¿Qué tipo de Universidad necesitamos?

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La pandemia, la cuarentena y sus consecuencias han irrumpido en la vida de las diferentes comunidades académicas generando toda clase de debates sobre calendarios académicos, virtualización de la enseñanza, condiciones de cursada, entre otros.

Como trasfondo de estas discusiones se ubica un tema central: ¿qué rol debe tener la Universidad Pública y Gratuita? 

Ante la suspensión de las clases presenciales rápidamente comenzó una presión de no frenar y dar paso a la virtualización de la cursada en pos de “no perder el cuatrimestre”. Esta visión se basa en subestimar o elegir no mirar la grave situación económica, social, habitacional y sanitaria que están atravesando docentes, estudiantes, graduades y no docentes, como gran parte del pueblo argentino.

No estamos en contra de las oportunidades y facilidades que nos aporta la digitalidad, pero imponer la virtualidad como reemplazo de la clase presencial en este contexto excluye a les que peor la están pasando y menos recursos tienen.

Muches docentes y estudiantes no tienen los elementos tecnológicos o el acceso a internet, no poseen un espacio para realizar este tipo de actividades por el hacinamiento que provoca la cuarentena o no cuentan con el tiempo necesario dado que están trabajando en el cuidado de familiares y/o de sus hijes. Para muches la única preocupación es cómo llegar a fin de mes por la baja de sus ingresos o no contagiarse ya que son parte de los grupos de riesgo.

Lamentablemente, pese a esta realidad, en varias universidades se impuso la virtualización con la bajada de rectores y decanos eludiendo los espacios de co-gobierno y mediante presiones. 

Por todo esto, la pandemia y sus preocupantes consecuencias en el plano económico y social reafirman nuestro histórico programa: la universidad pública y gratuita debe estar al servicio de las necesidades de las grandes mayorías.

Es momento que la universidad ponga todos sus recursos en combatir la pandemia, generar herramientas y políticas para los sectores más vulnerables e investigar y trabajar en pos de un desarrollo industrial nacional e independiente. Es una necesidad rediscutir nuestra formación y rol profesional en este sentido, combatiendo las miradas mercantilistas sobre la educación.   

El prototipo de respirador presentado en la gobernación de Santa Fé.

Diferentes experiencias articuladas desde facultades o por iniciativa propia de docentes y estudiantes van mostrando este camino: en la Universidad de Rosario se están desarrollando respiradores, en la facultad de Medicina de la UBA se convocó a un voluntariado y por su parte estudiantes FADU están realizando barbijos y máscaras de forma independiente.

Hay que multiplicar estas políticas que deben ser articuladas por las facultades, con instancias democráticas que permitan que el conjunto de la comunidad académica pueda proponer y protagonizar.

Acompañamos también aquellas iniciativas, de carácter no obligatorio, que proponen un encuentro virtual de docentes y estudiantes para combatir el aislamiento que nos impone la cuarentena. Es una gran conquista haber logrado que se liberen los datos para acceder gratuitamente a los dominios .EDU y .UBA.

Ahora, en vistas a un futuro retorno a las aulas, hay que avanzar en una verdadera inversión para revertir la crisis de infraestructura que tienen muchas de nuestras facultades, que sin insumos de higiene ni mínima ventilación, son potenciales focos de contagio.

En cuanto a la situación de les docentes se hace indispensable un aumento salarial que recupere lo que el Gobierno Nacional nos quitó con la no implementación de la cláusula gatillo de marzo 2020 y también será necesario desarrollar una política activa en becas y ayudas para evitar la deserción de les estudiantes que se vean afectados por la crisis.

La deuda es con el pueblo, la educación y el sistema de salud. Sigamos organizándonos por una Universidad pública, gratuita, democrática, feminista, con memoria y comprometida con las necesidades de las grandes mayorías.