El Gran Garrote Vuelve al Caribe

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Cuando la “Guerra contra las Drogas”, es la Guerra por el Petróleo y la Soberanía.

La política exterior de la administración Trump hacia América Latina representó una reformulación agresiva de la Doctrina Monroe, un regreso a la doctrina del «Gran Garrote» caracterizada por la presión militar, la coerción económica y una retórica beligerante. Esta estrategia, enfocada particularmente en los gobiernos de Venezuela y Colombia, instrumentalizó la lucha antinarcóticos como pretexto para una escalada militar, utilizó la coerción económica como arma de asfixia social y desató una guerra retórica – hasta ahora, porque solo hubo asesinatos por parte de EEUU – para justificar la injerencia unilateral en la región.

La estrategia de la Casa Blanca se fundamentó en tres pilares interconectados, diseñados para desestabilizar y forzar un cambio de régimen en Venezuela, mientras se ejercía una presión sin precedentes sobre su vecino, Colombia:

  • Escalada Militar: El despliegue de una significativa fuerza naval en el mar Caribe, justificada oficialmente como una operación antinarcóticos, pero cuyo verdadero objetivo era la intimidación y la amenaza de una intervención directa.
  • Coerción Económica y Diplomática: El uso sistemático de sanciones económicas, amenazas arancelarias y acusaciones directas para deslegitimar a los líderes gubernamentales, asfixiar sus economías y aislarlos internacionalmente.
  • Guerra Retórica: El empleo de un lenguaje confrontacional y descalificativo para justificar acciones unilaterales, movilizar a su base política interna y construir una narrativa que presentaba a los líderes de la región como una amenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos.

Para ejecutar esta campaña de hostigamiento, Washington recurrió en primer lugar a su herramienta de coerción más visible: el poderío militar desplegado en las costas de Venezuela y Colombia.

El Componente Militar: Pretexto Antidrogas y Realidad Intervencionista

El reciente despliegue masivo de poder naval estadounidense en el Mar Caribe, encabezado por el portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford, marca un salto peligroso en las tensiones geopolíticas de la región, trascendiendo la supuesta lucha contra el narcotráfico para enfocarse, sin disimulo, en la presión por un cambio de régimen en Venezuela y un ataque directo a la autonomía de Colombia (Noticias Univision Política | Univision; 23 de agosto, 2025; 18 de agosto, 2025).

La Casa Blanca ha dejado entrever que la expansión de su destacamento naval, presentada como una operación para «desmantelar Organizaciones Criminales Transnacionales (OCT) y combatir el narcoterrorismo», tiene una mira mucho más amplia que la seguridad, apuntando directamente a la permanencia de Nicolás Maduro en el poder (Noticias Univision Política | Univision; 23 de agosto, 2025).

Este movimiento, que ha puesto hasta un 12% de la fuerza naval de EE. UU. en la zona, es un teatro político, aunque mortal, diseñado para exhibir la imagen de un presidente Donald Trump fuerte e intransigente ante sus audiencias domésticas, en un contexto donde el crimen y la inseguridad son preocupaciones primordiales en Estados Unidos (Democracy Now!; 24 de octubre de 2025).

La Escalada bajo el Pretexto del Narcotráfico

La retórica que emana desde Washington y Caracas se ha vuelto más ácida, a medida que la fuerza naval estadounidense intensifica sus operaciones con ataques letales contra embarcaciones que, según aseguran, transportaban drogas.

Las declaraciones del presidente Trump han sido brutalmente claras, al afirmar que el objetivo es eliminar la amenaza a la seguridad nacional que, según la Casa Blanca, representan los grupos “narcoterroristas” liderados por Nicolás Maduro.

El mandatario republicano ha llegado a decir que no solicitará una declaración de guerra, sino que simplemente «vamos a matar a quienes traen drogas a nuestro país,» asegurando que «van a estar muertos,» lo cual muchos analistas consideran que trasciende una peculiar operación antinarcóticos y tiene en la mira a la permanencia de Maduro (Noticias Univision Política | Univision; 23 de agosto, 2025).

De hecho, la administración republicana ha redoblado su presión, anunciando el envío de tres buques de guerra adicionales a las costas venezolanas, mientras que la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, denunció que el «régimen de Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela» sino un «cartel del narcotráfico», ofreciendo hasta 50 millones de dólares de recompensa por su detención (El Destape; 23 de agosto, 2025).

El gran despliegue militar en el Caribe, con la presencia de bombarderos supersónicos B-1, aviones F35, drones MQ9 Reapers y hasta 10.000 soldados, según reportes, es el mayor contra Venezuela desde la invasión a Panamá en 1989, y se complementa con la autorización de Trump a la CIA para realizar operaciones encubiertas letales dentro del país (La BaseLatam 22/10/25).

Esto, para muchos observadores, no se trata de un tema de drogas, sino

de un tema político que busca un cambio de régimen en Venezuela (Noticias Univision Política | Univision; 23 de agosto, 2025).

El ex diplomático colombiano José Luís Ramírez, radicado en Washington, afirmó que este despliegue no parece ser solo de «utilería» y que sería un triunfo para Maduro si no pasa nada, dado el elevado costo de desplazar fuerzas que constituyen una parte significativa del poder naval de EE. UU. (Noticias Univision Política | Univision; 23 de agosto, 2025).

Colombia: De Aliado Fiel a Objetivo «Narcoterrorista»

La ofensiva no se limita a Caracas. La tensión ha crecido drásticamente con Colombia, cuyo presidente, Gustavo Petro, ha denunciado lo que califica como «asesinato» de un pescador colombiano en uno de los ataques de la fuerza naval estadounidense en el Caribe. Trump ha respondido a Petro con acusaciones peligrosas, calificándolo de «lunático» y «líder del narcotráfico», y amenazando con suspender la ayuda internacional y aumentar los aranceles a los productos colombianos, a pesar de que Colombia ha registrado cifras récord de incautaciones de cocaína este año (La BaseLatam 22/10/25).

Esta retórica se ha materializado en acciones concretas, como la inclusión de Petro, su esposa Verónica Alcocer, su hijo Nicolás Petro, y el ministro del Interior, Armando Benedetti, en la Lista Clinton (SDN) del Departamento del Tesoro (teleSURtv.net; 24 de octubre de 2025).

La inclusión en esta lista, que congela bienes y transacciones en EE. UU., se cumplió tras la advertencia del senador republicano Bernie Moreno, quien alegó que Petro fue elegido con apoyo de los carteles de droga.

El presidente Petro ha respondido con firmeza a estas calumnias, declarando: “Ni un paso atrás y jamás de rodillas”, e incluso anunció que iniciará una defensa judicial en Estados Unidos con el abogado Dany Kovalik (teleSURtv.net; 24/10/25).

El presidente de Colombia Gustavo Petro con Nicolás Maduroi

Los ataques estadounidenses contra lanchas en el Caribe y el Pacífico, que han dejado al menos 34 muertos, han sido catalogados por expertos de la ONU como «ejecuciones extrajudiciales» (Democracy Now!; 24/1025).

Esta agresión se enmarca en la irritación de Washington ante la política exterior autónoma de Petro, que dicen, no aborda el narcotráfico como causa sino como síntoma de desigualdad y pobreza, y que además ha adoptado una postura crítica respecto a Israel, lo que parece haber disgustado enormemente a la administración Trump.

Los medios de comunicación, especialmente aquellos con vínculos corporativos con intereses estadounidenses, como Univisión, han jugado un papel crucial en la construcción mediática de un culpable, presentando a Petro como un «desafiante» ante una «grave crisis diplomática» que fue iniciada por Trump. Esta narrativa busca fabricar el consentimiento para presentar al presidente colombiano como un obstáculo en la lucha contra las drogas, justificando así la escalada militar y las presiones, una táctica que muchos ven como una preparación para una posible intervención o cambio de régimen (La BaseLatam 22/10/25).

El Peligro del ‘Big Stick’ y la Respuesta Bolivariana

El patrón de injerencia que ahora se observa en el Caribe no es una novedad, sino el resurgimiento de la Doctrina Monroe y el «Big Stick» (Gran Garrote) del Corolario Roosevelt de 1904, que habilitó el intervencionismo unilateral de EE. UU. en el continente (CLACSO; 02/10/25). Históricamente, Estados Unidos ha usado diversos pretextos —piratería, comunismo, y ahora el narcotráfico— para justificar la intervención militar directa, como lo hizo en Panamá en 1989 para supuestamente «combatir el narcotráfico» e imponer un gobierno afín.

La verdadera motivación detrás de esta escalada, no es la droga, sino el control económico y la reafirmación del dominio estadounidense sobre un hemisferio considerado como «área de influencia» (CLACSO; 02/10/25).

El exministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Guillaume Long, subraya que la guerra contra las drogas ha sido siempre un pretexto cómodo para reafirmar el poderío militar y securitista de EE. UU. en América Latina (Democracy Now!; 24/1025).

Hoy, la ofensiva se enmarca en la creciente polarización geopolítica y la competencia estratégica global con China; Washington necesita acceso preferencial a los recursos naturales (petróleo, oro, cobre, litio) de América latina para reducir costos y competir con Pekín.

Incluso, Trump ha emitido una orden ejecutiva para explotar los minerales críticos del fondo del mar, como los nódulos polimetálicos y el cobalto, elementos claves donde China tiene un monopolio de refinación (La BaseLatam 22/10/25).

Paradójicamente, la agresión simultánea de Trump contra los presidentes de Colombia y Venezuela, acusados de ser «narcotraficantes,» está generando un efecto bumerán, empujando a ambos países a acercarse por necesidad y defensa mutua. (La BaseLatam 22/10/25).

Tanto Petro como el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, han expresado solidaridad y la necesidad de una postura unificada contra la agresión. Este acercamiento se basa en la reactivación de su frontera comercial de 2.200 km, vital para ambas economías, y en una visión compartida de defensa de la soberanía, inscrita en el ideal bolivariano de integración regional.

Frente a esta amenaza guerrerista, la respuesta del Sur ha sido principalmente diplomática y de rechazo. (La BaseLatam 22/10/25).

La amenaza de intervención ha recibido el rechazo de muchos gobiernos de la región, como Brasil y la misma Colombia, que consideran que la crisis venezolana debe ser resuelta por los propios venezolanos (El Destape; 23/08/25).

Veintiún de los treinta y tres países de la región adhirieron a una declaración unitaria para mantener a América Latina y el Caribe como «tierra de paz» ante la amenaza bélica. (CLACSO; 02/10/25).

Conclusión: Parar el Belicismo Patoteril

La postura del gobierno de Trump es abiertamente provocadora y amenazadora, ignorando el derecho internacional y los tratados regionales, lo que lo convierte en un peligro para América Latina y el Caribe.

Lo que está claro es que una invasión de Estados Unidos sería una tragedia de enormes dimensiones para Venezuela y todo el continente, es imprescindible, por lo tanto, que nuestros países se posicionen unitariamente para parar el belicismo patoteril y rechazar la continuidad de las sanciones y bloqueos estranguladores contra los pueblos.

EEUU ve amenazado su poder hegemónico mundial y es un león herido que se proyecta hacia adelante con amenazas, guerras e invasiones para mantener esa hegemonía mundial y su posición ante los otros imperios, máxime cuando China y Rusia parecen avanzar cada vez más y en unidad con la nueva propuesta multilateral que llevan a cabo desde los Brics.

La única vía para salvar la región y la soberanía es a través de la unidad, la integración, y la lucha independiente de los pueblos por su derecho a decidir su destino.

Nicolas Weichafe