Paraguay se levanta

Decenas de miles ganaron las calles en Asunción y las principales ciudades del interior, para repudiar la falta de vacunas contra el Covid-19 y la corrupción sin precedentes del gobierno de Abdo Benitez. Esta situación se entrelaza con la extrema pobreza, la desocupación y la informalidad laboral, mientras un puñado de empresas y terratenientes lucran en medio de la pandemia. El pueblo dijo basta!

EL DETONANTE

La falta de vacunas y un plan de vacunación contra el Covid-19 fue el detonante del estallido popular de un pueblo harto de la política neoliberal de ajuste y corrupción del presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, quien quedó en una situación de extrema fragilidad.

Este domingo, miles de personas se manifestaron por tercer día consecutivo en las calles de Paraguay. Esa fue la respuesta a la brutal represión del pasado viernes, donde las protestas acabaron con violentos enfrentamientos y las fuerzas de seguridad lanzaron balas de goma y gases lacrimógenos, pero el director del Hospital de Trauma, el doctor Agustín Saldívar, confirmó el fallecimiento de una persona tras la manifestación en el micro centro de Asunción. Este hospital registró decenas de heridos, uno de los más graves es un joven que recibió el impacto de un balín de goma en el globo ocular izquierdo.

Estos hechos agudizaron la crisis política expresada en la renuncia de varios ministros, entre ellos Ministro de Salud Julio Mazzoleni, quien presentó la renuncia el pasado viernes. Y este sábado, Abdo Benítez anunció el reemplazo del ministro de Educación, Eduardo Petta; la ministra de la Mujer, Nilda Romero; y el jefe de Gabinete de la Presidencia, Juan Ernesto Villamayor.

Pero las aguas nos se han calmado y se suceden las movilizaciones en Asunción y las principales capitales de provincias del interior.

el Sindicato de Trabajadores del Hospital de Clínicas (SITRAHC) solicitó al presidente de la República, Mario Abdo Benítez, al presidente del Congreso, Óscar Salomón, el cese de la represión a los legítimos reclamos del pueblo, y agregan que como gremio de trabajadores de la salud, “actores y testigos cotidianos de la dejadez de la salud pública en Paraguay, hemos manifestado nuestro reclamo ante este escenario plagado de irregularidades y necesidades”, sostienen.

En ciudades del interior hubo repercusiones de los hechos ocurridos en Asunción, así fue por ejemplo en la Ciudad de Encarnación donde los manifestantes en La Plaza de Armas repudiaron al gobierno al grito de “Marito, basura, vos sos la dictadura”.

El gobierno se endeudó de manera histórica con el argumento de la compra de vacunas e insumos, así como la ayuda al sistema de salud, pero nada de eso ocurrió y el préstamo del FMI tenía como objetivo reforzar el sistema de salud. Pero lo que se ha comprado ha sido insuficiente, sin las condiciones adecuadas y pagando sobrefacturas». Los negociados, compras fallidas, sobrefacturaciones y sospechas de direccionamiento terminaron abortando más de 50 procesos licitatorios y enredando todo el proceso de compras del millonario préstamo asumido por el gobierno para enfrentar la pandemia.

El presidente Abdo, fue virando de acuerdo a la movilización popular, la crisis interna y la correlación de fuerzas en el parlamento, donde está prisionero del Partido Colorado quien lidera las bancas legislativas. Así, el presidente pasó de bancar al Ministro de Salud, y otros funcionarios señalados en hechos escandalosos de corrupción, a pedirles la renuncia a varios de ellos.

El juicio político a Abdo sobrevuela en Paraguay. El actual presidente ya enfrentó esa posibilidad en agosto de 2019, cuando se filtró un acuerdo bilateral con Brasil para comprar energía a la represa de Itaipú, compartida por ambos países. El presidente fue acusado de poner en marcha un mega negociado donde se entregaba la soberanía.

Hoy, la oposición es minoritaria en el Congreso, si bien acordó hacer una moción contra el presidente para iniciar un juicio político por «mal desempeño». Pero la iniciativa no cuenta con el apoyo del ex presidente Horacio Cartes (2013-2018), quien controla una corriente mayoritaria en el Partido Colorado, del que es miembro el propio Presidente Abdo Benítez.

Recordemos que Cartes tiene un largo historial de vinculaciones con el narcotráfico y crimen organizado. En la historia reciente jugó un papel clave en el derrocamiento del presidente Fernando Lugo en 2012.

Según un cable diplomático de 2010 publicado por WikiLeaks, Cartes fue investigado por la DEA y la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos (ATF), que creía que él dirigía una organización que lavaba grandes cantidades de dólares – producto del narcotráfico y otras actividades ilegales.

También pesa sobre él una orden de captura de la justicia brasilera por lavado de dinero del narcotráfico y se lo vincula también con el “Lava Jato” que llevó a Lula a la cárcel. Ahora es él quien maneja el fiel de la balanza en cuanto al Juicio Político a Abdo Benitez.

MARITO” ABDO BENÍTEZ

El presidente, nunca escondió su simpatía por una de las dictaduras más largas en la región. Esa simpatía viene de familia ya que su padre, Mario Abdo Benítez, fue secretario privado de Alfredo Stroessner, el dictador paraguayo que gobernó desde el 15 de agosto de 1954 hasta el 3 de febrero de 1989 (cuando fue derrocado), y de Ruth “Manon” Benítez Perrier, sobrina del militar stronista Rodolfo Perrier, quien fue uno de los principales implicados en la privación de la libertad y violación de niñas y adolescentes por parte del propio Stroessner y sus allegados. La dictadura dejó como saldo más de 400 muertos, los casi 20 mil torturados y más de 20 mil exiliados, en cifras de la Comisión Verdad y Justicia.

Mario Abdo Benítez, presidente de Paraguay

“Marito” Abdo Benítez fundó en 1992 el “Movimiento de Reconciliación Colorada”. Trece años después fue integrante del movimiento “Reconstrucción Nacional Republicana” y, para las elecciones internas del Partido Colorado en el año 2006, fundó el movimiento “Paz y Progreso” -antiguo slogan de Alfredo Stroessner- junto con su amigo de toda la vida Alfredo “Goli” Stroessner, nieto del dictador que murió en Brasilia el 18 de agosto de 2006. En 2008 “Marito” se convirtió en vicepresidente del Partido Colorado. En el 2015 fue elegido presidente del senado por el periodo de un año. En las primarias presidenciales del Partido Colorado en diciembre de 2017 venció al ex ministro de Hacienda Santiago Peña -candidato del presidente saliente Horacio Cartes- con el 51% de los votos.

Cosechó su fortuna propia también como empresario de su Empresa de Almacenamiento y Distribución de Asfaltos S.A. -Aldia S.A- una fábrica de emulsiones asfálticas que entre 2010 y 2014 logró contratos millonarios con el Ministerio de Obras Públicas y la Municipalidad de Asunción que ascendieron a 18,5 millones de dólares.

Su ex esposa también cultivaba los negocios con el Estado paraguayo desde Tecnología SA y Createc S.A. que entre 2010 y 2014 también realizó trabajos por un valor de 3,8 millones de dólares.

Después de 2014, Abdo Benítez se distanció de Horacio Cartes -el presidente saliente- y ninguna de las dos empresas realizó trabajos para el gobierno, hasta la victaria en el 2017 donde Aldia S.A vuelve a ganar una nueva licitación.

UN POLVORÍN

El polvorín bajo los pies del presidente no se hace de la noche a la mañana, sus políticas vienen castigando al pueblo desde hace tiempo.

Abdo Benitez recibió de Cartes una economía donde se han beneficiado las grandes empresa multinacionales y terratenientes, particularmente sojeros, con un ciclo de la economía en expansión pero con niveles de pobreza extremos, donde, según la estatal Dirección de Estadísticas y Censo, de siete millones de habitantes, casi una de cada tres personas vive en la pobreza o en la extrema pobreza.

Según estimaciones, ya el 2020 la pobreza volvió a niveles observados en 2017. A esto se suma que desde el inicio de la cuarentena, muchos hogares han registrado una caída en el consumo de alimentos y una proporción importante no ha podido acceder a los alimentos básicos debido principalmente a su aumento de precios. 

Si la situación social no estalló antes, es por el nivel de informalidad laboral que existe, y los programas de emergencia que destinó con pocos recursos el gobierno.

En materia laboral, Paraguay cerró en 2020 el peor periodo de los últimos 30 años. Si se observa los últimos cinco años, la economía viene creciendo en términos del 4% y 3,4%, solo en el 2009 hubo un crecimiento negativo y el 2012 fue mínimo, y el resto de los años la economía creció a la par del crecimiento de la pobreza, ahora agravada por la pandemia, que dejó un 2020 con -1%, el peor resultado en mucho tiempo. Como vemos, “crecimiento” no es sinónimo de mejor situación del pueblo.

Ahora se especulaba con un esperado “rebote” proyectado para este 2021, pero no el agravamiento de la pandemia y al dispararse los casos comunitarios queda reducida a una “aspirina” el lote de 4.000 dosis de la vacuna Sputnik V, En un país de 7 millones de habitantes.

El último informe del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS), con datos cruzados con el Instituto de Previsión Social (IPS), reveló que se generaron solo 10.193 empleos formales durante el 2020. Si bien Paraguay tuvo los números menos negativos, son muy bajos y la situación es muy delicada con perspectivas aún peores.

La informalidad es una de las más altas de la región con un 71%, cifra que celebra el gobierno, porque bajó de cerca del 75% en la que estaba. No existe un seguro de desempleo, y el hacinamiento sigue siendo una realidad para muchos hogares, principalmente en áreas rurales. 

La crisis ha logrado visibilizar las desigualdades presentes en el mercado laboral paraguayo. Por un lado, los asalariados de los sectores que requieren presencia física son los que han tenido mayores dificultades para mantener sus empleos y aquellos que se desempeñan en funciones intensivas en contacto físico, características del sector informal de la economía

El gobierno tomó medidas rápidamente al inicio de la pandemia, fue reconocido como ejemplo en la región por sus bajos casos de contagios y muertos, pero esa política no solo no se sostuvo en el tiempo, sino que dejó al descubierto los “parches” a un sistema de salud destruido.

La pasada semana, muchos hospitales públicos colapsaron, quedándose sin capacidad en las unidades de cuidado intensivo. De hecho, el pasado tres de marzo, el Ministerio de Salud informó la suspensión de todas las cirugías programadas en los hospitales públicos del país para centrar todos los esfuerzos en la contención de la pandemia. La ausencia de camas para los enfermos se une a la escasez de medicamentos e insumos. 

«Estamos sin antibióticos, sin tratamientos para el coronavirus y otras patologías», dijo Lourdes Villalba, vicepresidenta del Sindicato de Trabajadores del Hospital de Clínicas en Asunción. «La gente va a un hospital público y les dan una cama, pero luego tienen que pagarse los medicamentos en el sector privado. No todos pueden costearlo», sostuvo.

Las protestas también tuvieron una importante repercusión en la docencia, ya que el gobierno implementó la vuelta a la presencialidad en las escuelas en el peor momento de la pandemia. Sindicatos llamaron a movilizarse para rechazar la medida del ejecutivo.

En conmemoración del 8 de Marzo, miles de mujeres y diversidades se reunieron en Asunción en la Plaza de la Democracia, bajo la consigna «vivas, diversas y con derechos», tambien le sumaron la renuncia del presidente «por su mala gestión en la pandemia». «¡Que renuncie Marito!», «¡Ladrones a la cárcel!», «¡Elecciones ya!», son carteles que se repiten en las jornadas de lucha.

El desenlace está en marcha, el pueblo movilizado será sin dudas la garantía para profundizar la crisis política y hacer surgir una coordinación popular e independiente, fundamental para que la salida no sea una nueva “rosca” entre los sectores dominantes para seguir con una política que profundiza la dependencia, sostenido por un “narcoestado” con más pobreza y desigualdad.

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