«El lunes 1° de junio, por medio de un vecino, llegó al comedor un caso de abuso sexual a una nena de 7 años. Los autores de esta crueldad eran sus tíos», cuenta Mariela de la Corriente Clasista René Salamanca, desde Villa Libertador, Córdoba.
«Los abusadores tienen antecedentes de violación y estuvieron presos. Por esto la mamá de la nena hizo la denuncia en el Polo de la mujer de Córdoba, llevando a la nena a hacer la cámara Gesell, y se comprobó todo lo denunciado», resume Mariela sobre el zigzagueante y hostil camino administrativo que inicialmente no tuvo acción de la Justicia.
En ese momento la máxima respuesta fue una orden de restricción, «al cuete, porque conviven en el mismo terreno: ellos adelante y la nena con la mamá en un departamentito al fondo».
Luego de un tiempo la situación se volvió a repetir, y la madre desesperada divulgó lo que pasaba a través de las redes sociales. Inmediatamente hubo reacción de los vecinos, la respuesta popular buscó echar a los abusadores del barrio, pero esta vez sí intervino el Estado: ¡la policía se lleva detenidos a los vecinos!¡protegiendo a los abusadores! A raíz de esto algunos jóvenes estuvieron detenidos por varios días e incluso algunos han terminado perdiendo su trabajo.
Con el acompañamiento de la René Salamanca y otras organizaciones del barrio, se logró que ambas continúen el aislamiento social obligatorio y preventivo en otro lugar.
«Ella quería irse de ahí, por la salud mental y física de la nena. Pero es difícil. Ya se había quedado sin trabajo porque no tenía dónde dejarla», comenta Mariela. «Ahora está tramitando una ayuda económica en el Polo de la Mujer, para que pueda resolver un alquiler en otro lugar. Es un alivio, estamos contentas. Seguimos en contacto. Esta cuarentena nos está enseñando mucho» reflexiona Mariela.
Hoy, en el contexto de pandemia, el comedor comunitario es un espacio de organización del barrio, para abordar las necesidades que van saliendo a la luz.
¡Las niñas no se tocan!¡Vivas, libres y seguras las queremos!










