Los cambios en el gobierno, con la designación de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete, Axel Kiciloff como ministro de Economía, Juan Carlos Fábrega como presidente del Banco Central y la salida de Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio, son la expresión de una nueva etapa signada por la derrota política sufrida en las elecciones, y el gran problema económico evidenciado en el déficit fiscal, la balanza comercial y la crisis energética.
Así el gobierno, debilitado, cede terreno y estimula acuerdos con otros sectores de clases dominantes, aunque manteniendo la iniciativa. Tratarán de frenar la disparada inflacionaria con un acuerdo de precios, mayor endeudamiento (como ya lo hizo con bancos de China, Rusia y el Club de París), y una devaluación progresiva o la llamada “flotación dirigida” del dólar.
La principal preocupación del gobierno es traer dólares para revertir el déficit energético, que ya superó los 7.000 millones en lo que va del año, y poder cumplir con los pagos de la deuda pública.
El consenso de las clases dominantes
El cambio más importante es la designación como jefe de Gabinete al kirchnerista contemporáneo, Jorge Milton Capitanich Popovich (tal es su nombre completo). La gestión del ex gobernador del Chaco lo describe muy bien. Ha llevado una política de hambre sobre los hermanos originarios, una política pro-terrateniente favoreciendo entre otros a Eduardo Eurnekian (Corporación América), desde siempre vinculado al imperialismo ruso.
Eurnekian posee alrededor de 120 mil hectáreas de tierra entre Chaco y Formosa. Mártires López, dirigente qom de la Unión Campesina asesinado en el 2011 (hasta hoy sin justicia), denunció constantemente a este terrateniente y su vinculación con Capitanich. No es una casualidad, entonces, que Eurnekian haya calificado como “positivos” los cambios de funcionarios en el Gabinete dispuestos por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, manifestando su “apoyo total”. “Todos deben respetar los intereses del país y al equipo presidencial”, dijo a través de un comunicado oficial.
Capitanich fue jefe de Gabinete del gobierno de Eduardo Duhalde. También fue expresión del acuerdo duhaldista con Rodriguez Saá, cuando el puntano fue presidente por una semana. Duhalde dijo: “creo que la Presidenta ha acertado”, “es el primer jefe de Gabinete en serio que tiene este Gobierno”. Y agregó: “No estoy diciendo que Capitanich va a resolver los problemas del país. La situación de Argentina es muy difícil. Argentina necesita un proyecto consensuado con otras fuerzas políticas.”
Capitanich se vinculó con Néstor Kirchner a través de su socio Aldo Ducler. Ducler -muy cercano a Eduardo Duhalde- fue acusado por EEUU de lavar dinero del narcotráfico, funcionario de Hacienda durante la dictadura militar, y uno de los cerebros de la desaparición de los 500 millones de dólares por regalías petroleras de Santa Cruz.
La propia Repsol no olvidará la “muñeca” de Capitanich y el equipo económico de Duhalde, cuando se llevó adelante la devaluación en enero del 2002. Fue el principal monopolio beneficiado con un incremento en dólares de 1.064 millones por aumento de las exportaciones, y un beneficio neto de 162 millones de dólares.
También Clarín le debe a Capitanich su gestión personal en el Congreso para la aprobación de la Ley de Quiebras, ya que contaba con una deuda de 2.500 millones de dólares en el exterior.
Para los bancos se otorgó un seguro de cambio, para que paguen el saldo de su deuda externa contraída en dólares por valor de 11.400 millones de dólares.
Vale aclarar que los cambios producidos en el gobierno no son a pesar de CFK, sino con ella. Es una consesión en una situación adversa, si se tiene en cuenta que el juego principal del kirchnerismo era la re-reelección que quedó sepultada en las PASO.
Ahora el gobierno cambia la relación con los gobernadores, y la señal dentro del peronismo fue clara y contundente cuando CFK sentenció que “hay que sacarse las anteojeras”, marcando así los nuevos tiempos de la transición.
Las reformas al Código Civil expresan los nuevos tiempos que corren. Allí se ve el acuerdo con la Iglesia, en el artículo 19 (que establece la existencia de la persona humana desde la concepción). También se cercenan derechos laborales (como denuncia la Asociación de Abogados Laboralistas), cuando se pone en igualdad de condiciones a un trabajador con su patrón y se eliminan los juicios al Estado.