[¡Eh, señores!],
tras el vivir y el soñar está lo que más importa: despertar.
A pocos días de terminada la Guerra Civil Española, el 22 de febrero de 1939, lejos de su tierra y en el exilio, moría Antonio Machado. El poeta, que se había comprometido profundamente con su tiempo y con su patria, dejaba el mundo para siempre cargando con él una bandera republicana. Y su poética, que a partir de ese momento alcanzó la inmortalidad, se volvió imprescindible. Porque Machado, que había pertenecido a la Generación del 98, reflejó en sus poemas la expresión sobria de las emociones humanas. Para, partiendo de ellas, alcanzar lo universal y despertar en cada unx de nosotrxs lo que nos hace más humanxs. En definitiva, lo que nos une. Así, el poeta nos habla y nos interpela. Y además nos convoca.
A pesar de formar parte del modernismo español, Machado no comulgará nunca con la idea de pensar una poesía que profese un culto exclusivo a la forma o se sirva sólo de ella proponiendo una sonoridad vacía. Por el contrario, su búsqueda estética lo conducirá a la defensa de la forma pero también a construir una poética honesta cargada de principios. De esta manera, el poeta, desde su perspectiva, no sólo contempla sino que también vive. Vive, lucha, se involucra y transforma la realidad. La habita mientras dialoga consigo mismo y con esos principios, sin alejarse del diálogo con su tiempo. Porque según Machado, el elemento poético es una honda palpitación del espíritu. Y su poesía, intensamente noble, lleva en su raíz, en su origen, ese palpitar, ese espíritu de lucha inquebrantable que se manifiesta, apelando de manera continua a las emociones humanas, en un intento constante e insistente de despertar la conciencia.
Antonio Machado se alejó del mundo para siempre en 1939, es cierto, pero su espíritu aún perdura. Persiste en su poesía, que nos indica que el camino no está hecho sino que lo vamos haciendo a medida que caminamos. Que nos enseña a no perseguir la gloria sino a habitar los mundos sutiles. Y, finalmente, que nos impulsa a mirar atrás solo para seguir avanzando.
Antonio Machado es un poeta del pueblo. Y merece ser leído y recordado.
Que vayan con él estas palabras.
Proverbios y cantares…
Caminante, son tus huellas el camino y nada más;
caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás se ve la senda
que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…
Antonio Machado
Publicado en Campos de Castilla (1912)