El pueblo sigue pagando la fiesta de unos pocos

El proyecto de presupuesto de 2023 prevé una reducción del gasto público primario del 1,2% del PIB. Esta caída se sumaría a la del 1,2% del PBI prevista para el cierre fiscal del 2022. El gobierno nacional espera que el año próximo cierre con un total de gastos de $ 30,3 billones. Si bien nominalmente suben 71,6% interanual, al descontar la inflación se tiene una reducción real interanual del 2%. En el gasto primario, que no computa los intereses de la deuda, la reducción sería mayor: 3,4% real interanual.

Han pasado casi tres años de gobierno. El balance es de retroceso manifiesto en cuanto a la situación económica de la mayoría del pueblo, si bien se ha ganado derechos arrebatados por el macrismo. Es cierto que nos chocó de frente el tren de la pandemia cuando todavía estábamos shoqueados por la crisis heredada del macrismo con un endeudamiento histórico. Pero al ganar las posiciones de reconocimiento de una deuda usuraria al FMI aceptando que manejen la economía, se perdió una oportunidad histórica en cuanto a emprender un rumbo popular.

Inmediatamente se puso en marcha una política que parte de conceder de diferentes maneras a los “dueños del poder”. El programa inflacionario del FMI se agrava con la mega ganancias de los monopolios que controlan los alimentos, servicios y la energía llevando a que los salarios se escurran como agua entre los dedos. Se ha agravado la transferencia de recursos a los sectores concentrados de parte del pueblo. Esto es “dólar soja”, “dólar tecno”, “exenciones impositivas para atraer inversiones”, muestran la línea hegemónica en el gobierno en cuanto a fortalecer un modelo atado al FMI, proveedor de materias primas agropecuarias, mineras e hidrocarburiferas, remachando la pérdida de soberanía en manos de los monopolios nacionales e internacionales del comercio exterior y la banca.

El modelo muestra el récord la creación de empleo, cuestión muy importante para grandes sectores populares ya que venimos de la pandemia y la crisis del macrismo, pero también han crecido las mega ganancias de las empresas y la precarización laboral, como muestra la lucha de los obreros del neumático super explotados donde pusieron en debate para millones la tasa de ganancias obscenas de ese puñado de empresas y la nula política redistributiva donde los trabajadores vienen perdiendo en la torta.

Hay un ajuste fiscal evidente vía inflación, donde la recaudación de impuestos de septiembre fue un 118% mayor que la del mismo mes de 2021 y la de IVA local, 88% más. Ambas por encima de la inflación. El gasto público va por debajo, como los ingresos.

El porcentaje de pobres llegaría a más de 17 millones de personas 36,5%, una mejora respecto del segundo semestre de 2021. y entre ellos, la indigencia afectaría a 4.165.000 personas 8,8%, marcando un fuerte crecimiento respecto al 2021 que había marcado 8.02%.

Estos datos de la realidad económica y social, más el desalojo y la represión a la comunidad mapuche del Lof Lafken Winkul en Villa Mascardi, Río Negro, muestra en los hechos, como la alianza de los sectores que gobiernan, “eligen pararse a la derecha (pero con mayor derrame) para disputar a la otra derecha”.

ELECCIONES EN BRASIL Y UNA REALIDAD COMÚN

Las elecciones en Brasil muestran similitudes con respecto a nuestro país en cuanto al acierto de reagrupar a los sectores populares en la candidatura de Lula frente a Bolsonaro. Así lo vivimos en el 2019 frente a Juntos por el Cambio cuando triunfó el Frente de Todos.

En Brasil emerge un fenómeno que expresa Lula, donde su recorrido muestra como de ser golpeado por el Lawfare, la cárcel y las penurias personales, regresa al ruedo y saca 48,6% en la primera vuelta a solo 1,4% de ganar en primera vuelta.

Triunfo de Lula en Brasil

Pero la sorpresa (o no) es la consolidación de los sectores de derecha, reaccionaria o fascista que lograron un 43,5% quedando en carrera en la segunda vuelta.

Hay una similitud en cuanto a la región y el mundo, donde emergen dos campos consolidados, el llamado “campo popular” y el llamado “campo reaccionario, fascista o neoliberal”.

El cambio de color de los países de la región es notable, el llamado progresismo gana terreno y conquista gobiernos, el triunfo de Petro en Colombia es quizás, el más contundente por los años que llevaba la derecha aliada estratégica con EE. UU., pero hay otros ejemplos en la región que muestran el avance de alianzas progresistas.

A la par, también se ve que las expresiones de la derecha en todas sus variantes no son menores y ha consolidado espacios electorales donde controlan mayorías en parlamentos y gobernaciones. Este fenómeno también lo vemos en el plano internacional: en Italia acaba de ganar las elecciones la candidata abiertamente fascista Georgia Meloni constituyendo la primera vez desde la segunda guerra mundial, en Chile el plebiscito dio marcha atrás con la reforma de la Constitución progresista, en Brasil Bolsonaro consolidó 43%.

Giorgia Meloni

Este es un fenómeno que marca un nuevo período donde la alta polarización entre estos dos campos marca el ritmo de la política.

Es importante señalar, que el campo popular está sujeto a esta realidad, y por lo tanto rigen las tareas de la actual etapa, marcadas por la defensa derechos y la conquista nuevos, por impedir el avance y limitar a los dueños del poder, en definitiva hacer avanzar las tareas soberanas y democráticas.

En esta etapa el “campo popular” no está determinado solo por un concepto de clase, sino por todos aquellos sectores y clases que se oponen a esa derecha (con todas sus variantes) que ostenta los resortes de la economía, la comunicación, la justicia y tiene el correlato en la política articulada de manera concentrada como el “poder real”.

Desalojo y represión a comunidad mapuche en Río Negro, ordenada por una jueza al servicio del «Poder Real» y ejecutada desde el Ministerio de Anibal Fernández.

Esas expresiones de clases dominantes que “cohabitan” de manera “condicional”, táctica, con sectores populares en el amplio “campo popular”, no integran el “campo reaccionario” o enemigo del pueblo.

Uno de los fenómenos que se presenta en la región es que las expresiones “progresistas”, “frentistas polis clasistas” que conquistan gobiernos, son heterogéneas porque son expresión de ese “campo popular” y por ende condicionado, frágil y vacilantes, capaz y necesario para ganarle a la derecha neoliberal o fascista, pero condicionado para ir a fondo con un programa industrialista soberano aportando al cambio de matriz económica.

Cuando predomina la dispersión de los sectores populares, democráticos y antiimperialistas, dentro del “campo popular”, los sectores de clases dominantes que “cohabitan” allí ejercen su poder y pasan a predominar y buscan sostenerse mediante acciones de “justicia social urgente” dando concesiones a los sectores populares que arrastran el desempleo, el hambre y la perdida de derechos, pero mantienen la filosofía “gobernar para todos los sectores por igual” , que en una sociedad como la nuestra, no es otra cosa que otorgar concesiones a esos “dueños del poder” que manejan no solo la coyuntura sino la matriz económica del país, y es sabido que cuando esto ocurre, por ser sectores de muchísimo poder, cuando mas se les concede mas se “vienen encima” con extorsiones, operaciones y desestabilizaciones si fuese necesario. El pueblo ve esto y lo padece, cayendo en el desánimo, la desesperanza y la división. Así, los ciclos se repiten y esa derecha mas renovada y consolidada vuelve al gobierno.

Esto ha pasado en nuestro país, pasó en Brasil y puede pasar, aún ganando Lula la segunda vuelta electoral, ya que deberá respetar los acuerdos con sectores de derecha a los que se alió para ganarle a Bolsonaro.

Teniendo presente estos conceptos, los sectores populares que nos encontramos en el “campo popular” debemos mostrar y actuar con mayor consecuencia, enfrentando con unidad y lucha, cuando gobiernos como el que encabeza Alberto Fernández pretende disputarle el electorado a la derecha en la oposición, con medidas de derecha a la medida de los “dueños del poder”.

Lo hacemos con razón, con ventaja y bien “pegados” abajo, con independencia pero no “aislados” desde posiciones “puristas” que pierden de vista la confrontación principal en la sociedad. Así lo hicimos en la lucha de los trabajadores del neumático, de los estatales o ahora la de la resistencia de la comunidad mapuche frente al operativo represivo de las fuerzas federales y provinciales. Lo hacemos siempre marcando donde está el obstáculo principal, y señalando cuando al propio gobierno cruza la frontera y actúa igual o cede al campo enemigo.

Los tiempos que vendrán estar marcados por esta polarización muy potente, los sectores populares deberán soportar grandes sufrimientos pero es tarea de la militancia popular poder ayudar a mantenerse unidos en el campo del pueblo frente al avance de la derecha en cualquiera de sus variantes que viene por todo y más rápido, gracias entre otras cosas, a las políticas de concesiones que se les otorga que golpea al pueblo y lo paraliza.

Son tiempos de encuentros y de unidad alrededor de programas soberanos, antimperialistas y anti-terratenientes que pongan por delante los intereses del pueblo y el país.

últimas noticias