Frente al hambre, la entrega, la represión y el odio al pueblo
Los índices oficiales de pobreza e indigencia que dio a conocer el INDEC no sorprenden, pero muestran la cruda realidad donde el crecimiento hace estragos con el 52,9% durante el primer semestre de 2024, un incremento de 12,8% respecto a los datos de igual período de 2023 (40,1%). Además, la indigencia se duplicó en un año: pasó del 9,3% en el primer semestre de 2023 al 18,1% en los primeros 6 meses de este año.
Si se proyectan los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) a todo el país, 25 millones de personas son pobres (6 millones más que en el segundo semestre de 2023), de las cuales 8,5 millones son indigentes.
Para completar el cuadro del “Infierno de Milei”, podemos señalar el 66,1% de pobreza y 27% la indigencia en los jóvenes; mas el 2% de subida del desempleo (254.000 personas); 145% de inflación; 2,3% la caída de la actividad económica; 18% y 25% fue la caída de los salarios formales e informales y 12,8% cayeron las ventas en supermercados.
Se ha llegado a una situación tan dramática para el pueblo y los intereses del país que exigen medidas a la altura de tamaña gravedad. El paro activo general de las centrales sindicales es, sin dudas, la más importante y necesaria.
No estamos frente a un gobierno de derecha más, con todo lo que eso implica, sino que se ha entrado en una fase donde el cinismo y la crueldad se manifiesta como pieza clave de la política de gobierno.
No son neoliberales que tratan de justificar el ajuste a los jubilados y la represión, por el contrario, ¡¡la celebran con asado y llaman héroes a los que lo consiguieron!!
Llaman “nido de ratas al Congreso”, gobiernan por decreto o salen a comprar voluntades. Pisotean la democracia republicana ¡¡y se ufanan de hacerlo!!, espantando a sectores de la oposición que veneran las instituciones y no tienen mejor idea (porque son herramientas constitucionales ejercidas por un presidente elegido por el 56%), que salir a aceptar el veto de aumento a los jubilados (¿y la universidad pública?) o el DNU 70/30, admitiendo que una legitimidad de un gobierno se basa solo si es elegido por los votos, desechando el paso posterior en cuanto a si ese gobierno somete al pueblo y entrega el país, llevando adelante la represión a jubilados, persigue a opositores o utiliza los recursos del Estado para armar ejércitos de troles.
La legitimidad de un gobierno no solo se la dan los votos, también cuenta para que sector social gobierna. Si lo hace contra el pueblo y el país, estamos frente a una “tiranía elegida por los votos”.
Organizar la desobediencia civil
¿Qué hacer cuando entramos en la fase más autoritaria del gobierno, mas provocadora, mas inescrupulosa y violenta? ¿morir abrazados a las instituciones que han demostrado no ser barrera de contención frente al fascismo y el descaro?, ¿esperar tres años a que termine su mandato? No está mal accionar contra el DNU 70/23 que viola la Constitución; no está mal recurrir a la justicia u otros instrumentos legales, pero cuando eso no alcanza, la rebelión es la justicia.
La desobediencia civil se va haciendo de hecho, en miles que empujados por la crisis y la miseria optan por transgredir la regla donde se establece que es legal blanquear capitales de las estafas, narcotráfico y fugas de un puñado a los que se los libera por 30 años de impuestos, se les baja los bienes personales, mientras a ese ciudadano o ciudadana de a pie, les ponen la policía o seguridad privada para que no salte los molinetes en las estaciones de tren o subte, o debe afrontar aumentos de servicios de 400 o 600% “porque esa es la regla”.
Aquí están las bases de la desobediencia civil organizada, que dependerá de la subjetividad social y política para llevarla a un plano superior. Este es el camino que se inició en Tierra del Fuego (ver nota). Esta es la verdadera encuesta, coincidente con los papales de las consultoras respecto de la pérdida de confianza en el gobierno, marcando el principio del fin de la luna de miel con Milei. Ahora todo será cuesta arriba para el gobierno que buscará no perder la iniciativa política pero también se tornará más peligroso como una fiera acorralada donde acudirá a mayor represión y montaje de provocaciones para cambiar el eje de la economía como si el sol se pudiera tapar con la mano.
Organizar la desobediencia civil, dotarla de las herramientas legales como los “amparos colectivos” frente a los tarifazos que equivale en la mayoría de los casos a mas del 60/70% de los salarios, sino más. Medidas que posibiliten a ir organizando en los territorios, desde los órganos naturales de masas reconocidos por el pueblo como las juntas o centros vecinales, clubes, sindicatos o centros de estudiantes, etc.
Acciones directas acompañadas con escraches, cortes y movilizaciones que le impongan a las centrales sindicales un paro activo nacional por tiempo indeterminado en las regionales para que se retroceda en este ajuste brutal sobre la inmensa mayoría del pueblo.
No se puede esperar a un recambio de derecha “por arriba” para cambiar de figuritas gastadas y poner otras que siga con el ajuste con “otros términos”. Tampoco se puede esperar tres años o jugar solo con la expectativa de cambiar la correlación de fuerzas en el Congreso para “forzar negociaciones” con sectores de poder.
El pueblo debe imponer su impronta, con unidad y lucha por abajo, como la gran marcha federal en defensa de la educación pública el próximo 2 de octubre.
Imponer una impronta donde esté presente el cambio en la correlación de fuerzas como ocurrió en Chile en el 2019 donde el detonante fue el aumento del boleto, de una situación que se venía incubando de meses de ajuste brutal al pueblo. Un camino que pudo imponer la “Plaza de la Dignidad”, con lucha, heridos y muertos, pero pudo torcer el brazo a los poderosos, dividirlos e imponer el llamado a la Asamblea Constituyente y elecciones.
Debemos trabajar para iniciar el camino de la desobediencia civil, el paro general y llegar a las elecciones de 2025 con una gran unidad para cambiar la composición y lograr el llamado a una Asamblea Constituyente soberana con el pueblo en las calles.