El corajudo pueblo hondureño sigue movilizado en las calles de las principales ciudades del país, para impedir el descomunal fraude del gobierno de Juan Orlando Hernández en favor de él mismo como candidato oficialista en las elecciones del pasado 26 de noviembre. Múltiples sectores hondureños ganaron inmediatamente las calles y en ellas se mantienen desde hace casi un mes pese a las persecuciones y atentados casi diarios ejecutados por militares, paramilitares y policías en los que fueron asesinados al menos 25 dirigentes sindicales y populares.
El escrutinio fue «estirado» durante semanas, al cabo de las cuales Hernández, que venía perdiendo frente al candidato de la Alianza de Oposición Salvador Nasralla, tras una oportuna «caída del sistema» terminó siendo proclamado «ganador» por una diferencia mínima y evidentemente fraguada.
Inmediatamente los voceros del imperialismo yanqui, que fueron promotores y gestores del golpe de estado que en junio de 2009 volteó al entonces presidente Manuel Zelaya, ahora reconocieron el supuesto «triunfo» de Hernández. Zelaya integra la alianza opositora ahora víctima del fraude, una metodología que las oligarquías tradicionales latinoamericanas reflotaron en estos años, en forma directa como con Zelaya, o indirecta y disfrazada de juicio parlamentario como la destitución de Dilma Rousseff en Brasil.
El cinismo del gobierno norteamericano de Trump llegó al punto de felicitar a Hernández por el «triunfo» al mismo tiempo que el Departamento de Estado llamaba a Honduras a realizar reformas electorales dadas «las irregularidades identificadas por las misiones de observación de la OEA y de la Unión Europea, y las fuertes reacciones de los hondureños de todo el espectro político». ¡Si hasta el secretario general de la OEA Luis Almagro, reconocido y público yankófilo, había propuesto que se hicieran nuevas elecciones en Honduras ante «la imposibilidad» de tener certidumbre sobre el recuento final!
El candidato opositor Nasralla denunció el aval yanqui al fraude pero «se corrió» de la escena, aceptando ir al «diálogo» con el estafador Hernández, lamentando la «ingobernabilidad» y diciendo que la complicidad del gobierno norteamericano daba por «disuelta» la Alianza de Oposición. Habrá que ver si la resistencia popular se sobrepone a esta agachada del candidato que debería ser cabeza de la lucha por una verdadera democracia y el fin de la injerencia imperialista en Honduras. De hecho ya está en curso una serie de movilizaciones de denuncia y protesta a nivel nacional.
Y a todo esto, ¿dónde está Mauricio Macri, tan dispuesto para reclamar sanciones contra el gobierno venezolano y que ahora mantiene un silencio cómplice sobre el descarado fraude del gobierno de Honduras? Lo único que falta es que el macrismo argumente que son «violentos» los miles de luchadores del pueblo hondureño que apedrean a los policías y militares que lo reprimen y asesinan para garantizar esta nueva estafa electoral.