La vigencia de un camino para liberarnos de las cadenas del atraso y la dependencia. La vigencia de una clase que produce las riquezas y bienes que consume toda la sociedad pero no es dueña de los medios de producción. Una clase que despierta y tiene para perder solo las cadenas que la oprimen.Una clase de avanzada a la que la derecha y el fascismo tienen de enemigo porque ven el potencial, cuando adquieren conciencia del lugar que ocupa en la sociedad. Una clase a “la que ven como un gasto” cuando exige salarios y derechos, pero “la culpan por las ganancias perdidas” cuando va a la huelga, (evidenciando quién produce las riquezas y no tiene nada). Es la clase que liberándose lo hará para todo el pueblo. Por eso los enemigos como Milei y la casta dueña del poder le temen cuando se organiza y lucha.
¡Viva el Cordobazo! ¡Viva la clase obrera!
Cordobazo: la vigencia de la rebelión popular dirigida por la clase obrera.
La mañana del 29 de mayo de 1969, las tupidas columnas obreras salieron de las fábricas e iniciaron su marcha al centro, engrosándose a su paso con estudiantes y otros sectores populares.
Mientras que las columnas avanzaban la dictadura había dispuesto a las fuerzas represivas para frenar el avance. Los enfrentamientos no tardaron en producirse y el asesinato de Máximo Mena desató el odio y la rebelión generalizada, a la que se sumó todo el pueblo de la ciudad.
La policía fue completamente superada y tuvo que replegarse, ahora ya no se veía ni un solo uniformado: debieron escaparse ante la furia popular por el asesinato de Máximo.
Una tensa calma se vivía en la ciudad mientras se armaban cientos de barricadas edificadas con autos prendidos fuego, carteles, elementos de las obras en construcción y lo que aportaban los vecinos, fogatas y columnas de humo por todos lados.
Los símbolos imperialistas y oligárquicos como la confitería Oriental, Xerox, Citroën, el Casino de Oficiales o el Jockey Club estaban totalmente destrozados. Este era el panorama que presentaba la ciudad de Córdoba en el atardecer del 29 de mayo de 1969.
La ciudad, las calles, eran del pueblo de Córdoba, que con alegría y satisfacción caminaba observando los resultados de la confrontación, volvía a sus hogares o se preparaba para la contraofensiva de la dictadura de Onganía. Había alegría y satisfacción por lo realizado.
Recién a las 17 hs. se iniciará la entrada del Tercer Cuerpo del Ejército, ante lo cual se prolongará la resistencia de manera más localizada durante toda la noche, como en el combativo barrio de lxs estudiantes, el Clínicas.
Al día siguiente, se cumplía el paro nacional decretado por los sectores en que estaba dividida la CGT. Córdoba estaba paralizada, y todo el país se hacía eco de la jornada del 29.
El Cordobazo rebalsó todas las previsiones, habiendo convertido a la ciudad en un verdadero campo de batalla contra la dictadura de Onganía y sacudiéndo las entrañas de esta con una herida mortal.
Lxs obrerxs, estudiantes y el pueblo en las calles habían realizado una confrontación directa con el Estado de las clases dominantes, contra sus fuerzas represivas, y mostró la potencialidad revolucionaria de la violencia protagonizada por las masas.
Sin dudas fue el protagonismo masivo y la hegemonía de la clase obrera lo que hizo la diferencia aquel 29 de mayo, marcando un antes y un después en la política argentina, abriendo un período de auge de luchas y un avance de la acumulación de fuerzas revolucionarias.
El Cordobazo unificó las múltiples reivindicaciones obreras y estudiantiles en el choque contra la dictadura y sus políticas, así como contra 14 años de gobiernos ilegítimos, basados en la proscripción del peronismo, que habían llevado adelante una ofensiva sobre las conquistas obreras. Y fue una lucha teñida de la radicalización político-ideológica de vastos sectores populares en la Argentina, influidos también por el ascenso revolucionario a nivel mundial, por la Revolución Cubana, la Guerra de Vietnam, la Revolución Cultural Proletaria en China y el Mayo Francés.
Así, la lucha obrera y popular desbordó los planes de los sectores de las clases dominantes que, en el marco de la agudización de la disputa interimperialista, solo pretendían instrumentar la jornada para un recambio de Onganía por Alejandro Agustín Lanusse.
La chispa del Cordobazo se mantuvo encendida en las fábricas, donde emergió el sindicalismo clasista, abriendo en Córdoba procesos como los de Perdriel, SITRAC-SITRAM y el triunfo de la Lista Marrón encabezada por René Salamanca en el SMATA cordobés. La Argentina profunda se pobló de “azos”: el Cipolletazo, el segundo Rosariazo, el Choconazo, el segundo Tucumanazo, el Viborazo o segundo Cordobazo, el Mendozado, el Rocazo, el Trelewazo y muchos más. De este modo, el Cordobazo alumbraba un camino para la revolución, poniendo sobre la mesa el problema del poder y abriendo un período de auge que obligaría finalmente a la retirada de la dictadura en 1973.
Sobre ese trasfondo llegaría el peronismo a su tercer gobierno. Se abriría así un nuevo período, con fuertes tensiones sociales y políticas, incluso dentro del propio gobierno. Este complejo período sería cerrado con el golpe oligárquico y pro-imperialista del 24 de marzo de 1976 y la instauración de la sangrienta dictadura, que significó una de las noches más oscuras de nuestra historia nacional que dejó el saldo de 30.000 desaparecidos. Se derrotó así el auge revolucionario y se frustraron las aspiraciones de las mayorías populares.
El Cordobazo es un capítulo central de nuestra historia. Pero es también presente, como enseñanza y como experiencia acumulada de una clase y un pueblo que hoy tiene nuevas batallas por delante en el camino de su liberación.