Jorge Rocha: la construcción celular del partido

Este 2 de septiembre se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de nuestro querido camarada Jorge Rocha.
Siempre lo vamos a recordar por su pasión por la revolución y los objetivos históricos de la clase obrera, el socialismo y el comunismo.
En tal sentido lo vemos en la tenacidad por la construcción del partido revolucionario de la clase obrera, condición fundamental para triunfar hacia esos objetivos históricos.
Recordar a Jorge (Aguirre) no es mirar en el recuerdo, sino tenerlo presente en cada paso que damos acercando al Comunismo Revolucionario a jóvenes obreros/ras, así como a aquellas/os hijxs del pueblo que necesitan la liberación y dan el paso en la conciencia para lograrlo.
Reproducimos el punto 12 de su libro “Fortalecer el Partido revolucionario de la clase obrera. Problemas de organización”, de la Editorial “Nuestra Época”, capítulo en el que analiza la lucha por la construcción celular y la estructura y el funcionamiento leninista del partido.

 La propuesta de acrecentar nuestras fuerzas y avanzar en la incorporación de los nuevos afiliados es una cuestión esencial para avanzar en la construcción de nuestra estructura orgánica leninista de Partido. Y esto, como referíamos, en la actualidad tiene un centro: el desarrollo y construcción de nuestras células, particularmente en las grandes empresas, y la construcción de nuevos Comités de Pueblo. Como señala el capítulo 22 del Balance del 5° Congreso, hemos dado pasos en este terreno, pero sigue siendo un problema fundamental. Hay aún muchos afiliados sueltos que no funcionan orgánicamente. Hay aún muchas puntas y pocas células.

La importancia de las células reside, como define el artículo 33 del Estatuto, en que son el contacto directo del Partido con las masas. Llevan adelante nuestra línea político-ideológica y difunden el periódico y nuestra literatura, se esfuerzan permanentemente por integrar la línea con su realidad particular, por desarrollar iniciativas y cumplir con las tareas generales y particulares, por cobrar las cotizaciones y por reclutar nuevos afiliados al Partido. Como nos lo ha enseñado la práctica, los miembros de la célula se educan y se integran en profundidad en la lucha de clases y en la vida política celular. En su funcionamiento colectivo y en la práctica real del centralismo democrático.

El funcionamiento político-ideológico y orgánico celular ha sido un eslabón clave en el estudio y el conocimiento de nuestra realidad política, ideológica, económica y social, y en el proceso de comprobación de nuestra línea; es decir, un eslabón clave en la elaboración de nuestra línea política general. Por eso es que la falta de una política de funcionamiento y construcción celular ha sido siempre una fuente de gran subjetivismo en el Partido.

Debemos reconocer que así como existen ejemplos de los que debemos aprender en relación al funcionamiento y a la construcción celular, es éste un costado débil de nuestra estructura y funcionamiento partidario. Y esto no es por un problema de “falta de tiempo”, y en muchos lugares no es tampoco por falta de relaciones de masas y de compañeros dispuestos a afiliarse e integrar la célula.

Básicamente tenemos este problema porque existe en nuestro partido una gran subestimación política de las masas, del debate y de las preocupaciones políticas e ideológicas que tienen las grandes masas obreras y populares. Y por ello es que también se subestima el fortalecimiento organizativo del Partido. La construcción organizativa paciente y persistente exige en primer lugar la lucha por la línea política e ideológica. Lo que requiere rechazar el oportunismo tacticista que entiende por línea política sólo y unilateralmente la táctica coyuntural.

Porque, ¿cómo puede actuar la célula hoy día, por ejemplo, sin comprender en la actual situación política cuál es el blanco, nuestros aliados, y las iniciativas y tareas planteadas, sin tener una ajustada caracterización de clase del gobierno de Menem? Como señaló el secretario de una célula de gran empresa del Gran Buenos Aires, en un reciente reportaje: “sin esto no podemos entrar en el inmenso debate que se desarrolla entre las grandes masas y en todos los lugares; y sin ser parte activa de él, sin conocer, sin convencer, sin saber ‘dónde le aprieta el zapato a las masas’ en cada lugar y momento, sin iniciativas de unidad y de acción, de acuerdo siempre a las circunstancias, no podemos avanzar ni hacer nada. Tampoco si no das opinión sobre temas generales, sobre lo que pasa en el mundo, en la Unión Soviética por ejemplo”.

Como parte de esa lucha política e ideológica, la construcción organizativa, la construcción celular, es una lucha particular. Es una lucha donde se ve en concreto si concebimos al Partido como un complejo de organismos centralizado y disciplinado, o si lo concebimos como una suma de individuos. Como un movimiento capaz de unificamos para una acción parcial y reformista, o como una organización capaz de dirigir una lucha tan grande como es la de acumular fuerzas, prepararnos y triunfar en la lucha insurreccional por el poder.

Organizar significa pugnar por unir a los compañeros en torno a los objetivos programáticos, a la línea política-ideológica y a la lucha por su integración con la realidad particular; esforzarse por reunirlos, por hacer planes, y ubicarlos correctamente para desarrollar las diversas tareas planteadas; significa practicar un método democrático que nos permita una centralización conciente y tener autoridades respetadas y elegidas por todos. Y de ese modo, como decía en el reportaje mencionado el secretario de la célula, “cuanto mejor organizados estamos y más fuertes somos nos relacionamos más y mejor con las masas. Claro que reunir la célula ‘no es soplar y hacer botellas’, significa una lucha particular para sortear una y mil dificultades, de horario, de lugar, de clandestinidad ante el enemigo, de problemas personales y familiares”.

Y es esta lucha la que está hoy subestimada, sin comprenderse que es parte sustancial de nuestra línea general y uno de los termómetros fundamentales del grado de acumulación de fuerzas revolucionarias.

Porque así como la difusión y el cobro del periódico es un termómetro del grado de desarrollo de nuestra política de frente único y de la relación política permanente con las masas, el funcionamiento y la construcción celular es el termómetro de la consolidación organizativa de nuestra influencia política e ideológica, y el cobro de las cotizaciones el de la continuidad de su funcionamiento.

Por eso es fundamental la reunión celular. La reunión colectiva y el método democrático en la vida celular. Porque como se señalaba en el reportaje mencionado “a veces nos vemos pero nadie habla, pero lo colectivo impulsa a que poco a poco los compañeros vayan ganando confianza y así avancen en su participación. Y vernos seguido nos ayuda a escuchar más y mejor lo que dice toda la fábrica, a ponernos de acuerdo todos y así nadie puede decir que se le impuso nada, y desde ya que luego todo esto facilita el control de lo que se hizo y trazar nuevas tareas, así como ver mejor cuando la chingamos”.

Pero sobre todo la reunión de la célula –señalaba– “en la medida que tiene continuidad nos va haciendo tener criterios comunes en muchas cosas, desde ya de la política pero también de la vida, y nos permite hacer un seguimiento de la relación con las otras fuerzas políticas. Porque nosotros hablamos de frente único pero nos cuesta, nos cuesta eso del blanco y lo de unidad y lucha”. Y además “la organización nos hace sentirnos más fuertes, nos da fuerza, y la otra cosa es que siendo fuertes organizativamente hemos podido burlar la persecución de la empresa y asegurar la continuidad. Y otra cosa de la célula es comprobar cómo te ve la masa.

“Porque en la empresa los obreros, sobre todos los viejos, te prueban. Al principio, cuando sos combativo, saben que tarde o temprano te va a venir ‘el precio’. Y no una sino varias veces. Y ellos miran y esperan para ver qué vas a hacer vos ante el precio… Después esperan a ver cómo actuás… y después de bastante tiempo, si están seguros de que no te vendiste, recién te lo dicen. O te enterás que lo dicen (…). Si tuviera que decir qué es lo que a mí me enseñó principalmente el Partido, es a tener siempre presente a la gran masa, aunque no siempre razonamos así, o no todos razonamos así”.

Sin embargo estas opiniones no son una batalla ganada en todo el Partido ni, como dicen los compañeros, en la propia célula. Por eso para avanzar en este terreno debemos mejorar nuestros métodos de dirección y, en algunos casos, rectificar nuestros métodos de dirección. Porque tenemos grandes dificultades para unir lo general a lo particular y nuestra organización a las masas. En algunos casos porque, en vez de unir ambas cuestiones nos diluimos; o en otros casos porque hablamos siempre en general, hay desconocimiento y “pereza” en analizar la realidad particular, y es muy grande el divorcio con los sufrimientos y las luchas de las masas del lugar, con sus organizaciones sociales y políticas.

 

últimas noticias