Sobre el tarifazo, los cortes

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Los masivos cortes de luz han vuelto a demostrar no sólo que la crisis energética no es cosa del pasado, sino que el actual gobierno no ha encaminado una solución al problema. Previamente, las distribuidoras de luz –y sus usinas mediáticas– argumentaban que las bajas tarifas impedían la inversión necesaria para garantizar este servicio esencial. Pero este año el tarifazo superará el 2000% con este gobierno… y los cortes siguen. A lo largo del verano han sido afectados alrededor de medio millón de usuarios. Y no es peor porque la tremenda recesión hace que el 40% de la capacidad industrial se encuentre ociosa.

Mientras el secretario de Energía se esconde, el actual presidente del Banco Nación Javier González Fraga afirmó en TN que los cortes se deben al “exceso de consumo” de los argentinos, que dejamos “la luz prendida” y “el aire prendido”. Cínicamente expresó que “es significativo que a pesar de estas tarifas sigamos teniendo niveles muy altos de consumo”. Es decir, la previsión del gobierno para evitar cortes es simplemente bajar el consumo con más y más tarifazos. Este desprecio al consumo popular no sólo es de gorila recalcitrante, sino que está por fuera de la realidad.

Particularmente en Capital Federal, el aumento del consumo no sólo tiene que ver con los aire-acondicionados –que según González Fraga quizás habría que poner en 34º–, sino especialmente por la cantidad de torres que se han venido edificando desde hace más de una década (que se verifica en el aumento de usuarios de Edenor y Edesur). Evidentemente ha habido un enorme negocio inmobiliario pero escasa –por no decir nula– planificación energética. Tal es así que por lo general las nuevas torres edificadas no poseen gas, por lo que también utilizan luz para cocinar y calefaccionarse.

Hay cortes que se producen por la sobrecarga de líneas de distribución de baja tensión que tienen hasta medio siglo en funcionamiento y no están preparadas para el consumo actual. Otros cortes son decididos por las distribuidoras para evitar el colapso, especialmente en las horas de calor. En definitiva, González Fraga acusa al pueblo para negar la responsabilidad del propio gobierno.

Por la re-estatización

El gobierno macrista ha insistido con que los subsidios impiden resolver la situación. Pero en verdad no los ha quitado, sino que ha cambiado su destinatario. Antes los usuarios populares nos beneficiábamos con los subsidios en tarifas. Hoy son las petroleras y las empresas distribuidoras las que se benefician con los altos precios dolarizados, constituyendo un subsidio no demasiado encubierto. Para tomar un ejemplo: en 2017 Edenor reconoció haber tenido una ganancia de 691 millones de pesos, frente a una pérdida de 1.184 millones el año anterior (según su propio balance presentado en la Bolsa). ¿Y las inversiones?

Las consecuencias de esta política energética son, por un lado, que los sectores populares más vulnerables se endeudan para pagar las boletas. Y los comerciantes y las pymes sufren una pesada carga que, sumado a la fuerte recesión, amenaza con llevarlos a la quiebra, cuestión que viene sucediendo con numerosas empresas. Por el otro, las petroleras, generadoras, transportistas y distribuidoras han amasado fabulosas fortunas como hacía tiempo no lograban.

El gobierno cree estúpidamente que “el mercado” lo resuelve todo. Según esto, altas ganancias derivarían en inversiones que resuelvan el problema. Pero, evidentemente, no es lo que ocurre en la realidad. Porque la búsqueda de la máxima ganancia empresarial no va de mano de resolver las necesidades populares, en este caso el acceso a la energía. Peor aún al tratarse de un rubro monopólico.

No hay motivo para que en nuestras boletas sostengamos las abultadas ganancias empresariales. Hay una forma de garantizar que esa diferencia sea invertida en garantizar el acceso energético: iniciando el camino de reestatización de los servicios públicos. Porque solo el Estado puede garantizar el derecho a la energía. Junto con esto, hoy la urgencia de la situación exige la condonación de las deudas de usuarios domiciliarios como plantea la campaña “Yo no llego” lanzada por la CTA-A. Los ruidazos que se desparramaron desde los barrios por todo el país han logrado volver a instalar este problema y ya es parte de la batalla que libra el pueblo por derrotar a este gobierno.