Súper bochorno

Un repaso por la final suspendida que esta vez no será en la tierra de los Libertadores de América.

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Por Darío Pérez

Bochorno, vergüenza, papelón, escándalo… Los adjetivos pueden continuar y ninguno alcanza para definir con certeza lo ocurrido en el estadio de River Plate cuando debía jugarse la final de la Libertadores. Tal vez, porque faltan los ingredientes principales: corrupción e internas políticas. Como se defina esta situación con respecto a lo deportivo, es lo menos importante. Se juega, no se juega, gana uno, pierde el otro, queda vacante, eso es anecdótico. Será el pasto que consumirá el fuego de los programas de radio y televisión, la pirotecnia mediática que hablará de reglamentos, artículos, sanciones, interpretaciones, batallas legales, escritorios, “pactos de caballeros”, tribunales de disciplina, apelaciones, etc. Pero lo esencial está bien visible a nuestros ojos: esta situación no da para más. Repasemos los hechos.

El viernes es allanada la casa de Héctor “Caverna” Godoy, el líder de la barrabrava de River. En ella se encuentran bolsos con más de 7 millones de pesos, 15 mil dólares y 300 entradas legítimas (no falsas ni de protocolo) para el partido del sábado. Todo es incautado y los Borrachos del Tablón se quedan sin el efectivo y sin poder asistir al partido. En la lógica delictiva eso merecía una venganza: “no podemos ir, la pudrimos toda”. Hay un audio circulando viralmente donde un barra lo dice clarito con todas las letras. La pregunta que queda es: ¿quién le dio las entradas a los barras? Ya que no hubo denuncia de robo, alguien se las tiene que haber entregado. ¿D’Onofrio no está al tanto de esto? El fiscal que allanó, ¿por qué labró una contravención si era evidente que se trataba de un delito?

El sábado, la barra se congrega a escasos 100 metros de Av. Libertador y Lidoro Quinteros. Pero esta vez no pueden entrar a la cancha. De hecho, “su lugar” en la tribuna permaneció vacío durante toda la tarde. A la hora señalada, minutos antes de que el micro que traslada al plantel de Boca llegue a la esquina donde debe disminuir la velocidad para doblar hacia el estacionamiento del estadio, y como si alguien les hubiera avisado, van todos hacia la fatídica esquina. Lo que sucedió después es dantesco, salvaje, de una violencia terrible: una lluvia de proyectiles de todo tipo (piedras, adoquines, botellas de vidrio, etc) fueron arrojados contra el costado izquierdo del micro. Estallaron los vidrios, la policía tiró gases que entraron al ómnibus y un botellazo que entró por la puerta lateral le pegó al chofer que, según sus propias palabras, durante unos segundos estuvo desvanecido. La azarosa presencia a su lado del vicepresidente segundo de Boca, Horacio Paolini, que tomó el volante del vehículo evitó una verdadera tragedia. El micro siguió siendo agredido todo el trayecto –unas pocas cuadras– hasta llegar a su destino. Todo lo posterior es otro capítulo del bochorno.

¿Y la policía? Bien gracias. El operativo de seguridad fue un desastre. Había policías de la Ciudad y Policía Federal. Nadie previó que iban a hacer los barras sin entradas. Inteligencia de los responsables de Seguridad de la Ciudad y nacional: menos diez. Encima, en esa esquina clave no había suficientes policías y la gente estaba al borde de la calle. Y un dato clave: según el testimonio del chofer que tiene más de una docena de viajes al Monumental y de socios que concurren asiduamente a ver a River, siempre sobre Quinteros –que tiene un boulevard en el medio– se ponen unas vallas con grandes paneles de madera de más de 2,5 metros de alto “tapiando” todo el trayecto hasta la cancha. Obviamente la gente queda del otro lado y camina en paralelo hacia el estadio quedando liberada y resguardada la mano derecha para el micro visitante… ¡¡¡Increíblemente esta vez ese tapiado no estaba!!! ¿Es posible que para el partido más importante de la historia se cometa semejante “olvido”?

Estos “errores” y desprolijidades hacen pensar en una zona liberada. Y más claro queda luego al ver las imágenes de estos delincuentes manejados por el poder político rompiendo todo a su paso y robando con total impunidad. Para colmo, ya el lunes no quedaba un detenido preso. Policía con mil operativos encima no pueden actuar tan ingenuamente. Algo pasó. ¿Cuál es el punto de contacto entre la barra y la policía encargada del operativo? ¿Por qué los dejaron “pudrirla toda”? ¿Por qué no hay nadie preso? Larreta intentando vanamente “salvar” a Macri en una conferencia de prensa se hizo cargo de todo, aunque las imágenes lo desmienten: había Policía Federal, Prefectura y Gendarmería, todas fuerzas de Nación. ¿Se debe a una interna Ciudad-Nación, Larreta-Macri? ¿Son pases de factura? Por lo pronto, el lunes voló de su cargo el ministro de Seguridad porteño, Martín Ocampo, hombre del riñón de Macri. De hecho, el padrino de su hijo es Daniel Angelici, ladero y principal lobista judicial de Mauricio. Y parece que la guillotina sigue afilada y lista para seguir actuando.

El gobierno de la Ciudad y de la Nación demostraron su total inoperancia para coordinar este operativo de seguridad y quedó muy claro que no controlan a toda la fuerza policial. ¡¡Y encima, con una total falta de criterio, hace un par de semanas el presidente intentó que estos partidos se jugaran con público visitante!! Afortunadamente, el sentido común de los presidentes de Boca y River le hicieron ver que estaba diciendo una burrada… ¿y van? ¿O vive en una burbuja? Para colmo, la ministra de Seguridad de la Nación alardeaba por los medios de comunicación diciendo que si organizaban el G20 obvio que podían con un partido de fútbol. Sinceramente causa pavor que esta gente esté a cargo de un gobierno. A veces uno piensa si lo hacen a propósito de tan mal que lo hacen.

A todo esto, hay que sumar el capítulo Conmebol. O, mejor dicho, Corrupbol, que a toda costa y sin importarle nada de todo lo anteriormente descripto, intentaba que el partido se jugara. Los intereses económicos podían más que la sensatez y la integridad física de los jugadores. El médico de la Conmebol hizo un informe donde decía que los jugadores estaban aptos para jugar… ¡¡¡sin haberlos revisado!!! Por si esto fuera poco, lo más descabellado fue que les ofrecieron a los jugadores lastimados inyecciones de corticoide –droga prohibida– con la promesa de que no iba a figurar en los informes si les tocaba el control antidoping. Una locura tras otra.

Carlos Tévez fue clarísimo: los presionaron para que aceptaran jugar. Los amenazaron, los querían obligar. ¡Un mamarracho! Hasta el presidente de la FIFA Gianni Infantino, que vino especialmente desde Europa a ver el partido y que es parte de los intereses económicos, presionó a los gritos a Daniel Angelici. Y por más que lo desmienta, participantes de esa reunión cuentan que el más enfervorizado en contra de la postura boquense era el bueno de Gianni. El papel del paraguayo Alejandro Domínguez, presidente de la Corrupbol, fue más que lamentable todo el fin de semana. El sábado, a pesar de los incidentes y de que un jugador había sido trasladado a un hospital, postergó miserablemente dos veces el comienzo del partido mientras intimidaban con posibles sanciones a Boca si no se presentaba. Finalmente fue reprogramado para el domingo algo que a todas luces ya era inviable. ¡Patéticos! Los cambios en la Corrupbol deben ser de raíz. La antigua conducción de la que es heredera Domínguez está toda presa por corrupta. No saben ni qué jugadores están habilitados para jugar. Solo se fijan en sus mezquinos negocios.

Así las cosas, en nuestro país debe comenzar un cambio radical con respecto a los barrabravas, su connivencia con la policía y sus lazos con la política. Es el momento. Esto no da para más. Lo del fin de semana colmó el vaso. La poca empatía que les quedaba sobre los barras de parte del “hincha común” llegó a cero.

Hay que replantear las bases culturales de nuestra idiosincrasia futbolera. Hay dos imágenes que hablan de la decadencia que transformamos en normalidad: por un lado los delincuentes sin entradas robando a los que salían de la cancha el sábado porque los tickets servían para el domingo, hinchas de River robando a hinchas de River; y por otro, la madre que fue capaz de poner en riesgo la vida de su pequeño hijo al encintar a su cuerpo bengalas y ´tres tiros´ para poder pasar sin problemas los controles hacia el estadio. En un Inexplicable spot publicitario, el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, nos declara ante el mundo Amantes del Fútbol Argentino y le quiere mostrar orgulloso como vivimos la pasión… Y vaya si lo mostramos