Ana (36 años) y Ángel (34 años) fueron secuestrados en Tucumán el 8 de agosto de 1976, mientras festejaban el día del niñx en la Colonia 2 del Ingenio Concepción.
Angelito y Ana fueron parte de esa generación que se forjó al calor de las luchas obreras y estudiantiles que estremecieron Tucumán en las décadas del 60/70. Parte de esa juventud rebelde, revolucionaria, que protagonizó los Tucumanazos y luego enfrentó el Golpe de Estado más sanguinario que conoció nuestro país.
Ana Sosa de Reynaga se había graduado de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Tucumán -donde militó primero como estudiante y luego como docente- como Licenciada en Ciencias de la Educación. Tenía 3 hijxs: Esteban, Lucía y Diego. Era profesora y psicóloga Social; trabajó en el Gabinete Pedagógico de la Escuela Normal de San Miguel de Tucumán y de la Escuela Normal de Simoca (a 70 km. de la capital). Fue parte del grupo fundador de la Escuela de Psicología Social en Tucumán creada por el Dr. Enrique Pichón Riviere. Integraba la dirección zonal del PCR.
Ángel Vicente Manfredi era hijo de ferroviarixs, parte de una familia muy humilde. A los 14 años ingresó a trabajar en los talleres ferroviarios de Tafí Viejo. A la fecha de los hechos era técnico ferroviario de talleres y delegado de sección, pero había sido despedido por sus actividades político-gremiales. Tenía 3 hijxs y estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Era secretario político del PCR Tucumán y miembro del Comité Central.
A la situación de hambre y de miseria que vivía el pueblo tucumano bajo la dictadura de Videla-Bussi, se sumaba el terror fascista. El sindicato de obreros del ingenio Concepción asaltado por tropas de ejército, cientxs de obrerxs de fábricas y del surco secuestradxs o detenidxs, apaleadxs o amenazadxs. La Banda del río Salí ocupada militarmente, con un destacamento del ejército en el mismo sindicato y un férreo control de rutas y caminos en todo Cruz Alta y el resto de la provincia.
En medio de este panorama, compañeros como Angelito y Ana, trabajaron activamente para organizar la resistencia contra la dictadura y fue en esa lucha donde fueron secuestradxs.
El 8 de agosto de 1976 Ana y Ángel se encontraban en la Colonia 2 del Ingenio Concepción, llevando adelante una celebración con motivo del día del niñx en casa de uno de lxs vecinxs del lugar. Aproximadamente a las 18.30 de ese día un grupo de individuos armados ingresaron a ese domicilio y, amenazando de muerte a todxs lxs presentes los secuestraron, les pusieron una bolsa en la cabeza, les ataron las manos con sogas y los empujaron al interior de una camioneta del Ingenio.
Aquel domingo fueron llevadxs a la Jefatura de Policía donde permanecieron detenidxs, para ser luego trasladadxs al centro clandestino de detención que funcionaba en el Arsenal Miguel de Azcuénaga. Se lxs llevaban para no devolverlXs más.
Según se pudo reconstruir gracias a testimonios, fueron sometidxs a atroces torturas en los Arsenales Miguel de Azcuénaga. Pero Ángel y Ana se mantuvieron firmes a sus convicciones venciendo con el silencio a sus verdugxs, manteniendo a salvo los secretos del partido y a muchxs compañerxs que hoy siguen con vida gracias a ellxs.
Los restos de Ana y Ángel fueron identificadxs en el tenebroso pozo de Vargas. El Pozo de Vargas era un viejo pozo de agua, de 3 metros de diámetro por 40 metros de profundidad, ubicado en la zona oeste de la ciudad que los genocidas transformaron en una fosa común donde tiraban a sus víctimas luego de torturarlas en los centros clandestinos de detención, primero con el Operativo Independencia y después bajo la Dictadura.
En diciembre de 2013, se dictó sentencia en la Megacausa Jefatura II-Arsenales II, donde estuvieron incorporados los casos de Ana y Ángel. Se condenaron a 37 imputados, con penas de apenas 2 a 18 años, sólo dos perpetuas y se absolvieron a otros. Luego, una nueva resolución judicial cambió la cárcel común y efectiva que había sido resuelta por la prisión domiciliaria. Una burla.
Seguimos luchando por justicia para nuestrxs 30.000 compañerxs y por ese futuro que soñaron, la liberación y el socialismo.