El Acuerdo Federal Minero, firmado el pasado 13 de junio en un acto encabezado por el presidente Macri y el ministro Aranguren, se venía negociando desde el año pasado en la sede del Consejo Federal de Minería, que integran todas las provincias argentinas. A pesar de los dichos del secretario de Minería acerca de que “la única manera de lograr esto es con diálogo federal y consenso”, no todas las provincias lo han firmado. Solamente lo hicieron catorce provincias. Los monopolios, extranjeros, que explotan los recursos mineros argentinos se manifestaron favorables al acuerdo, que promovieron con fuertes acciones de lobby.
Este acuerdo, que no fue debatido públicamente, se encuadra en las políticas de estado diseñadas en los ‘90, afianzadas en la última década y que Macri se propone profundizar. Este marco jurídico y económico básicamente promueve la exportación de recursos naturales sin valor agregado y el desprecio del medio ambiente (contaminación de ríos y glaciares). Todo a cambio de exenciones impositivas y quita de retenciones. El nuevo acuerdo firmado pretende ir más allá al consolidar el tope de regalías en 3% (lo que pagan las mineras a las provincias), impedir la existencia de empresa mineras provinciales y vulnerar las leyes nacionales y provinciales que prohíben la actividad en áreas de glaciares.
Este Acuerdo aparece en un momento en que la Argentina enfrenta una gran oportunidad de desarrollo industrial en base a un recurso minero excepcional: el litio. Nuestro país está en el tercer lugar mundial en cuanto a recursos de ese mineral, después de Bolivia y Chile. Las reservas se concentran en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca.
El litio tiene múltiples aplicaciones industriales. Entre los usos principales del litio podemos señalar: baterías (de teléfonos celulares, computadoras portátiles, herramientas eléctricas y vehículos híbridos o eléctricos); vidrios y cerámicas; grasas y aceites; aleaciones junto a aluminio y cobre para la industria aeronáutica; elaboración de polímeros; filtros de aire; psicofármacos.
Además existen importantes desarrollos que acrecientan aún más su interés. Entre los más importantes, por el crecimiento que se proyecta, se encuentra su uso en baterías recargables para la industria de automóviles eléctricos. Pero hay también otras aplicaciones: baterías de alta densidad energética, baterías de gran escala para estabilización y almacenamiento en redes eléctricas, aleaciones de bajo peso y refuerzo de hojas de turbinas. Se ha mencionado también su uso en el desarrollo de los reactores de fusión nuclear.
Hasta ahora Argentina solo exporta el mineral básico sin procesamiento industrial, siendo el tercer exportador mundial después de Australia y Chile. Todos los proyectos de explotación minera del litio están en manos extranjeras y ninguno se propone la industrialización del recurso.
El gobierno promueve los proyectos de extracción del litio en el norte del país, con producción de carbonato de litio con destino de exportación. Pero no avanza en su industrialización, tirando por la borda una buena oportunidad para el desarrollo industrial nacional independiente. Se podrían fabricar baterías de litio en Argentina. Su potencial es enorme. No solo para los autos eléctricos sino como acumuladores de las energías renovables. Contamos con la tecnología y las inversiones iniciales son razonables. Sólo haría falta decisión política. Previsiblemente, el gobierno sostiene la matriz de negocios en beneficio de las mineras imperialistas y sus socios.