“Propusimos un camino gradual que fue exitoso durante dos años y medio (…). Cuando empezábamos a crecer y asomábamos la cabeza como país tuvimos tres shocks imprevistos: la salida de capitales de mercados emergentes, la sequía que afectó como nunca en 50 años al campo argentino y la causa de los cuadernos”. Con estas palabras en su discurso ante el Congreso Nacional, Macri intentó ocultar su responsabilidad en la dramática situación económica. Pero no pudo más que argumentar que no es a causa de sus políticas sino de imprevistos y “tormentas” que llegaron de otro lado, cuando todo iba, supuestamente, de mil maravillas: completamente falso.
Como señalamos en notas anteriores, el pozo en el que se sumerge cada vez más la economía argentina no es producto de “tormentas” imprevistas, sino de una política empecinada del macrismo que buscó reducir la inflación y resolver la crisis del sector externo (la falta de divisas extranjeras) cavando una fosa donde, más temprano que tarde, se iba a caer: bajando los salarios y el consumo interno para enfriar la economía, elevando las tasas de interés para atraer dólares especulativos y limitar los pesos en circulación, y contrayendo deuda externa en dólares como ningún otro país del mundo en tan poco tiempo.
El estrepitoso fracaso de estas recetas frente a la inflación se verifica en el 150% de aumento desde que asumió el gobierno de Cambiemos (como detallamos en el Vamos! Nº135). Porque, aunque Macri dijo que durante los primeros años de gobierno “bajó la inflación”, la realidad es que la inflación más baja que logró fue el 24,8% del 2017: equivalente a la inflación con que agarró el gobierno.
El recorte de salarios destruyó el mercado interno. La caída del consumo, la apertura indiscriminada de importaciones y las elevadas tasas de interés llevaron a un fuerte retroceso de la actividad industrial y a la pérdida de puestos de trabajo en la industria. La bicicleta financiera ofrecida para el ingreso de inversiones especulativas, con liberalización completa para la entrada y salida de dólares, creó las condiciones para las corridas cambiarias y los saltos devaluatorios. Los intereses de la deuda externa consumen cada vez más porciones del Presupuesto nacional, frente a lo cual el gobierno opta –en acuerdo con el FMI– por más ajustes y recorte de la inversión en obras públicas. El resultado inevitable de esta política es la caída del PBI, desindustrialización y crecimiento de la desocupación.
Las consecuencias están a la vista:
• Actividad económica: En diciembre de 2018, el estimador mensual de actividad económica (EMAE) cayó 7,0% respecto al mismo mes de 2017. Y el PBI de 2018 (contabilizando el promedio de todo el año) cayó un 2,6% respecto de 2017.
• Caída de la industria: En diciembre de 2018, el índice de producción industrial manufacturero (IPI manufacturero) registra una caída de 14,7% respecto a igual mes del año anterior. El acumulado anual 2018 del índice serie original presenta una disminución de 5,0% respecto a igual período del año 2017.
• Capacidad instalada en la industria: Se ubica en el 56,6% en diciembre de 2018, nivel inferior al registrado en el mismo mes de 2017 (64,0%). Los más bajos son: Industria automotriz, 25,6%; Productos textiles, 32,3%; Metalmecánica excepto automotores, 42,8%; Productos de caucho y plástico, 47,2%; Edición e impresión, 48,9%.
• Empleo: El presidente afirmó que se crearon 700 mil puestos de trabajo en los primeros dos años y medio de gobierno, desatando la risa de los diputados presentes. Toma para esto una “encuesta” del Indec, que evidentemente no se ve reflejada en la realidad ni se condice con los datos de empleo en blanco, registrados por la AFIP. El total de trabajadores en blanco –contando público y privado, asalariados y monotributistas– pasaron de 12 millones en diciembre de 2015 a 12,2 millones en diciembre de 2018, contabilizando apenas 179.500 puestos nuevos (un 1,5% más, por debajo del crecimiento de la población). Pero si tomamos los trabajadores asalariados privados, su cantidad incluso bajó de 6.240.133 en diciembre de 2015 a 6.166.100 en diciembre de 2018, perdiéndose 74 mil puestos de trabajo privados en relación de dependencia durante el gobierno de Cambiemos.