La verdadera historia
Si bien, se celebra el 9 de mayo el día de la victoria sobre el nazismo, cuando se firma la rendición definitiva tuvo el antecedente el 2 del mismo mes de 1945 cuando el Ejercito Rojo conquistó Berlín culminando la ultima gran batalla de la segunda guerra mundial. Fueron esos días cuando el Ejército Rojo izó la bandera con la hoy y martillo en el cuartel general del nazismo, el Reichstag.
Si bien el histórico “Acuerdo de Yalta” firmado por EEUU la URSS y el Reino Unido aquel febrero de 1945, significo el principio del fin de Hitler, sin lugar a dudas el desenlace de la guerra mundial no hubiera sido como la conocemos, sin la acción heroica de aquel ejercito representando a un pueblo que había tomado las armas para derrotar a los zares imperiales que gobernaban Rusia mediante la revolución dirigida por los bolcheviques quienes dieron inicio a la construcción socialista, periodo lleno de contradicciones pero que supo separar la contradicción principal, ubicando a Hitler y el nazismo como enemigo central luego que este agrediera a la URSS, llevando la contradicción en el mundo a la confrontación directa contra el fascismo sumando miles de expresiones solidarias en cada rincón del planeta.
La Gran Guerra Patria también se convirtió en una lucha por la libertad de toda Europa. Tras la contraofensiva del Ejército Rojo en 1943 se liberaron no solo las ciudades y pueblos de la URSS, sino también los países de Europa que se encontraban bajo el dominio de los nazis. Esta contraofensiva se dio de manera vertiginosa acompañada y fortalecida por los pueblos que se iban liberando y una gran propaganda que jugó un papel clave en el estado de ánimo de las tropas que dejaban la vida en las operaciones militares que dejaron enormes pérdidas. Solo en Polonia, fallecieron más de 600.000 soldados soviéticos, y en Hungría y Checoslovaquia, alrededor de 280.000.
La negación
La negación por occidente del papel del Ejército Rojo, es una de las canalladas más grande de la historia reciente, ya que la URSS perdió más de 27 millones de vidas en la contienda y liberó campos de concentración en Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Yugoslavia, Austria y Alemania oriental.
Siempre en la historia de la humanidad hay dos historias, la contada por las clases dominantes y la otra, la que protagonizan los pueblos. Occidente se esforzó de manera dominante, luego de la guerra, para introducir su impronta, ya no solo para ocultar aquellas hazañas populares, sino y, sobre todo, ocultando que ese pueblo que salió victorioso de la guerra había conocido la revolución y estaba construyendo el socialismo. Y es por esta razón, principalmente, que debían ubicar a la URSS y los países socialistas como la contradicción central, porque los pueblos del mundo veían allí su esperanza.
Es por esta razón también que surgieron con fuerza las expresiones de las burguesías naciones en los países dependientes, como el peronismo en nuestro país, que llevaron adelante desde el capitalismo de estado, avances en materia de soberanía y conquista de derechos de la clase trabajadora.
El cierre de una etapa
Luego de las restauraciones capitalistas en los países como Rusia y luego China; EEUU se erige como la única superpotencia militar, política y económica en el mundo, liderando en el terreno militar la alianza OTAN, cerrando una etapa y dando inicio a un nuevo ciclo dentro de una época dominada por el capitalismo imperialista, agudizando las disputas de mercados y áreas de influencia.
La ultima fase de la barbarie capitalista
80 años han pasado luego de la última guerra y 48 años luego de la última restauración de un país socialista, China. Ya no quedan “faros rojos” en el mundo. Los que pregonan y sostienen el sistema capitalista como el mejor, deben tergiversar la historia de los países que se atrevieron a construir el socialismo, pero también la lógica de la humanidad donde un modo de producción no se reemplaza por otro de la noche a la mañana, niegan una larga etapa revolucionaria llena de contradicciones, donde los que antes era bueno puede transformarse en malo para la humanidad. Lo que antes fue revolucionario frente al feudalismo, hoy es retrogrado. Niegan la dialéctica y sostienen el idealismo donde “algo es para siempre”.
Aquellos que odian el socialismo, como Milei, deben sostener un sistema social que está maduro y putrefacto, donde la pobreza y la opresión de los Estados imperialistas han avanzado por sobre aquellos países dependientes, coloniales o semicoloniales, administrado por lacayos locales como Milei, donde la depredación hace estragos sobre la población y la naturaleza, donde la deuda opera como un yunque que nos hunde en el infierno, pero donde los factores de guerra son comunes en diferentes regiones del mundo, mientras “nos tambaleamos en la cubierta del Titanic de una tercera guerra mundial” donde los EEUU no es lo que era en los años posteriores a la última guerra mundial y Europa una vez más se sumerge en su crisis, mientras emergen otros centros de poder económico, político y militares como los BRICS, desafiando a EEUU ahora con Trump y el inicio de una guerra de aranceles donde potencias como China lo desafía y hace retroceder, mostrando que aquella superpotencia líder del mundo occidental está en problemas puertas adentro con una economía en recesión agravada por las últimas medidas.
El mundo está plagado de guerras y atrocidades, teniendo a la más grande entre Rusia y Ucrania, apoyada por los países de la OTAN, pero donde es Rusia la ganadora mientras tácitamente despliega una advertencia sobre su poderío militar y económico sumando aliados como China y Corea del Norte. Genocidios como el que lleva adelante el Estado de Israel sobre Palestina y Cisjordania sumando a Oriente Medio con el apoyo de EEUU y Gran Bretaña. Guerras como las de Yemen por el control de los pasos oceánicos y una región rica en petróleo, también con la injerencia de EEUU y ahora los ataques desatados en la región de Cachemira entre la India y Paquistán, dos potencias atómicas.
El mundo bajo el capitalismo no es mejor después de la segunda guerra mundial, todo lo contrario, la destrucción del medio ambiente por la depredación inevitable a la que lleva la lógica imperialista la pagan los pueblos del mundo que ven destruirse los ecosistemas de manera nunca visto.
Millones de hambrientos, en particular las niñeces, crecen cada minuto de nuestros días sobre la tierra. La esclavitud de las personas a la explotación de los monopolios internacionales ha avanzado de manera descomunal, donde la precarización de la mano de obra y las relaciones laborales están en franco retroceso en beneficio de las patronales y quieren más.
Donde el surgimiento de expresiones neonazis, ultraderecha, racistas, homofóbicas ubicando a los enemigos en los inmigrantes, los pobres, los zurdos y comunistas van ganado lugares como lo ha hecho Javier Milei en nuestro país. son expresiones que se cargan con un discurso disruptivo, atacando a blancos que los sectores más castigados de la población quieren escuchar como la corrupción y la casta, mientras aquellos sumergidos en la desazón del día a día son víctimas de la inflación que se lleva las terceras partes de los salarios.
Expresiones que a poco andar muestran que la casta no es otra que aquellos sectores populares que lo apoyaron y no, pero que son expulsados de sus trabajos, donde el salario (con inflación baja) igual no les alcanza porque suben los servicios y alimentos, o son jubilados de la mínima que no llegan a mediados de mes y son castigados con la quita de medicamentos y los palos si protestan.
Expresiones de ultraderecha que gobiernan para el 1% que detenta los resortes de la economía del país, las clases dominantes que apoyan y van ganado una batalla en el terreno de las ideas donde reina la frivolidad, la falta de empatía, el individualismo y egoísmo, donde esa libertad que se pregona desde el poder es para violentar y agredir al que tenés al lado, tratando de forzar algo muy arraigado en los pueblos como es la solidaridad en tiempos de crisis. ¿Qué le ven de bueno a este sistema los que lo defienden?
Esta batalla está en el mundo, donde ya no son la salida aquellas expresiones del progresismo que pregona un mayor derrame, manteniendo el statu quo de las matrices dependientes mientras se esfuerzan para “gobernar para todos” como si “todos” fuera sinónimo de igualdad entre la clase trabajadora que produce las riquezas de la sociedad que se apropia un puñado que detenta el poder.
Es cierto que hoy no hay “faros rojos”, pero también es cierto que esos faros revolucionarios que hablábamos no nacieron como hongos en la tierra, ni cayeron del cielo, ni fueron “creados por obra y gracia del espíritu santo”, por el contrario, se fueron forjando cuando miles empezaron a transitar hacia una misma dirección, y allí se empezaron a dibujar los caminos donde solo había malezas y alimañas.
Hubo muchos que no se animaron, pero hubo millones que bajo la impronta revolucionaria se atrevieron a escalar las alturas y marcar epopeyas como la que recordamos frente al fascismo hitlerista en la segunda guerra mundial.
Gustavo Funes