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El 7 de diciembre de 1974 a las 5.30 hs. de la mañana un Ford Falcon gris, con seis personas adentro, se detuvo cerca de la casa de Enrique Rusconi en Tolosa. Entraron a la casa por el fondo y rompieron a patadas la puerta. Armados con itakas y pistolas 45 lo esposaron y lo sacaron para llevarlo. Lo llevaban esposado para subirlo a un Ford Falcon, allí Enrique forcejeó y gritó «ustedes no son policías, ustedes son rusos. Son rusos que quieren el golpe de Estado, no son policías ¡Si me van a matar, mátenme acá, carajo!».

Rusconi logró zafarse de sus captores y correr unos metros, pero fue acribillado a itakazos, por la espalda y a la vista de todos sus vecinos, a su compañera Yiya y a sus dos pequeñas hijas Ana -de un año- y Paula -de a penas 23 días-. A Enrique lo asesinó una banda golpista de las que en ese entonces actuaban en la provincia de Bs. As., protegidos por el gobernador Victorio Calabró.

Enrique tenía 29 años, había sido presidente del Centro de Estudiantes de Humanidades por el Faudi, estudió historia en la Facultad de Humanidades de La Plata. Fundador del PCR. Trabajó en el frigorífico Swift y como nodocente en Arquitectura de la UNLP; un día antes de su muerte había entrado a trabajar al Ferrocarril Roca.

En ese entonces Enrique, junto al Comité Zonal, encabezaba en La Plata la denuncia del golpe de estado que se preparaba en nuestro país. Fue asesinado porque era un patriota y un antiimperialista consecuente. Porque luchaba por la liberación del pueblo y de la patria. Porque era un comunista revolucionario.

Su ejemplo y la vigencia de su lucha nos acompañan y acompañan a las nuevas generaciones.