El 29 de julio pasado se cumplieron 50 años del brutal desalojo de estudiantes y docentes de la UBA, lamentable hecho que se recuerda como la “Noche de los Bastones Largos”. Para atacar la fuerte actividad política que se desarrollaba en las Universidades Nacionales, la dictadura de Onganía dictó la intervención de las mismas y prohibió el funcionamiento de los Centros de Estudiantes.
Marcado por la revolución cubana y la gran lucha del pueblo vietnamita contra la agresión yanqui, el movimiento estudiantil se fue volcando a posiciones antiimperialistas en las Universidades, expresadas por ejemplo en las resoluciones políticas de la Federación Universitaria Argentina (FUA). En aquella época, fue muy importante en la UBA la lucha contra el financiamiento de la actividad universitaria y científica a partir de fondos provenientes de organismos “multilaterales” (como el Banco Internacional de Desarrollo) o a través de planes específicos y se luchó contra los acuerdos de financiamiento provenientes de monopolios como la Fundación Ford y Rockefeller.
Tras la Noche de los Bastones Largos en 1966 se expulsó a más de mil docentes de la UBA y se persiguió a miles de estudiantes. Muchos de ellos se fueron del país. Pero muchos se quedaron y siguieron luchando contra la dictadura en el país.
La UBA organizó varias actividades de conmemoración de la intervención y el pasado viernes se realizó un acto. El rector Barbieri invitó al ministro de Cultura del Gobierno de Macri, Avelluto, a participar del mismo. Este ministro, ferviente propulsor de la teoría de los dos demonios, ha hecho declaraciones públicas en las que expresó entre otras cosas que hay que echar a los docentes que hacen paros de las universidades. Miles de docentes y estudiantes lo repudiamos. Pero sus declaraciones en nada disienten con el recibimiento en la misma fecha del presidente de México, Peña Nieto, responsable de la desaparición y muerte de 43 estudiantes hace poco más de un año, por parte de Mauricio Macri.
Corresponsal