En tiempos de avance de la guerra imperialista por la disputa de áreas y recursos estratégicas en el mundo. En tiempos donde avanza la hambruna, las pestes y la superexplotación del trabajo asalariado. En tiempos donde los ecosistemas son arrasados por el voraz apetito imperialista. En tiempos donde la ultraderecha anticomunista como la de Milei pretende terminar con los derechos adquiridos por luchas y revoluciones, la propia realidad y la lógica de los pueblos, como afirmaba Mao Tse-Tung, se empeña en resistir para levantarse nuevamente en el largo camino por su liberación.
Reproducimos un artículo de Vamos! publicado el 26 de septiembre de 2019 con motivo del 70 aniversario del triunfo de la Revolución China.
El 1º de octubre de 1949 triunfó en China la revolución de Nueva Democracia dirigida por el Partido Comunista que encabezaba Mao Tse-tung. Con ella, triunfaba por primera vez en la historia una revolución que abría paso –culminada la reforma agraria– a la construcción y transformación socialista de un país semicolonial y semifeudal, oprimido por el imperialismo y en disputa entre diversas potencias imperialistas. Sigue siendo el país más poblado de la tierra, habiendo en aquel momento un 80% de campesinos, principalmente pobres. La revolución china fue un enorme paso adelante y realizó aportes fundamentales para todo el movimiento obrero y comunista internacional.
Dada la lucha alrededor de la propia historia de la Revolución China y los aportes de Mao Tse-tung, entendemos fundamental basarnos en los análisis de los maoístas chinos, que han hecho un estudio muy particularizado, sistematizado, detallado de todos los antecedentes y de todos los períodos de la Revolución China, y en particular en los cinco tomos de las Obras Escogidas de Mao Tse-tung. Hay periodos significativos en la Historia de la Revolución y el Partido Comunista de China. Influenciaron en ella los sucesos de la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia. Se inicia entonces la asimilación del marxismo-leninismo entre la clase obrera, los estudiantes y la intelectualidad china. En 1911 se produjo una revolución burguesa en China comandada por Sun Yat Sen, donde se instaura la república; aunque, por su condición de clase, no resolvió el problema de la tierra y la liberación, por lo que fue rápidamente derrocada. Luego se produjo el movimiento del 4 de mayo de 1919, que unió a obreros y estudiantes. En 1921, se fundó el Partido Comunista de China (PCCh).
Periodos fundamentales
La primera Guerra Civil Revolucionaria fue una expedición armada al norte contra los caudillos militares. Duró tres años y, aunque fracasó, encendió una gigantesca mecha revolucionaria en China, sobre todo porque despertó la lucha de millones de campesinos.
Ésta fue una guerra que se hizo en alianza con el Kuomintang dirigido por Sun Yat Sen, que había pasado a apoyar la Revolución Rusa y sostenía la alianza con el PCCh y el apoyo a los obreros y campesinos. Posteriormente, luego de su muerte, esta guerra fracasó por la traición del Kuomintang, ya dirigido por Chiang Kai Shek, que desató una matanza gigantesca en el año 1927. Esta traición fue facilitada en el último período por graves errores oportunistas de derecha del secretario general del Partido Comunista de China, Chen Tu-siu, tal como denunciaron entonces Mao y otros dirigentes de PCCh.
Posteriormente a esta derrota, el Partido desata nuevas luchas, nuevas insurrecciones, como la de Cantón el 1° de agosto de 1927, iniciándose el período de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria. Paralelamente, Mao Tse-tung, reuniendo las fuerzas dispersas de los numerosos combates de obreros y campesinos que venían resistiendo, los condujo hacia las montañas Chingkang, en la zona sur-centro de China, donde llegó en octubre. Allí estableció lo que fueron las bases guerrilleras, que combinaron la lucha militar con la lucha económica y mantuvieron en alto las banderas revolucionarias del pueblo chino. Contra esto, el ejército reaccionario desata una feroz represión, las llamadas “Campañas de cerco y aniquilamiento” del gobierno de Chiang Kai-shek. Fracasó la primera, fracasó la segunda, fracasó la tercera, fracasó incluso la cuarta. Había una aguda lucha de líneas sobre la manera correcta de combatirlo. Y Chiang Kai-shek triunfó en la quinta, dejando en una situación muy difícil a los revolucionarios, prácticamente cercados.
Mao Tse-tung encabeza entonces en octubre de 1934 la heroica Larga Marcha de más de 10.000 kilómetros desde las montañas Chingkang hacia la zona noreste de China, zona clave para enfrentar a los invasores japoneses. Marcha histórica, en que avanzan combatiendo en medio de extremas dificultades: arrancaron 200 mil combatientes y llegan 30 mil a Yenan un año después. Durante la Larga Marcha, en enero de 1935 en la región de Sunshi, Mao es elegido secretario general del partido y comandante en jefe del Ejército Rojo. Mao venía sosteniendo desde hacía tiempo que la Revolución China, por el tipo de país, la forma de la acumulación revolucionaria era una guerra popular prolongada, en que debían enfrentar necesariamente armados a sus enemigos, y que debía ir del campo a la ciudad, creando bases revolucionarias en las zonas agrarias hasta culminar con la toma de las ciudades, a diferencia de la Revolución Rusa, insurreccional.
Luego de numerosas vicisitudes, se conformó un nuevo frente único con el Kuomintang contra el colonialismo imperialista japonés, que había acrecentado su poderío y extensión territorial. Se inició así el período de Resistencia al Japón que culminó en 1945 al ser derrotado el fascismo japonés.
Comienza entonces la Tercera Guerra Civil Revolucionaria, que va desde 1945 hasta 1949, donde el PC de China enfrentó a la contrarrevolución comandada por Chiang Kai-shek y el imperialismo norteamericano, y logró el triunfo de la Revolución de Nueva Democracia y la instauración de la República Popular China. El Programa Común establecía que el nuevo Estado era una dictadura democrática-popular dirigida por la clase obrera sobre la base de la alianza obrero-campesina.
La transición y las transformaciones socialistas
Aquí se inicia el llamado “período de transición”, en que se termina la reforma agraria en todo el país, y en que la línea general y la tarea general del Partido para este período consistía en cumplir en lo fundamental la industrialización del país y las transformaciones socialistas de la agricultura, de la industria y comercio capitalistas. En el desarrollo de este período, la contradicción principal interna en China pasó a ser entre la clase obrera y la burguesía.
Este período se caracterizó por una aguda lucha de clases y líneas entre quienes seguían parados en el mismo sitio después de haber alcanzado el triunfo de la Revolución de Nueva Democracia, y sin comprender que ha cambiado el carácter de la revolución, continúan sosteniendo conceptos oportunistas de derecha. Esto estaba fogoneado por formulaciones de altos dirigentes del Partido como “establecer firmemente el orden social de nueva democracia” y que resistían las transformaciones socialistas. Frente a esto se desarrollaban también errores de “izquierda” que consideran demasiado largo el período de transición y se impacientaban.
La revolución china dirigida por el Partido Comunista significó el fin de la dominación de las potencias imperialistas sobre el país, el fin de los terratenientes y la derrota de la burguesía asociada a éstos. Cientos de millones de campesinos lograron acceder a la propiedad de la tierra, se terminó con el hambre, avanzaron en la cooperativización socialista, se produjo un enorme avance en la industrialización sobre la base fundamentalmente de la propiedad estatal socializada, se crearon sistemas universales de salud y educación, se desarrolló una intensa lucha para que las mujeres se liberaran de las prácticas feudales arraigadas por miles de años, y muchos otros avances. Por primera vez la clase obrera y el pueblo chino tuvieron el poder en sus manos.
La revolución china fue un gran paso práctico para la clase obrera y el movimiento comunista mundial. Fue Mao Tse-tung fundamentalmente el que lo sintetizó teóricamente, haciendo un gran aporte al marxismo-leninismo, no solo en cuanto a la estrategia y táctica revolucionarias en los países oprimidos, sino también en cuanto a la construcción socialista, en los terrenos económico, filosófico y en la lucha contra el revisionismo y la restauración del capitalismo.
La revolución en los países oprimidos
Lenin en 1916 brindó uno de sus aportes fundamentales, analizando que se había abierto una nueva fase en el desarrollo del capitalismo, la fase imperialista monopolista, la fase de su descomposición histórica. Se había abierto una nueva época revolucionaria en la historia de la humanidad. Y analizó que en esa fase se había producido una división fundamental del mundo entre países imperialistas opresores y países oprimidos (coloniales, semicoloniales y dependientes). Analizó esencialmente los fenómenos económicos y políticos concerniente a esta situación.
También precisó en 1916 en su artículo “Balance de la discusión sobre la autodeterminación”, punto básico del problema nacional, que ésta había dejado de ser una parte del movimiento democrático general, y se había convertido ya en parte integrante de la revolución proletaria general, de la revolución socialista. Y en el II Congreso de la Internacional Comunista de 1920 había aportado numerosas consideraciones sobre este problema e insistido sobre la importancia de la hegemonía proletaria en la revolución.
Mao Tse-tung desarrolló a fondo estos problemas esbozados por Lenin y fundamentó en “Sobre la Nueva Democracia” y “La Revolución China y el Partido Comunista de China” por qué la revolución en los países oprimidos formaba ya parte de la revolución proletaria mundial y no de la revolución burguesa, y se constituía de dos etapas ininterrumpidas, la revolución democrática y la revolución socialista.
La vigencia del marxismo-leninismo-maoísmo
Producida en 1957 la restauración del capitalismo en la Unión Soviética, fue Mao Tse-tung al frente de los comunistas chinos quien desentrañó las causas más profundas de dicha derrota del proletariado, encabezando la lucha contra el revisionismo antimarxista no sólo en China sino a nivel internacional.
En los últimos años de su vida realizó quizás su mayor contribución revolucionaria. Desató y dirigió la Revolución Cultural Proletaria iniciada en 1966 y formuló la teoría de la continuación de la revolución bajo las condiciones del socialismo; es decir, bajo las condiciones de la dictadura del proletariado. Desató y dirigió así una revolución inédita en la que participaron millones y millones de trabajadores, llevando la democracia grande de las masas a un nivel desconocido en su lucha contra las fuerzas burguesas en el terreno de la superestructura y del poder, en la lucha por la revolucionarización de las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas en el socialismo.
La derrota de la primera etapa de la revolución socialista (1917-1978), el hecho de que en ningún país el proletariado se encuentre en el poder actualmente, es utilizada por el revisionismo para crear escepticismo sobre la posibilidad de la revolución y el papel de dirección de la clase obrera. Por eso el revisionismo debe manipular, omitir, deformar el concepto marxista de época revolucionaria, concebida como época histórica prolongada (Marx, Prólogo de Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859). Y debe ocultar que si esa primera etapa fue derrotada, efectivamente, lo fue dentro de una época revolucionaria prolongada, abierta por la fase imperialista del capitalismo, que conocerá nuevas oleadas y etapas revolucionarias. Porque se van tensando las tres grandes contradicciones fundamentales del mundo actual: burguesía-proletariado; países imperialistas y países, pueblos y naciones oprimidos; y las contradicciones intermonopolistas e interimperialistas; contradicciones que se influencian recíprocamente.
Esto es visible claramente en la actual crisis de superproducción relativa del sistema capitalista imperialista mundial, profunda y prolongada, donde las grandes lacras y putrefacción del capitalismo en su fase imperialista salen a luz descarnadamente y provocan la lucha de la clase obrera y de los pueblos oprimidos, como se ve en todo el mundo en la actualidad.