Reflexiones
Es la primera vez desde el retorno de la democracia que están en juego valores democráticos y derechos que pensábamos que estaban garantizados. Emergen acciones, debates y disyuntivas de fondo en la sociedad. En realidad siempre han estado en juego, pero nunca con la incidencia de las redes y los medios de comunicación jugando un papel estratégico al respecto, mostrando una sintonía entre la profundidad de la crisis económica, social y política, con el avance de las ideas y exponentes “negacionistas”, fascistas, anti comunistas y todo aquel pensamiento que este en las antípodas del progresismo. Son aquellos que reivindican la dictadura en sus personas, políticas y actos.
Estado y democracia
Si partimos de que todos los actos en la base económica tienen -y deben tener- su correlato en la superestructura política, podemos afirmar que esta democracia es simétrica a una estructura económica dependiente, rapiñada y endeudada, donde las miserias de un sistema social se han agravado y con ellas las contradicciones básicas de una sociedad de clase. Donde los recursos esenciales de un país están en manos de un puñado de sectores que detentan el poder real, y eso no ha cambiado en estos 40 años, solo han acrecentado su poder.
Las incrustaciones democráticas o económicas que benefician a los pueblos, si nos ponemos a observar la historia, han sido por acciones de luchas frente a hechos concretos y también simplemente a imposiciones de un sector de las clases dominantes sobre otras, (muchas veces empujada por la lucha de los de abajo).
El voto femenino, por ejemplo, fue producto de largas luchas del feminismo en una sociedad patriarcal. Esa lucha encontró en una clase dominante en ese periodo, la burguesía nacional aún con sus limitaciones de clase, que jugó un rol progresista de conquista de derechos y políticas publicas en favor del pueblo y la Nación. Los juicios por delitos de lesa humanidad que se impusieron en el periodo kirchnerista y siguen hasta la actualidad y otros tantos derechos conquistados en el terreno económico y democrático, tiene atrás la lucha de un pueblo al que le costó vidas, persecuciones y cárceles entre otros padecimientos.
Pero estas conquistas que hablamos, siempre están en peligro, porque tienen que ver con las correlaciones de fuerzas en determinados períodos y no a la esencia de esta democracia. También hay medidas retrógradas que no se pudieron imponer durante gobiernos reaccionarios, por esa lucha de la que hablamos.
Así podemos relatar cientos de ejemplos, pero sin soslayar que todo Estado por su origen tiene un carácter de clase, en nuestro caso el pueblo no le dio su origen, todo lo contrario fueron las clases dominantes las que se impusieron y le dieron forma. El Estado, en términos generales, es un instrumento de dominación de una clase sobre otra. No es independiente, por mas que se lo “vea” o “actúe por encima de la sociedad”. Pero puede haber estados democráticos y otros opresores, por su origen. El nuestro, como todos los que están bajo el sistema capitalista, representa a una minoría por sobre la inmensa mayoría. Un Estado democrático es aquel que representa a la inmensa mayoría por sobre la ínfima minoría, pero nunca va dejar de ser un instrumento de dominación.
En todo un período de transición, el pueblo debe y puede imponer mejoras y hasta ser parte de gestiones que lleven adelante políticas y practicas en beneficio de las mayorías populares dando protagonismo a estas. Pero de ninguna manera se puede ser parte de un gobierno que en su composición y política general vaya contra el pueblo.
A diferencia, de aquellos que hoy pregonan “el fin del Estado”, que lo hacen no para que la inmensa mayoría se emancipe, se libere, sino para que todo lo regule el mercado pero ya sin ninguna atadura (impuestos, cargas patronales, derechos laborales, etc, etc). Mientras el Estado seguirá existiendo, mas chico y para controlar a los pobres.
La pandemia vino a agudizar mucho más esta realidad llevándola al extremo, donde solo un puñado, en términos económicos y políticos, salió mejor…mucho mejor y con mas poder.
Hablamos de esto porque está en juego un sistema democrático que supimos conseguir, aunque no lo lideró el pueblo, pero si está lleno de contradicciones con un Estado lleno de contradicciones, donde los sectores populares han aprovechado y pueden aprovechar en su lucha para arrancar derechos e incluso transformar esta democracia llevándola a un plano superior, revolucionario, tanto en la base económica como en la superestructura política con un Estado de y para las amplias mayorías populares.
Cambios de paradigmas y quiebre en una sociedad
Sin dudas, asistimos a valores que han quedado en segundo plano mostrando el deterioro en lo que hace a la estructura económica y cultural en el amplio sentido, donde las nuevas generaciones no se sostienen con reminiscencias de un “floreciente” pasado reciente. Porque la crisis hace vivir el “día a día”, “mirarnos los pies” sin permitir levantar la cabeza para estructurar un horizonte que involucre otros temas y aspiraciones. No hay posibilidad! “Porque no hay trabajo” o “no me alcanza con un solo empleo y cargo con otro que me ocupa todo el día”, “porque la precarización hace que no tenga obra social, cargas familiares, aguinaldos y vacaciones”… “porque comemos una vez al día”.
La precariedad de las familias argentinas ha calado hondo y esas generaciones, golpeadas y marcadas por las diferentes limitaciones y la pandemia toman partido (aun equivocadamente) para tratar de dar una clara señal de rechazo al actual estado de cosas, relativizando valores profundos como la reivindicación de Malvinas, los DDHH, la educación y la salud publica, nuestra soberanía monetaria, etc. apelan a lo que tienen a mano parados desde una parte de la realidad y “comprando” el mensaje dominante que deforma esa misma realidad.
El papel de las redes y los medios muestra una revolución en este sentido, con un poder de expansión como nunca antes lo habíamos visto. Un poder monopólico donde se instalan “ideas fuerza” como la verdad absoluta para consumo masivo que sostienen la “pos verdad” a la medida de las aspiraciones de esa derecha.
Al no tomarse medidas desde el Estado, justamente por temor y compromiso con esos medios, se fue dando forma al deterioro de las relaciones democráticas en la sociedad. Lo mismo ocurre con los personajes de esa derecha invertebrada, reaccionaria y procesistas que pueden manifestar y actuar en contra de los derechos democráticos conquistados y nada se hace desde el Estado. No solo eso, ni se les impide presentarse a cargos públicos mientras en otras sociedades está prohibido justamente en defensa de esos valores de convivencia democráticas.
De la misma manera que se sostiene una justicia que actúa desde su vértice con total impunidad, mirando para otro lado mientras asistimos al intento de asesinato sobre la vicepresidenta, pero a la par se instala que “el peligro” o “lo autoritario” está corporizado cuando desde el poder legislativo se hace uso de los derechos constitucionales y se inicia el proceso de juicio político a la Corte Suprema.
Instalaron en los cuatro años de gobierno macrista junto con los medios hegemónicos y periodistas la grieta como centro de la política nacional. Una grieta con centro en la corrupción y el robo con nombre y apellido: el kirchnerismo (extensible al peronismo), que “hace negocios y se enriquecen desde el Estado”, “roban con la tuya”, “se robaron un PBI”, etc., mientras “naturalizan” o tapan el robo y los negocios de los monopolios, bancos y terratenientes con el Estado o al margen de este. Los efectos de la grieta han calado muy profundo en estratos de la sociedad maximizado porque la pobreza alcanza a un 43% y mas de la mitad de los trabajadores en el país están bajo esa condición.
Pero frente a esto, cuando desde el progresismo se manifiesta la necesidad de “cerrar esa grieta”,se apela a “esconder la mugre bajo la alfombra”, entrando en el juego de los acusadores y armadores de esa disyuntiva falsa en la sociedad porque la verdadera grieta (donde cabalgan y es responsable también esa derecha) es entre el un puñado de monopolios, bancos y terratenientes cada vez mas ricos y un pueblo cada vez mas pobre.
Si el gobierno del FdeT hubiera emprendido un camino soberano, aprovechando la pandemia para ir a fondo en los problemas estructurales que padece el país, otra sería hoy la historia. Eso implicaba avanzar sobre los intereses de ese puñado de oligarcas que ostentaba y ostenta el poder económico del país. Eso implicaba movilizar al pueblo para que sea protagonista, en vez de mandarlo a la casa para avanzar en el acuerdo con el FMI que nos marca el ritmo de la economía inflacionaria y devaluadora.
Así, sin resolver estas cuestiones de fondo, se optó por “tratar de gobernar para todos” como si todos fuéramos iguales. Se buscó “suavizar” esa grieta otorgando concesiones a los dueños del poder desde una “lógica suicida” donde solo se logró que se nos vinieran encima mientras amasaban mas fortuna que antes.
Ahora son mas fuertes porque han construido base en los sectores populares golpeados, desesperanzados y hartos de ir de fracaso en fracaso. Pero también han “evolucionado”en cuanto a saber disponer de las debilidades de una democracia madura pero débil y limitada, a tal punto que se sienten dueños y la “moldean” a su forma… a su medida. Así podemos ver en la cuestión electoral, donde si los resultados no los favorece “cantan fraude” y desconocen la voluntad popular. Se han adueñado del concepto de “libertad” y “República”.
Son parte fundamental de la estructura económica y política de los que ostentan el poder y sostienen el statu quo de las reglas de juego que se impusieron a la salida de la dictadura.
Se equivocan los que sostienen que esto se resuelve solo ganándoles en las elecciones -si bien su derrota electoral es un primer paso fundamental- porque estamos frente a cambios de paradigmas y puntos de quiebres en la sociedad, que hacen al desarrollo desigual, deformado y obsceno en la base económica que a afectado sobremanera los conceptos y valores en la superestructura política donde descansan los valores democráticos conquistados luego de la dictadura…todo está en juego.
La unidad nacional debe ser desde el pueblo y para el pueblo
Como salida a esta disyuntiva histórica, se plantea fundar un “gobierno de unidad nacional”. Suena bien y hasta necesario, pero la gran pregunta es si se van a cometer los mismos errores que han traído y fortalecido a la derecha variopinta a una posición de disputa por el poder. Todo parecería que si, porque de ganar el candidato Sergio Massa, plantea un esquema de “unidad nacional con los mejores” ¿cual es el parámetro para definir semejante cuestión? “de todas las extracciones políticas” se sostiene con una visión amplia, pero el tema, es si se quiere mas sencillo: ¿se va a transitar la misma matriz productiva que nos trajo hasta aquí?, ¿unidad nacional para que rumbo?, ¿que lugar van a ocupar las políticas soberanas? Ya no hay margen para mas ajuste y entrega.
La unidad antifascista se tiene que transformar en unidad nacional por la soberanía, y debe comenzar empotrerando al pueblo y poner en debate la base económica que necesitamos para el despegue. No podemos transitar el mismo camino y esperar otros resultados.
El fascismo y la derecha se nutren de la pobreza, las desigualdades sociales y la incertidumbre que desunen al campo popular y que son marcas registradas de esta base económica dependiente, agro exportadora, extractivista y contaminante.
Por eso, para poner en debate estas cuestiones de fondo, hay que impedir en primer lugar que avance la derecha y el fascismo, para mantener las conquistas históricas (o sea no retroceder) pero no para darle un cheque en blanco a los que pretenden seguir con este modelo dependiente y empobrecedor pero sin fascismo.
Esas deben ser las exigencias de los sectores populares ante un presente y un futuro adverso, no hay tiempo que perder, hay que ir forjando la unidad del pueblo para ganar las calles el día 20 de noviembre gane quien gane, para exigir los cambios al gobierno de Massa, o para combatir y boicotear las medidas retrogradas que buscará imponer un gobierno de Milei.
Desde siempre, en menor o mayor medida, las clases dominantes le han temido al pueblo y sobre todo a los jóvenes cuando se organizan y se manejan con cabeza propia y se atreven a forjar su propio destino transformando en cualquier terreno la realidad en la que vivimos.
Lograr esto es la gran tarea de la militancia popular y revolucionaria que aspiramos a cambiarlo todo en favor de los pueblos!
Gustavo Funes
15 de noviembre 2023