En su Prensa Obrera (Nº 1417) el PO dio su visión sobre la declaración de nuestra independencia hace 200 años: “La independencia para poner fin a la revolución”, tituló. El planteo de la nota es que la declaración del 9 de Julio de 1816 fue para poner orden fronteras adentro de las Provincias Unidas; pero no analiza las implicancias de aquel acto en la guerra que estaba en curso y se desarrollaba apenas algunos kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán.
Los elementos que brinda en la nota –como las propuestas monárquicas que efectivamente había entre quienes enfrentaron el colonialismo español– merecen ser analizados. Sin embargo, de movida tiene un problema de enfoque: ¿Acaso la guerra que comenzó el 25 de Mayo de 1810 con la conformación de un gobierno propio y que concluyó con la derrota definitiva de los españoles en Ayacucho en 1824 no fue una revolución anticolonial?
Lógico con su enfoque trosquista, lo que en definitiva hace el PO es negar que la ruptura de lazos coloniales constituya un revolución. Según esto, la opresión nacional no sería una cuestión que interese a los trabajadores y el pueblo, sino un problema de las clases dominantes locales. Niega entonces el sacrificio consciente que protagonizó el pueblo y su alegría por la patria naciente. Y justamente, la Declaración de Independencia sirvió en primer lugar a este objetivo emancipatorio.
Esto no quiere decir que no debamos precisar que efectivamente en aquella revolución terminaron predominando los sectores más conservadores, que truncaron los cambios sociales profundos. Muestra de ello es, por ejemplo, que Artigas y San Martín hayan terminado en el exilio, Güemes y Moreno asesinados, Belgrano y Castelli muertos en la pobreza. Pero el balance “revolucionario” del PO termina golpeando centralmente a quienes impulsaron esa Declaración de Independencia –entre ellos San Martín y Belgrano– y no a quienes la obstaculizaron. Es en definitiva un planteo idealista que se pierde en la diferenciación, y no logra analizar las contradicciones fundamentales que mueven el proceso histórico para comprender las etapas revolucionarias en cada país y época.










