El represor genocida Gustavo Alsina fue condenado a cadena perpetua por su participación en 31 homicidios cometidos cuando se desempeñaba como capitán en la Unidad Penitenciaria N°1 de Córdoba. Una de las víctimas fue el médico santiagueño René Mourkazel, quien murió estaqueado por orden suya en el patio de la Unidad. Además, participaba en las torturas a los prisioneros de la Unidad Penitenciaria.
Sin embargo, un fallo insólito de la Sala Primera de la Cámara Federal de Casación Penal lo saca de prisión para pasarlo al programa de arresto domiciliario. A pesar de que la jueza Ana María Figueroa votó en disidencia, sus pares de la Cámara Liliana Catucci y Eduardo Riggi hicieron lugar al planteo de los abogados defensores quienes alegaron la falta de transporte, para que el torturador preso en el penal de Marcos Paz vaya al médico… o a la casa de su madre.
Absurdo por donde se lo mire. En realidad se trata de un indulto encubierto ya que el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia señaló que ninguna de las afecciones que sufre el represor Alsina impiden que continúe en prisión porque un control médico “cada seis meses” cubre las necesidades que su salud requiere. Esto solo se puede entender por los tiempos de “cambio” que hay en Argentina.