A mí solo me matarán, pero mañana volveré y seré millones
Tupac Katari
Los resultados en las votaciones de Bolivia este domingo 18 de octubre dieron un histórico triunfo con el 53.4% de los votos para Luis Arce y David Choquehuanca (MAS-IPSP); 31.5% Carlos Mesa y 14.1% Fernando Camacho entre otras listas. El MAS-IPSP conquistó 5 departamentos mientras que Comunidad Ciudadana 3 y Creemos 1. El MAS-IPSP se queda con la mayoría en ambas cámaras legislativas. Arce ganó en La Paz con 65,3% de los votos y en Cochabamba con el 63%.
Estas cifras demuestran no solo el triunfo aplastante de Luis Arce -el candidato de Evo Morales- sobre la derecha boliviana, sino también que en las elecciones de octubre de 2019 no hubo fraude en las votaciones que ratificaban al MAS en la presidencia sino un golpe de Estado patrocinado por Luis Almagro al frente de la Organización de Estados Americanos (OEA).
El gobierno de facto conducido por Jeanine Añez, es responsable de las masacres de Sacaba y en Senkata con un saldo de 36 ciudadanxs asesinadxs por el ejército y la policía. Así se iniciaba la oscura noche donde el pueblo y las organizaciones populares, sufrieron persecuciones y cárcel, pero a pesar de ello cientos de movilizaciones, los bloqueos de carreteras y las huelgas generales fueron la constante.
El llamado a elecciones -a pesar de los reiterados boicots desde el Estado- fue el resultado de esas luchas que fueron jaqueando a un gobierno que en corto tiempo hizo estragos en la economía y destruyó conquistas del Proceso de Cambio que se había protagonizado con el gobierno de Evo Morales como por ejemplo la reducción de la pobreza del 59,8% en el 2006 al 34% en el 2019; el incremento del salario mínimo pasando de 62 dólares a 307 dólares; y un crecimiento del PBI de 9.500 millones de dólares a 42.000 millones de dólares.
Evo Morales definió el golpe en tres características: «del gringo al indio», «al modelo económico» y «al litio». También afirmó «hemos derrotado la doctrina imperialista, que sostiene que los movimientos sociales somos terroristas» para apropiarse de los recursos naturales porque solo quieren que seamos productores de materia prima como el litio. La disputa interimperialista por este recurso es uno de los factores fundamentales del golpe de Estado, en este sentido Evo Morales sostuvo que «los EEUU no me perdonaron que dijera que sobre la base del control y la industrialización propia del litio, iba a comercializar con China, Corea, Rusia u otros países pero no con los EEUU».
El acto electoral es el punto culmine, de quiebre, de ese nefasto proceso donde hubo resistencia, muertxs, heridxs y encarceladxs. No fue un camino pacífico el que impusieron los golpistas y tampoco por el que se impuso el pueblo. Este fue adquiriendo coraje y destreza al calor de la lucha.
Sin dudas se sacaran enseñanzas y se pasaran borradores en limpio, sabiendo que el pueblo debe estar preparado con todo lo que haga falta para defender las conquistas que con tanto sacrificio costó conseguir. Sin dudas el nuevo proceso llevará grandes debates y medidas en cuanto a la justicia por los asesinadxs y heridxs, el rol de las FFAA y la policía, que fueron motor y brazo ejecutor del golpe, así como el papel de los sindicatos y centrales obreras.
Sin dudas que de esas buenas enseñanzas aprenderemos las organizaciones antiimperialistas que luchamos por la liberación nacional y social pero estamos escalones más abajo del Proceso de Cambio en Bolivia.
El triunfo reconforta y fortalece en todos los sentidos, pero lxs enemigxs declarados no descansan y se relamerán sus heridas para volver a la carga. Ese es el corto tiempo en el que deberemos aprender de la experiencia, en el que el pueblo deberá ir mucho más a fondo en el Proceso de Cambio.
Nuevos vientos empiezan a soplar
Bolivia no estuvo ni está sola, cuenta con la solidaridad de las organizaciones y gobiernos como el argentino, que cobijó al ex Presidente Evo Morales cuando la reacción local pedía la cárcel y el rechazo a la medida de lxs golpistas bolivianxs.
El triunfo en Bolivia coincidió en el tiempo con acontecimientos que juntos empiezan a mostrar nuevos vientos en la región.
El 18 de octubre se conmemoró el aniversario del levantamiento popular contra el gobierno reaccionario de Piñera en Chile hace un año. Esta fecha, además de representar logros de resistencia y transformación, impulsa el protagonismo del pueblo en el nuevo proceso constituyente que terminará con la ilegítima y antidemocrática Constitución Política impuesta por la dictadura de Pinochet, aun vigente.
Micro por la Dignidad realiza su entrada triunfal a #PlazaDignidad (18:27) pic.twitter.com/sMc5zb1JS3
— PIENSAPRENSA 226 mil Seguidores (@PiensaPrensa) October 18, 2020
Los sectores populares vienen denunciando el rechazo al contubernio que empuja el ejecutivo y organizaciones aliadas, para ser «ellos» los encargados de la reforma, mientras las organizaciones ambientalistas, indígenas, de trabajadores, feministas y estudiantiles, sostienen la necesidad que sean ciudadanxs independientes lxs que trabajen sobre la nueva Constitución porque no se puede poner al lobo a garantizar la vida de las ovejas. Es sabido el rechazo manifiesto de parlamentarios oficialistas a la incorporación de derechos indígenas, de género y laborales. Esto estará en juego en el plebiscito el próximo 25 de octubre. El plebiscito fue una de las medidas acordadas el 15 de noviembre de 2019 entre la mayoría de partidos chilenos para intentar apagar, sin éxito, el fuego que ardía en las calles.
La inmensa lucha del pueblo chileno, tiene a la juventud como la fuerza de vanguardia que le imprime nuevas improntas a la lucha social. Este #18O, la juventud enrolada en la primera línea fue otra vez protagonista, no solo para llenar la emblemática Plaza de la Dignidad sino para combatir cuerpo a cuerpo con lxs pacxs asesinxs.
Los abusos, atropellos y la ineficiencia del gobierno ante las demandas sociales, llevó también a que el Presidente Piñera haya obtenido la mayor desaprobación en la historia con un 9,1 % de aprobación. La pandemia le dio un respiro que este 18 de octubre dio por finalizado y será sin dudas la movilización popular el marco que rodeará el Plebiscito.
Esta lucha histórica cuestiona un modelo de fondo, sostenido desde la dictadura, con la educación, la salud y todo el sistema previsional privatizado. Un modelo que se impone a sangre y fuego con dictaduras asesinas o con represión, persecución y muertes como ahora en el gobierno de Piñera.
En este marco, el pasado 17 de octubre en Argentina el pueblo mostró las reservas y voluntad, no solo para cerrar el paso a los sectores reaccionarios que apoyan las políticas como las de Piñera en Chile o de Yañes en Bolivia y quieren chantajear y llevarse puesto al gobierno, sino para ir por mas y no volver a la senda neoliberal que gobernó con Juntos por el Cambio los nefastos cuatro años que pasaron.
Estos vientos frescos de lucha, van mostrando un pueblo que se vuelve a levantar y es protagonista de los cambios en una crisis mundial sin precedentes por la pandemia, pero también por las políticas reaccionarias y neoliberales en la región que se impusieron por elecciones o golpes de estado o constitucionales.
América Latina es terreno de uno de los procesos de disputa interimperialista más agudo de las últimas décadas. Las dificultades y crisis internas de EEUU (cuyo desenlace del periodo político será el próximo 3 de noviembre en las elecciones presidenciales) y el avance de China en el escenario mundial, ha llevado a la guerra comercial que recorre el mundo. La llamada multipolaridad los tiene como centro ordenador de la economía mundial.
Estos nuevos vientos imponen el necesario balance en cuanto a luchar por avanzar en modificar la matriz económica dependiente, semicolonial o colonial en la región.
Nuevos vientos donde no se aspire a ser aliado de cualquier imperialismo que enfrentee a los EEUU como China o Rusia, sino que sepa aprovechar esas contradicciones entre esos imperialismos para avanzar en políticas soberanas independientes.
Una matriz que supere la precarización laboral. Que la perspectiva de género atraviese todas las políticas de Estado y donde el modelo económico y social respete los ecosistemas.
¡Una nueva América Latina se va poniendo de pie!