Mao Tsetung y el camino revolucionario (Nota 5)

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Finalizamos la reproducción de los extractos de la charla-homenaje de Jorge Rocha a Mao Tsetung realizada en 2001. En esta ocasión se abordan las cuestiones de la forma principal de lucha y el camino estratégico de la revolución.

Como desarrolló Rocha, también para China Mao Tsetung señaló que la tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del poder por medio de la lucha armada: este revolucionario principio marxista-leninista tiene validez universal. “No obstante –analizó–, ateniéndose al mismo principio, el partido del proletariado lo aplica de distinta forma según las distintas condiciones de cada país. Mao Tsetung definió que a diferencia de la estrategia insurreccional, que reconoce un período de acumulación política antes de emprender el levantamiento armado y la guerra civil y sigue el camino de la ciudad al campo, en China la forma principal que recorría todo el período revolucionario era la lucha armada, y el camino era del campo a la ciudad. La lucha armada en China significaba de fondo la guerra campesina; y la relación del partido del proletariado con el campesinado y con la guerra campesina eran una y la misma cosa.”

“¿Y esto por qué? Porque a diferencia de los países capitalistas desarrollados, y de países oprimidos como el nuestro, en los que la clase obrera no sólo es la fuerza dirigente sino también el contingente principal de las fuerzas motrices, en China el proletariado era la fuerza dirigente pero no era el contingente principal de las mismas. En una población en aquel entonces de más de 450 millones, sólo 3 millones aproximadamente componían e1 proletariado moderno. El carácter semicolonial y semifeudal de la sociedad china, el que las relaciones de producción semifeudales fueran dominantes y la población campesina abrumadoramente mayoritaria (el 80 % de la población), determinaban que, si bien el proletariado era la fuerza dirigente, el campesinado era el contingente principal de las fuerzas motrices en la revolución.”

La lucha de líneas en China y en la Internacional Comunista
Estas posiciones y aportes de Mao tuvieron que enfrentar la polémica abierta tanto en China como en el seno de la Internacional Comunista “contra las posiciones derechistas, seguidistas de la burguesía, que predominaron en el Partido Comunista chino en las postrimerías del período de 1924 a 1927. Estas posiciones concentraban unilateralmente su atención en el movimiento de masas y facilitaron la derrota de la Expedición al Norte. Y se desarrollaron también en polémica contra el oportunismo de izquierda, que tuvo mucho peso hasta 1931 y continuó teniendo peso en los primeros años de la década del ‘30, perjudicando la lucha durante la fase de la guerra revolucionaria agraria. Estas posiciones tomaban como tarea central la preparación para el levantamiento en las ciudades y el trabajo en las zonas blancas.”

“La lucha contra el oportunismo de izquierda se desarrolló también en polémica contra las teorías y las posiciones de Trotski. Quien, en lucha contra Stalin, combatió la concepción marxista-leninista de la revolución ininterrumpida y por etapas, a la que calificó de reaccionaria, y sostuvo que la revolución china tenía un carácter tanto antifeudal como antiburgués, afirmando que el explotador más odiado en el campo chino era el campesino rico usurero. En cuanto al camino del campo a la ciudad, para los trotskistas significaba directamente una traición al marxismo.”

“Los aportes de Mao Tsetung se desarrollaron también en polémica contra tendencias dogmáticas muy fuertes existentes en ese entonces en China, en la URSS y en la Internacional Comunista. Tendencias dogmáticas que menoscababan y polemizaban contra los aportes de Mao Tsetung, a quien acusaban de ser un dirigente pragmático, de mentalidad campesina. Estas tendencias, insurreccionalistas, impulsaban una traslación mecánica de la experiencia rusa y llevaron a resultados desastrosos, no sólo en China, sino también en numerosos países; principalmente en numerosos países oprimidos.(…).”

En América Latina
Estas polémicas también se reprodujeron en América Latina, donde en países dependientes donde predominaban relaciones semifeudales, numerosos Partidos Comunistas actuaban de manera dogmática: “Tras un planteo estratégico insurreccional, no fueron al encuentro de las masas campesinas ni practicaron una política correcta con la burguesía nacional. En la mayoría de los casos ignoraron alegremente las enseñanzas maoístas y no integraron el marxismo-leninismo con la práctica de la revolución en sus respectivos países, con lo que ocasionaron enormes dificultades para el avance del proceso revolucionario, produciéndose importantes derrotas. (…) Luego de la restauración capitalista en la URSS en 1957, la mayoría de estos partidos abandonaron el marxismo-leninismo y siguieron los dictados del socialimperialismo. Conocimos entonces la teoría del capitalismo dependiente, adoptada posteriormente en la reunión de Partidos Comunistas de La Habana de 1975. Teoría muy útil para ocultar la existencia del socialimperialismo ruso, su penetración en América Latina y para ocultar la lucha interimperialista en el patio trasero del imperialismo yanqui. (…) Conocimos también entonces la revitalización de la vieja teoría reformista de la vía pacífica para la conquista del poder. Es decir, compañeros, revisionismo puro. (…)”

Pero los procesos revolucionarios latinoamericanos del siglo XX pusieron en evidencia lo erróneo y perjudicial de ese doctrinarismo y revisionismo: “Y si no, veamos. ¿Qué mostró la Revolución Mexicana de principios del siglo XX? ¿Y la Revolución Cubana? ¿No fue Cuba un ejemplo de una revolución democrática, agraria, antiimperialista en marcha ininterrumpida al socialismo? ¿No fue Cuba un claro ejemplo del triunfo del camino del campo a la ciudad? ¿No fue Cuba una demostración palpable de que la forma principal de lucha en el proceso revolucionario de muchos países era la lucha armada?”

“La teorización posterior de la Revolución Cubana realizada por Regis Debray, apoyada por importantes dirigentes cubanos, no sólo ocultó deliberadamente a Mao sino en especial la verdadera experiencia de las masas campesinas cubanas y las particularidades de la dirección del proletariado en ese proceso. Proceso que, dirigido por quienes eran en ese entonces verdaderos marxistas-leninistas, encabezados por Fidel Castro, derrocaron a Batista en 1959 a través de la lucha armada. Esa teorización revisionista de Regis Debray, de carácter pequeñoburgués, que tanta difusión tuvo en la década del ‘60, ocasionó grandes daños al proceso revolucionario latinoamericano. ¡Vaya a saber a quiénes respondió ese pseudo teórico de experiencias y de sangre ajenas!”

“La posterior lucha de líneas (reflejo de la lucha de clases que se libró en la revolución socialista cubana) entre una línea de subordinación al socialimperialismo para combatir al imperialismo yanqui y una línea de desarrollo independiente de la revolución basada en las propias fuerzas, y el triunfo de la primera, no quita un gramo de verdad a lo dicho anteriormente. Así como tampoco quita un gramo de verdad el hecho de que la línea de oposición al curso que finalmente prevaleció en Cuba (línea de oposición que encabezó en ese entonces el Che), no fuese una línea sistemática, completa, sino embrionaria, acerca de cómo continuar la revolución bajo las condiciones del socialismo.”

El camino estratégico en nuestro país
En último término, Rocha remarcó que, a diferencia de China y muchos otros países oprimidos, en el caso de nuestro país lo que está planteado es el camino insurreccional: “En nuestro país, por las características que hemos señalado, más del 70% de la población es urbana. Sólo en la Capital Federal y en el Gran Buenos Aires habita casi un tercio del total de nuestra población. Sobre una población económicamente activa de 9 millones, de acuerdo al Censo de 1980 (…), hay aproximadamente más de 7 millones de asalariados. La historia de la lucha de clases en nuestro país, y más precisamente la historia más reciente, demuestra que el camino revolucionario en la Argentina va de la ciudad al campo, es insurreccional.”

“Pero definida esta línea estratégica en nuestra revolución, junto, a nuestros esfuerzos por ir descubriendo los caminos de aproximación a la misma (…), hemos rechazado también las concepciones trotskizantes, para las cuales no existe el problema agrario en el país. Por eso hemos definido en nuestro Programa que un largo proceso histórico ha demostrado que el camino de la revolución tiene su centro en las ciudades y a la insurrección como forma principal y superior de lucha. Pero también que a ésta la concebimos combinada con las modalidades propias de la lucha armada en el campo, que pueden producirse antes, durante o después del momento insurreccional.”

Rocha rechazó también la concepción de simultaneidad nacional de la insurrección, planteando la posibilidad de “la existencia de regiones en donde se tensan al máximo todas las contradicciones y en donde sin esquematismos, y sin rechazar ninguna forma de lucha, trabajamos también con una línea insurreccional”. Asimismo rebatió la idea de un continentalismo “que niega la particularidad de nuestros países, la existencia de nuestros Estados nacionales y, de fondo, la posibilidad de la revolución en un solo país; con lo que se rehúye asumir las responsabilidades propias en cada país.”

La vigencia histórica de los aportes de Mao Tsetung
Para finalizar, Rocha sostuvo: “No hemos concebido este homenaje como un acto formal. Los aportes de Mao Tsetung, un gigante del pensamiento y la acción, a la lucha revolucionaria y al desarrollo del marxismo-leninismo, han sido de enorme importancia y mantienen plena vigencia histórica. Estudiarlos para integrarlos a nuestro proceso revolucionario es un arma indispensable para servir a nuestro pueblo. Para animarnos a escalar las alturas y lograr la victoria.”