El pasado jueves 30 de junio se aprobó en la Cámara de Diputados la nueva Ley de Autopartes. Presentada por el diputado del SMATA Oscar Romero, del bloque de Bossio, fue anunciada con bombos y platillos en la Casa Rosada por el presidente Macri. Festejada tanto por el gobierno como las patronales y el sindicato, fue presentada como una gran posibilidad de desarrollo de la industria nacional y fuente de empleo.
¿Quiénes son beneficiarios de esta ley?
Cualquiera diría que con el nombre que le dieron a la ley: “Ley de desarrollo y fortalecimiento del autopartismo argentino” el sector beneficiado con la ley debieran ser las empresas autopartistas. Pero –manteniendo la constante de todas las medidas macristas– del análisis de la Ley surge que sólo alrededor de 26 empresas podrán recibir el subsidio. Es una enorme transferencia de recursos del Estado en forma directa a las terminales automotrices (las que ensamblan los autos) y a las empresas llamadas “sistemistas” (las que ensamblan un conjunto de piezas que luego entregan a las terminales). Mientras tanto, a las empresas que realmente producen las piezas nacionales no las alcanza ningún tipo de subsidio directo, por lo que dependen en forma exclusiva de que las terminales o las transformadoras realicen sus inversiones en la empresa para poder fabricar las piezas requeridas (inversiones millonarias ya que las matrices para estampar una sola pieza son altamente costosas).
La ley es de adhesión voluntaria, esto quiere decir que obtendrán los beneficios y deberán cumplir con sus condiciones aquellas empresas que soliciten este subsidio. Dicho de otra manera, las empresas que no se adhieran no estarán obligadas a cumplir con el 30% de integración nacional ni con la cláusula de no despidos, entre otras.
¿Mejora la situación de los trabajadores esta Ley?
La ley tiene una cláusula en la cual las empresas que se adhieran a la misma se comprometen por declaración jurada a no despedir ni suspender sin goce de sueldo a los trabajadores.
O sea, sí está permitido: retiros voluntarios, suspensión con el pago de algún porcentaje del sueldo y convenios a la baja (como ya ocurrió en Córdoba). Por otro lado las empresas realmente autopartistas, que son quienes emplean la mayor mano de obra del sector y la más flexibilizada, al no ser parte del acuerdo, no estarán obligadas a cumplir con esta cláusula. Por lo que los puestos de trabajo nuevos que se generen a partir de la implementación de esta ley tendrán la característica de seguir siendo los más precarios del sector, con salarios significativamente menores a los de las terminales. Muchos de sus trabajadores se encuentran agremiados en la UOM y el Plástico.
El sindicato que no mueve un pelo por los miles de suspendidos y despedidos que tiene la industria automotriz en la actualidad y que no fue capaz de hacer un paro por el compañero muerto en Volkswagen, hizo una de las mayores movilizaciones del gremio en los últimos años para acompañar la aprobación de la ley. Hubo un cese de actividades en todas las fábricas para garantizar la movilización. Como siempre, trabajan para sus verdaderos patrones: los monopolios imperialistas de las terminales.
¿Cómo funciona la industria automotriz en Argentina y en todo el mundo?
Apenas un puñado de empresas, que casi pueden contarse con los dedos de las manos, producen la inmensa mayoría de los autos en todo el mundo. Además, las terminales automotrices ya no planifican localmente la producción de autos sino que producen apenas algunos modelos en cada país para optimizar sus costos y lo mismo hacen cada vez más con las piezas y otros insumos, con obligación de compra a subsidiarias y a determinados proveedores a nivel mundial. Se ha pasado de producir todo el auto dentro de una misma planta a sólo ensamblar en la planta, comprando las piezas afuera.
En muchos casos las empresas que producen las piezas son también monopolios imperialistas dedicados a la producción de piezas a escala global. En otros casos son empresas altamente dependientes de la inversión de las terminales. Lo que predomina es que las máquinas instaladas para producir las piezas son propiedad de las terminales, por lo que el día que estas deciden sacarlas de ahí y ponerlas en otro proveedor pueden hacerlo. La nueva ley deja establecido por escrito que éste es el mecanismo del supuesto “desarrollo y fortalecimiento del autopartismo argentino”. Una verdadera mentira.
¿Es posible una industria nacional?
En Argentina la balanza de la industria automotriz produce un déficit comercial de alrededor de 10.000 millones de dólares. Esto quiere decir que es mucho más lo que se importa que lo que se exporta para esta industria (incluidas piezas y autos terminados). Si en lugar de eso se invirtiera parte de los 10.000 millones de dólares en el desarrollo de una industria verdaderamente independiente otra sería la historia, pudiendo multiplicarse mucho más y en forma más duradera los puestos de trabajo…
En lugar de esto se aprueba una ley hecha a la medida de los monopolios imperialistas: una ley que profundiza más la dependencia.