Editorial
El 10% del presupuesto 2023 aprobado en diputados, se destinará a pagos de deuda, graficando la esencia del rumbo económico del gobierno. Esto no fue objetado por la oposición que votó dividida por diferentes razones.
En un país donde el 50% de los niños son pobres y donde veinte empresas monopólicas y seis cadenas de comercialización manejan los alimentos que consumen millones de argentinxs, decir que el presupuesto no contiene un ajuste, es mentir para cumplir con los verdaderos beneficiarios, el FMI.
Pero ahora es este organismo internacional que tiene a EEUU como principal accionista, el que pone nubes negras sobre el país y, como siempre ha pasado, exige mas ajuste y medidas restrictivas y advierte en un informe del departamento para el hemisferio occidental que “en Argentina, las vulnerabilidades internas y la incertidumbre en torno a las políticas, sumadas a un empeoramiento del entorno externo, están agravando las perspectivas”.
En este sentido, el documento “Las Américas: Navegando condiciones financieras más restrictivas”, se afirma que “la adopción de políticas más restrictivas en el marco del programa respaldado por el FMI será fundamental para apuntalar la estabilidad y contener la inflación, que ahora se proyecta que ascenderá a 95 por ciento a finales de 2022″.
En las redes circula un video donde se lo ve al economista neoliberal, Carlos Melconian describiendo cuando él era presidente del Banco Central, en el gobierno de Macri, este le ofreció que fuera su ministro de economía porque el préstamo del FMI era para ganar las próximas elecciones. El economista cuenta que le rechazó el ofrecimiento por los condicionamientos que eso implicaría si se daba ese escenario, (ver video). Esto, que se sabía, fue de todas maneras aceptado por la mayoría del oficialismo en el Congreso, haciendo pagar las consecuencias a todo el pueblo.
Ahora todo se hace y se consulta con ese organismo internacional que monitorea las cuentas de manera permanente. El FMI pide controlar la inflación, pero el principal factor inflacionario es el programa que impone, aparte del descontrol estatal sobre la cadena de los formadores de precios que siguen ganando de manera obscena por las remarcaciones, la bicicleta financiera de fuga de capitales y el bajo costo de producción.
Son los que ganan con el dólar soja, son a los que se les otorga una devaluación dirigida y ahora a los importadores dejando que paguen con sus dólares las importaciones, comprando a un valor y vendiendo al doble o triple de lo que pagaron ese dólar, sin ningún control sobre las remarcaciones que vendrán.
Ahora, después que fracasaran una vez más las intenciones de ejercer algún control sobre los precios de los alimentos con etiquetas impresas en los productos, desde el ministerio de economía se impulsa una APP para que desde el celular se chequee que no hay aumento, trasladando la responsabilidad de controlar al consumidor…un nuevo fracaso en el horizonte. También se anunció, como parte de este plan, el control de los movimientos y ganancias de las empresas, sin mencionar como y donde se publicarán los movimientos. Lo positivo es que las multas a quienes incumplan se elevaron y se anuncian sanciones para los que evadan los topes de precios.
El problema de fondo es que esto es por unos meses y no una política de Estado integral donde se ejerce el control sobre las empresas, mientras se desmonopoliza la fabricación y comercio, mientras desde el Estado se sostiene una Empresa Nacional de Alimentos con fabricación en acuerdo con los pequeños productores y la economía familiar, junto con la comercialización de los productos como tiene Bolivia, que no por “arte de magia” es el país con mas baja inflación en Latinoamérica.
O sea, la “política de estado” es permitir que a las áreas estratégicas como los alimentos, bienes y servicios tengan un manejo monopólico, donde el rol del Estado es “bregar” para que haya un “derrame razonable” y no se “excedan” en los aumentos de los productos y respeten cierta calidad.
En este esquema económico, la forma de tener cierta estabilidad es lograr tener un colchón de dólares en el tesoro, no solo porque lo exige el FMI, sino porque es necesario para sostener una economía altamente dependiente en sus áreas estratégicas. Donde los alimentos y los recursos naturales están en manos de empresas multinacionales. Se puede despotricar como se hace, contra la “economía bimonetaria”, pero se la acepta como “castigo infinito” porque no se atreven, ni quieren emprender un rumbo de transición soberana que supere esta realidad.
Mientras tanto, el rol de Massa es “amenguar” la inflación (y con eso se ve como el “plomero del Titanic” como le dicen en su entorno) que tapa un hueco pero aparece otro…y ya sabemos cómo termina esa película.
Mientras se vienen nuevos aumentos en luz, gas, agua, prepagas… y en el día de hoy los combustibles, se ensaya un bono o suma fija hacia fin de año para paliar la perdida de mas de 4 puntos del salario que se suman a lo perdido en pandemia y los 24% del macrismo que nunca se recuperó. A decir de Massa (como un comentarista de noticias) “esta es la principal deuda del gobierno”.
Un crecimiento desigual
Según un trabajo del CEPA (Centro de Economía Política Argentina) sobre datos recientemente publicados por INDEC en la “Cuenta Generación de Ingreso e Insumo de Mano de Obra”, son demostrativos de la realidad que atraviesa el ciclo económico en la actual coyuntura: datos positivos de crecimiento que conviven con regresividad distributiva.
“Los números dan cuenta de una fuerte caída de participación de las y los asalariados en el ingreso entre el primer semestre 2016 y el primer semestre de 2022. La caída asciende a 6,9 puntos porcentuales. El análisis, de todas formas, da cuenta de que la mayor parte de ese retroceso se evidencia entre el primer semestre de 2016 y el primer semestre de 2019, donde el guarismo retrocede en 4,8 puntos, es decir, el 70% del retroceso total. El resto (2,1 puntos) se reducen entre 2019 y 2022. Si se analizan los datos excluyendo sector público, la caída de participación de las y los asalariados en el ingreso muestra valores similares: el retroceso entre el primer semestre 2016 y el primer semestre de 2022 asciende a 6,5 puntos porcentuales, 70% explicado por el primer subperíodo (2016-2019)”.
En cuanto a los empresarios: “se observa que, entre el primer semestre 2016 y el primer semestre de 2022, la participación se incrementó en 5,3 puntos porcentuales. A la inversa del caso anterior, en la sub-etapa que corre desde el primer semestre de 2019 al primer semestre de 2022 es donde se produce el mayor incremento: 3,5 p.p. (65%). El resto (1,8 puntos) corresponde al período primer semestre de 2016 y el primer semestre de 2019. Si se analizan los datos excluyendo sector público, se observa un proceso similar: entre el primer semestre 2016 y el primer semestre de 2022, la participación se incrementó en 5,0 puntos porcentuales, concentrándose en el período que corre desde el primer semestre de 2019 al primer semestre de 2022 (76%)”.
Esto es lo que está en el trasfondo de la cuestión social, ya que no se puede sostener como un logro el crecimiento de la economía, mientras la base de las ganancias empresariales es la informalidad y esta a su vez esta en niveles de pobreza.
Las “colas del hambre”, interminables, para cobrar el bono de 45 mil pesos de la ANSES muestra la contracara de esta foto donde entran unos pocos que se llenan los bolsillos mientras millones entran en la indigencia. Mientras se escribe esta editorial, se desarrolla el acampe en oficinas de Desarrollo Social por parte de organizaciones sociales, entre ellas La Salamanca, exigiendo trabajo y entrar a programas como el “Potenciar Trabajo”. El acampe arrancó con una jornada nacional donde La Salamanca hizo visible una situación de extrema fragilidad en varias provincias.
Un informe de la Universidad Popular Barrios de Pie revela que «en el 58% de los hogares se sirven porciones más chicas; en el 46% de los casos, por lo menos un adulto dejó de recibir alguna de las comidas diarias por falta de recursos; mientras que eso se replica para los niños y niñas en el 23% de los hogares, prácticamente uno de cada cuatro».
Consecuencias. debates y tareas de la militancia
Haciendo un ejercicio lógico, sin demasiados aditamentos ideológicos, se puede observar las consecuencias de esta política mirada desde la perspectiva de los intereses populares, dando como resultado que solo ganan los que siempre lo hacen y más todavía después de una de la pandemia más importante en la historia de la humanidad. Se salió con ricos más ricos y pobres más pobres.
Este ejercicio arroja otros resultados también probados como fracasados pero vueltos a probar por la necedad (o la falta de recursos) de la mayoría de las corrientes del llamado progresismo que hegemoniza las corrientes mayoritarias. Progresismo que comparte los frentes electorales con sectores populares y de clases dominantes no hegemónicas en el control de la economía, la justicia o la política.
Sin dudas el Frente de Todos es una clara expresión de esa alianza heterogénea, porosa en definitiva débil, donde “conviven” intereses comunes en cuanto a los enemigos que están en frente con el programa brutal que pregonan, y porque esa alianza en el gobierno posibilita, por origen y programa, cierta facilidad (no sin luchar en la mayoría de los casos) la conquista de derechos por parte del pueblo, pero esa convivencia, donde la armonía no es lo constante, se rompe o se daña cuando desde los sectores que hegemonizan ese frente en el gobierno se concede a esos dueños del poder para “mantenerlos calmos”, “dejándoles tener ganancias” desafiando una vez más la lógica capitalista donde “los que más tienen, pretenden más” y lo han conseguido porque esa “cadena de la felicidad” se sustenta sobre las espaldas de quienes dejan todo a cambio de migajas.
O sea, esos dueños del poder salen mas fortalecidos y cuentan, por el fracaso reiterado del progresismo, con mayor incidencia en la ciudadanía “cansada de sueños frustrados”. Esta es una de las explicaciones más fuerte (no la única) al crecimiento del fascismo y la derecha en el presente y en la historia. Se basan en el hartazgo de políticas fallidas que desarman las esperanzas. Por el contrario, nosotros, los comunistas ponemos el ejemplo de aquellas experiencias donde triunfó el socialismo, y donde el pueblo fue protagonista de los cambios revolucionarios y así forjó su esperanza y certezas.
Lo mismo sucedió en el país en década del primer peronismo donde se lograron epopeyas soberanas que dan respuestas al porqué de un movimiento popular de magnitud, que sobrevive en el tiempo, a pesar de traiciones y cambios en su dirección pero que su historia se transmite de generación en generación. Estos procesos históricos que con diferencias marcadas, mantienen un hilo conductor en cuanto al odio profesado por los enemigos de adentro y afuera porque fueron derrotados, imponiendo un cambio en la matriz económica y cultural.
La fuerza de la razón indica que frente a tan poderosa maquinaria reaccionaria, dueña de los principales medios de comunicación, de una justicia deplorable, corrupta y patriarcal que considera que gatillarle en la cara a la vicepresidenta solo puede caberles a unos “loquitos sueltos” o de los monopolios que controlan los alimentos y recursos estratégicos del país, el camino de lo posible es un camino de fracaso que paga muy caro el pueblo, mucho mas caro que si se los enfrenta de verdad en busca de lo necesario.
Entonces, y sabiendo que esos que sostienen el mango de la sartén se cagan en las instituciones y como Bolsonaro, Trump, Macri o Milei entre otros exponentes, no van a soltar ese mango sin violencia,y explican en los hechos,por qué los cambios de matriz económica y cultural son violentos en todos los países. Frente a esta realidad que golpea, las opciones no son muchas, o se rehúye a los cambios de fondo que necesitan los pueblos, o la militancia revolucionaria se zambulle en estos debates y se prepara para que el pueblo protagonice esos enfrentamientos que buscaremos transformar en epopeyas soberanas ganadas en la disputa por el poder.
Sin duda que el mejor lugar en la disputa del poder es estar en la vereda de las grandes masas, acompañándolas y transformando a la militancia de primera y segunda línea que va al frente. Nada conseguiremos en el “caminito al costado del mundo de alguna alternativa”, o solo conseguiremos resultados testimoniales o egoístas. Esa disputa de masas y la correlación de fuerzas, hoy nos lleva a aceptar que la dirección de ese torrente popular está en manos del “progresismo”, pero el pueblo no nos perdonaría si las fuerzas revolucionarias, democráticas y antiimperialistas no emprendemos un tiempo de encuentro para el cambio de hegemonía que muchas veces implica enfrentar -como ahora- las políticas que “engordan a nuestros verdugos” para derrotar a la derecha en todas sus variantes, y cuando hablamos de derrota hablamos de cosas grandes, no solo la de mantener en el 2023 el gobierno en manos de este progresismo descolorido y posibilista.
La elección de Brasil deja ya muchas enseñanzas, ya que quedarse solo en el triunfo de Lula sin ver que la propia realidad muestra un pueblo brutalmente dividido, donde la derecha fascista ha penetrado culturalmente en el “uso privado de las instituciones” y está dispuesto desecharla como quien “ya no usa una prenda de vestir”. Una derecha con base popular que está dispuesta a todo. El pueblo debe estar movilizado para garantizar que no se le arrebate el triunfo en estos dos meses que vendrán hasta la asunción.
Pero, hay pobres de los dos lados, hay trabajadores, profesionales, campesinos, comerciantes de los dos lados, ¿Cómo hará Lula para unir al pueblo y aislar a la derecha controlada por un fascista? ¿Qué quiere decir que va a “gobernar para todos”? ¿se puede pacificar al país si primero no está el pueblo y nada más que el pueblo?.
Brasil puede ser un gran laboratorio donde los sectores populares, en ese gran torrente del progresismo dirigido por Lula en una alianza de centro, se atrevan a imponerse y prepararse para los duros enfrentamientos a que los someterá una oposición muy poderosa que se prepara para asestar las operaciones y golpes que sean necesarios. Del enemigo el consejo…