Los comunistas revolucionarios reconocemos y reivindicamos las epopeyas populares como aquel 17 de octubre de 1945 cuando el pueblo con lxs trabajadorxs a la cabeza desafiaban el orden establecido y exigían la liberación de su líder, en ese entonces el Coronel Perón, Secretario de Trabajo y Previsión. Entre los organizadores de esas jornadas se encontraba Eva Duarte.
El levantamiento popular no fue una expresión de “fe ciega”, sino un reconocimiento a las políticas que desde ese ministerio llevaba a cabo Juan Perón. Desde aquí el peronismo nacía como representación política de la mayoría de lxs trabajdorxs porque habían sido empoderados frente a la opresión conservadora de la década anterior donde la industrialización forzada había crecido por la guerra, a la par de la súper explotación y la quita de derechos, donde las expresiones clasistas en el movimiento obrero venían enfrentando.
No somos peronistas, somos comunistas, y como tales reconocemos el protagonismo necesario y vital del pueblo para garantizar las transformaciones sociales, económicas y políticas.
En este sentido, en este periodo, fue muy gráfico cuando el pueblo fue protagonista de los cambios y medidas que beneficiaron a las grandes mayorías como las medidas económicas, sociales y políticas expresadas en la Constitución de 1949. Pero fue muy grafico también cuando el pueblo estuvo al margen de políticas y decisiones que marcaron al país y padeció hechos dolorosos como el golpe de 1955, precedido por el bombardeo a Plaza de Mayo, que terminó a sangre y fuego con un gobierno elegido por el pueblo, que había llevado adelante políticas populares en la economía y soberanas en cuestiones estratégicas para el país.
Perón fue la cabeza política de una clase, la burguesía nacional, hegemónica en el gobierno y Estado. Una burguesía industrialista que supo aprovechar la guerra y la pos guerra.
Enfrentada a la oligarquía que había sido derrotada como expresión de una argentina dominada por los terratenientes y los monopolios exportadores, supo desarrollar una matriz económica basada en la intervención activa del Estado en la vida económica y social del país.
Llevo adelante la sustitución con el desarrollo propio de la industria liviana (bienes de consumo masivo), y para ello dio un sentido estratégico al desarrollo nacional de los recursos energéticos y la explotación de aquellos como el acero y la metal mecánica. Nacionalizó los ferrocarriles y puso en marcha el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) y revitalizó la Junta Nacional de Granos, junto con el desarrollo de la Marina Mercante.
Todas medidas que dieron dinamismo rápidamente al mercado interno mediante los planes quinquenales.
El aumento de los salarios, la participación en la renta de lxs trabajadorxs, el mejoramiento de la distribución y la incorporación del sindicalismo nacional como actor político económico gravitante, le dio fortaleza al movimiento.
Se cambiaron los paradigmas basados en el sentido nacional que calaron muy hondo en el movimiento obrero y popular. Incluyó los derechos sociales en la Constitución y se conquistó el voto femenino. Así como se promovió la cultura nacional, si bien careció de democracia el tratamiento a los medios. Se dio un salto cualitativo promoviendo la salud y la educación pública.
Estos hechos incorporaron bases sólidas al proyecto nacional, si bien siempre subyacía la contradicción objetiva dentro del capitalismo entre un proyecto conducido por esta clase social, donde, si bien el movimiento obrero sería reivindicado y conocería “una época de gloria”, no iba a ser el sujeto (o la cabeza del movimiento peronista), eso se evidenció en los momentos de crisis económicas y políticas sobre todo frente a las azonadas golpistas donde no se depositó la confianza y se organizó a las bases para enfrentarlos. Se optó “por el tiempo a la sangre” y así fue que se perdió mucho tiempo y conquistas pero no se evitó el derramamiento de sangre del pueblo.
Consideramos un grueso error la posición de los partidos de izquierda como el PC o el propio Partido Socialista que estuvieron en el inicio del proceso peronista en la vereda del frente, junto a la embajada de EEUU parados sobre un eje equivocado en cuanto a la contradicción que se estiró, a la medida de EEUU, luego de la segunda guerra mundial donde se ubicaba a Perón y otros exponentes en la vereda del nazismo.
Luego del largo destierro de Perón que duró 17 años a su regreso ya nada sería igual, donde la agudización y penetración imperialista se había agudizado en el país. Ya con edad avanzada y enfermo decidió recuperar el protagonismo de una clase, la burguesía nacional, que había sido golpeada y diezmada luego del golpe del 55, no tenía la capacidad para volver a dirigir el Estado en un nuevo periodo donde habían avanzados los monopolios nacionales e internacionales sobre los resortes claves de la economía.
Pero también donde los trabajadores envían siendo duramente castigados por la dictadura.
Perón se rodeó de sectores nacionalistas fascistas como los que dirigían la “Triple A”, pero también de otros exponentes de monopolios y terratenientes en ministerios.
La muerte del general aceleraron las contradicciones internas de un gobierno débil, que si bien llegó a tomar medidas soberanas como la nacionalización de las bocas de expendios (por este decreto quedó centralizado en Yacimientos Petrolíferos Fiscales–YPF); el decreto estableciendo que todas las radioemisoras administradas por el estado son de su propiedad inalienable; Ley de Promociones Industriales para las Empresas Argentinas; También se dictó la Ley de Promoción Minera Nº 20.551, entre otras leyes y decretos. Pero también por la crisis económica descargó el ajuste sobre el pueblo como con el llamado “rodrigazo”.
La cuenta regresiva luego de la muerte de Perón estaba en marcha para la llegada del golpe de estado en 1976 que impondría una de las dictaduras más sangrientas que conoció nuestra historia.
El peronismo cambió luego de la muerte de su fundador. Los sectores vinculados a expresiones de monopolios y clases dominantes coparon la dirección abandonando la lucha por volver a recuperar aquellas conquistas y derechos obtenidos en décadas pasadas, y sosteniendo una matriz económica dependiente dominada por las empresas multinacionales, el poder financiero y los terratenientes.
Hoy es necesario volver a recuperar esas conquistas y derechos que grafican un rumbo popular en nuestro país. Rumbo necesario para frenar al neoliberalismo que pretende volver a escribir nuevas páginas oscuras en nuestro país. Sin lugar a dudas los tiempos han cambiado y esas conquistas se lograrán con el protagonismo del pueblo.
Ese rumbo popular abonará el camino hacia la liberación nacional y social pero será con lxs trabajadorxs acaudillando a todo el pueblo.