José López con las manos en la masa
No se sabe si dejó sus convicciones en la puerta de entrada de la Casa Rosada cuando llegó en el 2003, pero evidentemente José López es un funcionario que no dejó sus “valores” en la puerta de salida, en diciembre de 2015.
La escena de la detención de José López pegó fuerte. La madrugada, el convento desolado habitado sólo por dos monjas ancianas, los bolsos con más de 8 millones de dólares volando por arriba de las rejas… los condimentos cinematográficos le dieron un impacto profundo que graficó para millones la corrupción del funcionario kirchnerista.
José López acompañó al matrimonio Kirchner a lo largo de su carrera en la función pública, desde 1990 cuando fue designado como Secretario de Obras Públicas y Urbanismo de la Municipalidad de Río Gallegos hasta que Néstor Kirchner, al asumir la presidencia de la Nación, lo designó Secretario de Obras Públicas de la Nación. Y fue ratificado en el cargo por Cristina Kirchner hasta el último día de gobierno, el 9 de diciembre de 2015. En este cargo, manejó un presupuesto de alrededor de 32 mil millones de pesos.
Cuando fue apresado en el convento, tenía en sus bolsos casi 9 millones de dólares. Pero aparentemente también había invertido parte del dinero obtenido en relojes de lujo y botellas de whisky etiqueta azul y etiqueta dorada. El blanqueo propuesto por el macrismo le hubiera permitido quizá invertir en otros rubros… pero no llegó.
Personalidades que adhirieron al kirchnerismo en los últimos años con mayor o menor fervor militante reaccionaron impactados, desde pedidos de explicaciones del tipo “salgan a explicar las cosas, una por una, porque yo te creo, yo te banco, pero si me cagás no te creo y no te banco más”, hasta frases como “me siento triste, avergonzado y desilusionado”.
Este episodio escribe una nueva página en el libro de oro de la corrupción en la Argentina, que ya cuenta con varios tomos. Por recordar sólo algunos casos conocidos desde el final de la última dictadura, podemos citar el caso Koner-Salgado durante el gobierno de Alfonsín; las privatizaciones, el caso IBM-Banco Nación, o la leche de Vicco durante el menemismo; la Banelco para aprobar la flexibilización laboral en el gobierno de la Alianza; la pesificación asimétrica de Duhalde; hasta la corrupción durante el kirchnerismo.
No se puede dejar fuera de la lista las masacres de Cromañón y Once. Y no se queda atrás el gobierno de Cambiemos, comenzando por el propio Macri, con sus cuentas off-shore y empresas fantasma en paraísos fiscales escrachadas en los Panamá Papers, pasando por su primo y exitoso contratista del Estado, Ángelo Calcaterra, y todos los funcionarios que ganaron millones con la maniobra del dólar futuro y la devaluación.
Un sistema corrupto
No se trata simplemente de un chorro o un traidor. Se trata de un sistema corrupto. Detrás de cada caso de corrupción hay algún grupo monopólico, terrateniente o bancario que sale ganando.
En El Estado y La Revolución, Lenin cita a Engels y describe el papel de la corrupción directa e indirecta de los funcionarios como parte de los mecanismos que otorgan al Estado el carácter de instrumento de las clases dominantes:
“En la república democrática –prosigue Engels– ‘la riqueza ejerce su poder indirectamente, pero de un modo tanto más seguro’, y lo ejerce, en primer lugar, mediante la ‘corrupción directa de los funcionarios’ (Norteamérica), y, en segundo lugar, mediante la ‘alianza del gobierno con la Bolsa’ (Francia y Norteamérica)”.
En la actualidad, el imperialismo y la dominación de los bancos han ‘desarrollado’, hasta convertirlos en un arte extraordinario, estos dos métodos adecuados para defender y llevar a la práctica la omnipotencia de la riqueza en las repúblicas democráticas, sean cuales fueren.
Si, por ejemplo, en los primeros meses de la república democrática rusa [entre febrero y octubre de 1917], en los meses que podemos llamar de la luna de miel de los ‘socialistas’ –socialrevolucionarios y mencheviques– con la burguesía, en el gobierno de coalición, el señor Palchinski saboteó todas las medidas de restricción contra los capitalistas y sus latrocinios, contra sus actos de saqueo en detrimento del fisco mediante los suministros de guerra, y si, al salir del ministerio, el señor Palchinski (sustituido, naturalmente, por otro Palchinski exactamente igual) fue ‘recompensado’ por los capitalistas con un puestecito de 120.000 rublos de sueldo al año, ¿qué significa esto? ¿Es un soborno directo o indirecto? ¿Es una alianza del gobierno con los consorcios o son ‘solamente’ lazos de amistad?”
La cita ilustra también para el caso argentino no solo la pendenciera corrupción de funcionarios kirchneristas, sino también la más “sutil” de funcionarios macristas que recibieron antes de ejercer sus cargos –y recibirán luego– suculentos sueldos y contratos del capital financiero beneficiado por sus políticas como la JP Mogan, el Deutsche Bank y otros. La lucha contra la corrupción sigue siendo parte de la lucha por terminar con la dominación del capitalismo-imperialista, porque es parte de su esencia y un factor clave de su funcionamiento.