La elección española realizada el pasado 26 de junio –segunda vuelta de la elección del 20 de diciembre de 2015– sigue sin dar un resultado que logre conformar un nuevo gobierno. El abiertamente de derecha Partido “Popular” (PP) de Rajoy se mantuvo como primera fuerza, y hasta logró pasar de 123 a 137 escaños parlamentarios, pero sigue lejos de los 176 que necesita para conformar gobierno.
En segundo lugar quedó el PSOE, con 85 diputados. Siguió perdiendo apoyo en las urnas pero suspiró aliviado al no ser superado por Unidos Podemos: la alianza de Podemos e Izquierda Unida (Partido Comunista). Podemos había surgido tras la rebelión de los indignados en 2011 para terminar apostando todo a las elecciones con un discurso cada vez más acomodado a la institucionalidad bajo la consigna “La sonrisa de un país”(¿?!). A pesar de que las encuestas lo ponían en un posible segundo lugar, desde donde aspiraría a encabezar un gobierno, al final fue impotencia y terminó retrocediendo en 1 millón de votos respecto de lo que habían sumado por separado Podemos e Izquierda Unida en diciembre pasado.
Hay quienes vinculan el avance del PP con la incertidumbre generada tras el Brexit. Pero también debe tenerse en cuenta que la participación electoral cayó en más de un millón de votantes, que probablemente no tengan demasiada expectativa en que salga alguna solución de estas elecciones (¡y tienen razón!).
Ahora el PP –que rápidamente recibió las felicitaciones de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales– transpira para conseguir acuerdos con otras fuerzas, aunque sea la abstención del PSOE, para poder constituirse en gobierno. Y el PSOE tiene aun menos perspectivas de lograr acuerdos. ¿Se vendrá la tercera?