El 23 de abril se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición forzada de César Gody Álvarez, “El Gordo Antonio”, llevada a cabo por las fuerzas represivas de la dictadura en 1976.
Reproducimos la entrevista que en abril de 2019 desde Vamos! por la Liberación le realizamos a Héctor Rubel, quien fuera su amigo y quien lo sumó de joven a las filas del PC y, más tarde, al PCR. Héctor, cuenta sus semblanzas en los años de militancia junto a su camarada y amigo “Antonio”.
–Contanos un poco cómo conociste a Gody Álvarez.
–Él había venido de su pueblo, Bolívar, eran cuatro muchachos. Habían venido a la Capital, a una pensión barata en Palermo, y era como que estaban buscando. Habían conocido al Partido Comunista a través de José Ratzer. Yo ya estaba en la Fede, la juventud del PC, a la que había conocido por mi hermana mayor, que me inició con las novelas soviéticas de aquel entonces, como “Así se forjó el acero”, que lo leí tres veces. Nuestros padres eran de origen ruso, y habían venido antes de la revolución. La gente de la Fede me venía a visitar, a dejar el diario o pedir para la colecta y se iban. Y en una de esas vino Pedro Planes, que no se fue enseguida, se sentó, pidió un mate, charlamos. Y cuando se levantan yo les digo “¿ya se van? ¿nada más? ¿qué puedo hacer?” y se quedaron admirados, porque era raro reclutar de esa forma. Yo tenía 21 años, era enero de 1952. Y ahí empecé, yendo con el diario “Juventud” a los conventillos, metiéndonos en los equipos de fútbol del barrio, armando un teatro, haciendo picnics los domingos, charlas en el local del PC. Entonces un día me junté a hablar con estos muchachos de Bolívar, y así se sumó Gody. Se nos iban horas hablando de cómo iba a ser el socialismo en este país, y en este barrio, cómo iban a ser las relaciones entre la gente. A Gody y a mí nos encantaba el cine, íbamos casi todas las semanas y después salíamos, tomábamos café, discutíamos las películas.
–¿Cómo era Gody militando en la Fede?
–Él y yo practicábamos un ida y vuelta constante con la gente. Gody era un fenómeno. Era un campeón para escuchar, escuchaba y preguntaba, no venía a dar cátedra. Y tenía mucha claridad, sin alejarse demasiado del pensamiento de la gente, más vale se enganchaba y trataba de dar opiniones y a partir de ahí tirar. Era de una sencillez que no te puedo explicar. Por ejemplo, yo con mi viejo nunca pude discutir, porque me mandaba a la mierda, por un lado por el autoritarismo del “capo de la familia” y por otro porque yo discutía mal, lo mismo mi hermana. Y Gody era el único que podía discutir con él. Y también criticábamos cosas del PC, porque llegó un momento en el que el centro del trabajo en los barrios era la cooperativa de crédito. Y los métodos, porque ahí era ley, el informe que bajaba no era para discutir, se tapaban y se impedían las discusiones. Después la Fede inventa el “frente de masas” y me nombran responsable de toda la Capital, y Gody pasa al frente militar del PC. Ahí pasaron varios años en los que tuvimos poco vínculo.
–¿Y cómo fue que te reconectaste con Gody tras la ruptura con el PC y la conformación del PCR?
–Bueno, eso fue un drama, yo la viví con angustia y dolor. Para nosotros el PC era como una religión, ahí eché raíces, divergía, pero al principio no me animaba a plantear cosas. La mayoría de la dirección de la Fede de Capital éramos críticos. Yo fui parte del núcleo fundador del PCR, estuve en la primera reunión donde se eligió el secretariado y quedé en la Comisión de Propaganda como responsable de la difusión del Nueva Hora, atendiendo a varias provincias. Gody había sufrido ataques de la dirección del PC, lo habían mandado castigado de vuelta al barrio Las Cañitas, y no conocía bien lo que estaba pasando en el Partido. Entonces yo le mando varios mensajes, porque lo creo un buen candidato para venirse con nosotros, y él me viene a buscar a mi casa. Ahí armamos una reunión con Jorge Rocha y Otto Vargas, y Gody se mete con todo, primero en una zona de la Capital y después va como Secretario General de Córdoba.
–¿Siguieron en contacto durante el período en que Gody estuvo en Córdoba?
–Sí, porque yo viajaba mucho a Córdoba, principalmente para verme con Gody, con Salamanca y con Funes. Gody centró casi toda su fuerza política y personal en el SMATA Córdoba, porque vio que era le centro político de la provincia. Y lo descubrió a Salamanca, que venía de la izquierda, medio trotskizante, de los fierros, y la labor de Gody hace que él no siga por ahí. La táctica que vieron entre los dos dio sus frutos y Salamanca llegó al triunfo en la dirección del SMATA. Y su política con el peronismo fue buenísima. Ellos dos formaron una dupla que veía la política, cómo hacer, y yo me iba a Córdoba porque estaba maravillado de los pasos dados. Yo me sentaba al lado de Salamanca y veía como iban los obreros a hablar con él, y a cada uno que venía él abría el cajón, sacaba un Nueva Hora y les decía “tomá, desasnate”, y los obreros empezaron a leer el diario. Yo creo que la personalidad de Gody ayudó a formar un Partido que valorizaba en primer lugar la labor en el movimiento obrero. Y Gody no era “bla, bla”, era la práctica. Cómo vivía humildemente siendo el secretario de la principal zona obrera que teníamos como Partido, todo eso se va copiando, los que lo rodean lo ven.
Ni bien lo secuestraron nos enteramos, y eso nos hizo entender a todos lo que era la dictadura. Fue un golpe muy fuerte. Gody era un tipo extraordinario. Cómo soñábamos juntos nosotros al principio, en Palermo, esa fue la época que yo aprendí a conocerlo. Para mí fue lo más grande que tuvo el Partido. No hay que olvidar, esa es la otra enseñanza que me parece que tenemos que sacar. No hay que olvidar, porque eso multiplica el valor y la ganas de hacer cosas.