El 17 de octubre de 1945 se produjo uno de los acontecimientos populares que más se recuerda en la historia de nuestro país.
Una pueblada gigantesca, abarrotada por más de 300 mil trabajadores que se movilizaba a Plaza de Mayo. No solo allí, también días antes (el 15/10) ciudades del interior como Tucumán, eran testigos del paro y movilización de los obreros del azúcar. En 1944 se constituía la FOTIA y luego (1945) la Junta Nacional del Azúcar que regulaba la fijación del precio del producto al público hasta los salarios de empleados y obreros, pasando por el costo de la materia a los cañeros.
El levantamiento de los obreros de la carne en Berisso y Rosario era parte de una jornada nacional que iría del 17 al 20 de octubre por la liberación del Coronel Perón,
Pero en particular, por su proximidad a la capital, Berisso y el gran La Plata iba a jugar un papel destacado en la gesta. La historia recuerda a dirigentes como Cipriano Reyes aquel dirigente de la carne de Berisso, pero también la misma historia da cuenta del papel (olvidado por la cultura patriarcal) de María Bernabitti, obrera del frigorífico Swift que había quedado sin trabajo por su combatividad y jugó un rol fundamental en el levantamiento de Berisso aquel 17 de octubre mientras Reyes estaba perseguido por la policía y la mayoría de los delegados de los frigoríficos Swift y Armour estaban detenidos.
Perón confiaba en ella por su osadía y llegada a los trabajadores. Esa mañana del 17 se pudo filtrar en el frigorífico y recorrer las secciones para levantar a los trabajadores al grito de “los delegados están presos, lo van a matar a Perón, ¿que están esperando?”. María de 37 años sabia que había que ir en masa a Plaza de Mayo cueste lo que cueste.
Estos hechos y dirigentes iban a constituir bastiones de la historia del peronismo.
El golpe fue muy fuerte a los sectores populares, pero sobre todo muy significativo con la destitución el 9 de octubre de Perón de sus cargos —Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo— y luego arrestado por sus rivales dentro del gobierno dictatorial, luego llevado a la isla Martín García.
La bronca y el odio de clase se mostró en el transitar de las columnas obreras que bajaban del conurbano y Buenos Aires donde no faltaron los “escraches” a los símbolos de la oligarquía nativa como el Jockey Club, los diarios La Prensa, La Nación, Crítica, la Sociedad Rural e incluso los rectorados de algunas universidades.
El pueblo movilizado, pero sobre todo sus dirigentes sabían que con la destitución y cárcel a Perón venían por las importantes conquistas laborales que se habían concretado luego de décadas de lucha como:
* Creación de los tribunales de trabajo
* Convenciones Colectivas de Trabajo
* El Estatuto del Peón rural, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales.
* Establecimiento del seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes.
* La fijación de mejoras salariales, el establecimiento del aguinaldo y vacaciones anuales pagas, para todos los trabajadores.
* La indemnización por accidentes laborales y las jornadas de trabajo de ocho horas diarias, entre otras conquistas.
Muchos de estos puntos serían incorporados en 1947 en el Decálogo de los Derechos del Trabajador y luego en la Constitución de 1949.
Aquella plaza de 1945 fue la partera, por empuje de los trabajadores, del movimiento que luego se llamaría “peronista”.
En esa plaza a las 12 de la noche Perón hablaba del protagonismo de esa clase y de la “conciencia histórica” que se manifestaba en esa gesta popular. Ya nada iba ser igual.
Para los que no venimos de ese movimiento vemos la oportunidad histórica que se perdió por el lugar que ocupó aquel Partido Comunista que en vez de analizar las contradicciones desde el punto de vista de la clase obrera, eligió la vereda del frente junto a conservadores y la embajada de EEUU.
Pero esa oportunidad perdida no borraría el papel de la clase obrera en aquel período histórico y los logros obtenidos para lxs trabajadores y el país bajo el gobierno hegemonizado por la burguesía nacional aún con sus limitaciones propias de clase.
Hoy a 78 años, aquel partido peronista no solo no lo dirigen aquellos sectores nacionales a los expresaba Perón y Evita, sino que la clase obrera transita una encrucijada de elevada productividad, alta precarización y pobreza, sojuzgada por una política económica basada en los acuerdos con el FMI de alta inflación, devaluación y mayor dependencia.
Esta política iniciada por el macrismo trajo a las expresiones de la derecha y la ultra derecha a niveles nunca vistos con posibilidad de ganar las elecciones, donde su programa es terminar “para siempre” con aquellas conquistas como los convenios colectivos, jubilaciones, vacaciones pagas e indemnizaciones, entre otras.
Frente a esta dura realidad, hoy la salida pasa por votar a Unión por la Patria para frenarlos, pero para seguir en mejores condiciones la lucha para reforzar las conquistas históricas obtenidas con presos, exiliados y 30.000 desaparecidxs, sin detenernos hasta que impongamos un rumbo popular y llevemos a nuestro país no solo a recuperar aquellas medidas soberanas del gobierno de Perón, sino para ir por más, hacia la liberación nacional y social necesaria para cambiar la matriz productiva y cultural de nuestro país.
Gustavo Funes