Viva la revolución Cubana

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El triunfo de la Revolución Cubana en 1959, liderada por Fidel Castro y con un gran protagonismo del Che, Camilo Cienfuegos y otros revolucionarios fue un hecho histórico de gran trascendencia.

La revolución había triunfado llevando adelante la lucha armada en una pequeña isla del Caribe, a escasas millas del imperialismo norteamericano.

La revolución cubana conmovió Latinoamérica y trajo una tormenta de aire fresco, reafirmando el optimismo revolucionario.

Tras la toma del poder, rápidamente se procedió a destruir lo que quedaba del aparato estatal construido por los terratenientes y el gran capital cubano e imperialista, y se tomaron una serie de medidas para transformar la estructura económica de Cuba.

Se llevó a término la Reforma Agraria, que expropió y prohibió la propiedad latifundista, se nacionalizaron las empresas estratégicas y se tomaron medidas en beneficio de los sectores populares, como el aumento general de salarios y la reducción de los alquileres.

Las medidas en cuanto a la salud y la educación al servicio del pueblo fueron de reconocimiento mundial, aun en los detractores de la revolución.

La creciente hostilidad del gobierno norteamericano, que intentó ahogar económicamente a la revolución reduciendo sus compras de azúcar y dejándola sin petróleo, y más tarde promoviendo atentados, la invasión de Bahía de Cochinos y el bloqueo económico, llevaron a acentuar cada vez más la radicalización del proceso, expropiando todas las compañías imperialistas y de los capitalistas cubanos.

Y llevó también a la profundización de las relaciones con los países del Tercer Mundo, China y también la Unión Soviética. La URSS, (que se había transformado en una potencia imperialista) se dio una fuerte política de acercamiento a Cuba, comprando su producción azucarera, proveyéndoles petróleo y apoyo militar.

Así se abrió un debate en torno a la independencia económica y política de Cuba, donde el Che jugaría un gran papel con sus posiciones favorables al desarrollo industrial independiente y en un proceso de ir cambiando el monocultivo de la caña de azúcar.

Los desafíos eran grandes. En los primeros dos años de la revolución el nuevo Estado cubano prácticamente había tomado el control de toda la economía de la isla, lo que sentaba las bases para la construcción socialista.

En abril de 1961 Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la revolución. Pero la cuestión no terminaba ahí: ¿qué significaba construir el socialismo? Y, más aún, ¿cuál era el camino a seguir en un país atrasado y dependiente donde se imponía el bloqueo norteamericano, que impedía a muchos países comerciar con Cuba?

¿Se podía mantener y desarrollar la independencia económica como base de la soberanía política o solo quedaba subordinarse a la división internacional que imponía la lucha inter-imperialista contra el imperialismo yanqui? La historia es ya conocida.

No lo decimos con soberbia, sino con un espíritu crítico que impulsa tomar la historia para aprender de los aciertos y errores.

Y es por eso que en primer lugar está el reconocimiento a la gloriosa epopeya del pueblo y los revolucionarios/as cubanos y las enseñanzas de la revolución y la construcción del socialismo que demostraron ir más lejos que las del capitalismo imperialista, mostrando la superioridad, por eso, más allá que algunas se hayan perdido, no se borraron y perduran y se transmiten de generación en generación.

Y también nos enseña que ir hasta el fondo en la lucha contra la dependencia y tomar las históricas palabras del Che en cuanto a “no confiar en el imperialismo ni tantito así, nada!”, son fundamentales para no desviar el camino o perecer en el intento.

Hoy la resistencia y el mar de la lucha de los jóvenes y el pueblo en Chile, Ecuador, Bolivia o Colombia, nos cargan de optimismo en el camino para terminar con la dependencia, la opresión y el atraso: la revolución de liberación nacional y social en marcha al socialismo.

¡Ese camino triunfó el 1 de enero de 1959 con la Revolución Cubana!