Mientras los cuerpos de los chicos aún estaban tibios, el director de la revista THC, Sebastián Basalo, apresuró su veredicto: la culpa de estas muertes es la prohibición de la droga (Perfil, 19/4/16). “Hoy, producto de la ilegalidad, circulan sustancias de mala calidad y/o adulteradas”, asegura. Propone entonces el “testeo de pastillas antes de las raves y dentro de ellas” por ONG´s para que el consumidor conozca su composición. En el mismo sentido la ministra de Salud del GCABA, Ana María Bou Pérez, afirmó que “en otras sociedades hay ONGs que controlan la pureza de los comprimidos antes de entrar a este tipo de fiestas”. A esto el “periodista” Basalo le llama “políticas públicas centradas en la prevención de los riesgos y en la reducción de daños”, y asegura que se está aplicando “con éxito” en Europa, Colombia y México.
Según esto el problema no sería el narcotráfico –ni siquiera mencionado por este promotor de la droga– sino que se le explique al consumidor “los efectos, su duración, las dosis y los riesgos”. Al igual que la criminalización del consumidor, esta supuesta “prevención” en definitiva tapa a las mafias narco –amparadas por las fuerzas de seguridad de este Estado– que lucran aun a costa de la muerte de quienes simplemente buscaban diversión. Por eso, si por México hablamos, es evidente que esa “prevención” no anduvo para los 43 estudiantes desaparecidos por el narco Estado mexicano. ¿Cuál sería el “éxito” mexicano?
Además, ¿cuál sería el criterio de una droga de buena “calidad”? ¿Si es “adulterada”? ¿Si es “pura”? Cualquiera sabe que toda droga sintética es producto de la adulteración de sustancias; incluso la cocaína es producto de una síntesis. También se sabe ampliamente que aun la más “pura” cocaína –por ejemplo– no sólo es tremendamente adictiva sino que tiene alta probabilidad de llevarte a la muerte –previo trastornos no sólo físicos sino con la familia y los amigos–. Entonces, ¿el problema sería que los muertos no estropeen la fiesta?
Por otro lado, ¿alguien cree que un adicto al paco no sabe que está consumiendo veneno? ¿Y acaso así “elije”? Probablemente no sea un problema de las ONG’s europeas que testean dosis para “gente normal” (según la vice Michetti); porque los desechos de las drogas quedan en los países como el nuestro. Pero, según el director de la revista THC, ¿existe algún límite para prohibir una sustancia que afecta la salud?
La legalización de todas las drogas que propone Basalo (y varios que lo acompañan) no es “progre” sino liberal y reaccionaria. Por eso coincide con la propaganda dominante que nos muestra que sin droga no podemos divertirnos. Como se ve en las propagandas de cerveza o también de “Red Bull te da alas”, que curiosamente produce también las botellas de agua que acompañaron el “éxtasis” de la Time Warp. Por eso también aportan en este sentido monopolios como Monsanto, que ya creó la marihuana transgénica –con alto contenido de THC– y espera poder comercializarla sin obstáculos. Pero no hay promoción real de la salud sin denunciar el narcotráfico y la propaganda que naturaliza el consumo masivo de droga.
La liberación no pasa por “elegir” una sustancia. Queremos una diversión que no nos domestique, que no nos mate, que nos dé fuerza para seguir luchando. Tras perder a su novio y sobrevivir de la muerte Charo concluyó: “Pasé la noche internada y no quiero volver a ver el sol nunca más. Espero que sean conscientes y dejen de creer que la felicidad va por escuchar un DJ empastillado. Te puede llevar a vos o peor, dejarte sin la persona que más amás en el mundo”. Tremenda conclusión, simple, acertada, que delata a los propagandistas de la droga.