los vejámenes de un sistema imperialista que lucra con la pandemia, las guerras y las superganancias obscenas mientras lleva a la destrucción de los ecosistemas autodestruyendo su propia razón de ser. Esta es la lógica del sistema imperante que hace rato traba el desarrollo de la humanidad para volverse más y más nocivo y peligroso. Estas son las razones objetivas y dialécticas porque la humanidad busca la liberación de las cadenas y son las miles de millones de razones para ser optimistas bajo el fuego enemigo.
Quizás por haberse atrevido a cambiar la historia, pero sobre todo por haberlo logrado, encontraremos las razones del porque la derecha y el fascismo ataca tanto a Cuba y aquellos procesos donde se destruyó revolucionariamente el poder concentrado de las clases que controlan el Estado opresor.
En Cuba y otros países, fueron mucho más lejos que las experiencias “progresistas”, heterogéneas en definitiva débiles y efímeras de alianzas populares “anti neoliberales” en la región en los últimos años hasta el presente.
Procesos revolucionarios donde se llevaron adelante cambios en la matriz productiva y la superestructura política, en particular en la destrucción de las viejas FFAA, iniciando un proceso de reconstrucción donde la depuración de los rangos de mandos en todos su niveles fueron reemplazados por las milicias revolucionarias junto a las bases populares en su seno y nuevas generaciones que se incorporaron, a la par de nuevas concepciones políticas e ideológicas en cuanto al papel de las FFAA ya como defensoras de la revolución y las fronteras del país, integradas con el pueblo, palpable en grandes campañas llevadas adelante desde el Estado.
Sin dudas este y otros ejemplos pueden explicar porque en estos largos 64 años, con un bloqueo criminal desde el inicio y las campañas de la prensa occidental contra la isla, no alcanzaron a desbancar al gobierno y torcer el rumbo.
Las muchas enseñanzas que nos deja, más allá de los grandes aportes y avances en la educación y la salud, así como otras conquistas y derechos sociales, es la convicción de que es posible el triunfo de los procesos revolucionarios aún en condiciones internas de adversidad influidas por los factores de la geopolítica.
Nos deja la enseñanza de que ni las personas y menos los procesos revolucionarios, son “imágenes inamovibles”, todo lo contrario, y los avatares del proceso cubano lo muestra en los diferentes períodos históricos que transitó hasta la actualidad con aciertos, retrocesos y desafíos por delante.
Nos deja el ejemplo del Che Guevara, el “hombre nuevo” exigiéndose como ser humano, siendo intransigente con sus principios pero desparramando su frescura y calidez. Su manera de promover sus ideas fue actuando conforme a ellas, siendo ejemplo hoy para los jóvenes frente a tanta frivolidad dominante.
Nos deja la certeza de que no está escrito como debe ser el salto dentro de un proceso revolucionario, porque dependerá de la realidad política y social de cada país, pero sí que debe “superar los atajos” y conciliaciones, para llevar hasta el final las trasformaciones revolucionarias como condición para que no quede piedra sobre piedra de la estructura responsable del sufrimiento de millones.
Un mundo nuevo está por delante y es con revolución!
Gustavo Funes
1ero enero 2023