Ejemplo de comunista y revolucionario
El día domingo después del mediodía nos dejaba el querido Héctor Rubel a los 94 años bien vividos, salvo los últimos, desde que padeció una caída y fractura de cadera que le cambiaría la calidad de vida como a tantos abuelos y abuelas que son afectados por la avanzada edad y las vicisitudes del hospital público, más allá del denodado esfuerzo y dedicación de los profesionales de la salud.
Héctor vivió intensamente como pensó. Fue un hombre que amó a su familia, su compañera de la vida Ana, sus hijas Diana y Laura y sus nietos a los que aconsejaba y se reía mucho..mucho.
Amó a su pueblo de manera intensa y depositaba el mismo amor por aquellos que sufrían y escribían la historia con su lucha en todo el mundo.
Muy lector y seguidor de la historia y el presente.
Amó la revolución de manera incondicional como herramienta de transformación de la sociedad. Conoció de cerca los logros de la Revolución Rusa a la que amaba por su grandeza y epopeyas. En sus 94 años fue protagonista de las grandes luchas que conmovieron nuestro país.
Fundador del PCR al que le dedicó toda una vida de militancia, pasando por varias tareas nacionales, siempre vinculadas a la prensa y la literatura revolucionaria.
Admiraba a Gody Álvarez a quien había afiliado en años de juventud y de militancia en las pensiones. Seguidor del proceso del SMATA Córdoba, tenía a René Salamanca como el ejemplo de dirigente del clasismo revolucionario.
Héctor, o Cesar como era su seudónimo de militancia, rompió con aquel partido denunciando el robo a jubilados y la inacción para con los responsables, “este no es el Partido que ayudé a fundar”, decía.
Luego sería parte de aquellos que decidimos dar el paso y fundar el Comunismo Revolucionario (PMLM) denunciando el abandono de una línea revolucionaria que cambiaría de alianzas estratégicas con enemigos del pueblo.
Los años no lo pudieron sacar de la militancia, pero si los golpes a su integridad física que lo fueron debilitando, aún haciendo esfuerzos por aportar con lo que pudiera hacer desde esa desventaja que se le impuso a su salud y a su vida.
El viejo, como revolucionario práctico y digno, no quería pasar sus últimos días “molestando” o verse tirado. El sabía cuando “debía irse” y se lo decía en estos últimos meses a su compañera Ana. Pero quería estar rodeado de su familia y los que el quería.
Y así se fue, tranquilo y rodeado de mucho amor y cariño, como el que el dio en su larga vida. El sabía que dio mucho y dejó muchas enseñanzas, ejemplos y una gran biblioteca “que sirva para las futuras generaciones” como sabía decir.
Sin dudas que su ejemplo de vida y militancia son imprescindibles para aquellxs que seguirán la lucha por la revolución, el socialismo y el comunismo.