Previo al Himno Nacional, las más de doscientas mil personas que protagonizaron la masiva jornada del 21F realizaron un minuto de silencio por “las víctimas de la tragedia de Once, Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, los submarinistas del ARA San Juan y los mártires del movimiento obrero”. Así se dio puntualmente inicio al acto que no sólo buscó expresar los reclamos de los conflictos en curso, sino se presentó también como un paso en el reagrupamiento contra la política macrista con la perspectiva de impedir su continuidad.
Además de Camioneros, bancarios y las CTA’s, estuvieron presentes también trabajadores del Hospital Posadas –que realizaron un encuentro que se sumó con una columna independiente (ver aparte)–, INTI, Río Turbio, ferroviarios del Sarmiento, Sutna, docentes, estatales, prácticamente todas las organizaciones sociales –entre ellas la Corriente Clasista René Salamanca–, entre otras organizaciones. Se realizaron también movilizaciones y actos en todo el país.
Los discursos
Arrancó Schmidt, de Dragado y Balizamiento, destacó el rol de Hugo Moyano y luego reivindicó el documento acordado en enero por la CGT que denunciaba que “lo único que ha logrado este gobierno en estos dos años es (…) hacer cada vez más ricos a los ricos y cada vez más pobres a los pobres”.
Sergio Palazzo, de La Bancaria y la Corriente Federal, respondió al gobierno afirmando que “violencia es robarles a los jubilados en el Congreso cuando aprobaron la reforma previsional, violencia es una nueva ley laboral que quite derechos, violencia es ponerles techo a las paritarias”. También denunció la persecusión sindical. Y opinó que “en esta marcha pueden faltar dirigentes de algunas organizaciones, pero los trabajadores están todos en la calle”.
A su turno, Pablo Micheli, de la CTA-A, también denundió la persecución y expresó que “este gobierno demoniza y quiere una democracia sin sindicatos”.
Fue el único que propuso construir un paro nacional. Para esto insistió con que “si no paran con el ajuste, con los despidos, hay que planear la continuidad de esta lucha”.
Por la CTEP, Castro arrancó su discurso reivindicando y llamando a acompañar el paro internacional de mujeres del 8M. Previsiblemente, también defendió al Papa Francisco. Denunció que los compañeros y compañeras de su movimiento tienen que vivir con 4750 pesos y fustigó: “¿Qué ceo de qué empresa puede vivir con esa guita?”. Finalmente, aprovechó para hacer su propio balance reivindicando la Ley de Emergencia Económica –aunque omitió mencionar la tregua firmada en su momento con esa ley–.
Hugo Yasky, de la CTA-T, reivindicó la unidad de una jornada que “va a quedar en la historia” como el “día de la dignidad de los que no nos ponemos de rodillas frente a la prepotencia de un gobierno de patrones”. Luego destacó el triunfo en Brasil contra la reforma previsional y defendió a Lula, “el primer presidente obrero de latinoamérica”.
También “bancó” a Moyano, Baradel y Plaini frente a la persecución del macrismo; y afirmó: “le decimos que si quieren buscar delincuentes, si quieren buscar ladrones, les pasamos una dirección: Balcarce 50, una Casa Rosada, ahí están los que tienen que ir a buscar”.
Reclamó “paritarias libres, con cláusula gatillo” y la defensa de la ley laboral. Dando cuenta de su peronización, argumentó que “esa ley que quieren reformar nos la legaron Perón y Evita”. Cerró llamando a seguir luchando, en unidad y “por supuesto, el 8 de marzo con el paro de las mujeres”.
Finalizando, Hugo Moyano inició su alocución aclarando que la movilización no es defensa suya sino de los trabajadores. Afirmó que no está “implicado en ninguna causa de corrupción por ahora” y que puede defenderse solo. Insistió con que no tiene “miedo de ir preso”, que ya estuvo preso dos veces durante la dictadura.
Denunció la mentira de la “reparación histórica”. “Se ríen de nosotros”, expresó. El gobierno “perjudica a los que menos tienen”, disparó. “No somos desestabilizadores”, aclaró. “Somos hombres y mujeres de trabajo que venimos a decirle al Gobierno que no apliquen más políticas que no solamente hambrean a la gente hoy sino que afectan al futuro de nuestros hijos, porque están hipotecando al país”.
Y analizando la perspectiva política propuso ¿autocríticamente?: “Cuando llegue el momento de expresar la voluntad democrática, sepamos elegir. Y aquellos que se pueden haber equivocado, que reflexionen”. Entonces fustigó: “Los gorilas no pueden estar más en la conducción del país”. Insistiendo en su respeto institucional, finalizó: “Al señor presidente le reitero que no somos golpistas como fueron ellos en su momento, o aliados de los golpistas, no somos antidemocráticos, que se quede tranquilo, pero sí somos luchadores”.